21 diciembre 2020

Pájaros silvicultores

Algunos animales almacenan semillas en lugares ocultos a la vista de posibles competidores. Por lo común, el hecho de hacer acopio de alimentos en escondrijos suele ocurrir en tiempos de excedentes para asegurar comida en momentos de escasez. Es una práctica común en roedores (ardillas y hámsteres) y en algunas especies de aves. 

Arrendajo azul (Cyanocitta cristata)

Las semillas pueden ser almacenadas en una única despensa o ser repartidas por varios puntos. Ambas estrategias tienen sus ventajas e inconvenientes. En el primer caso se elige un único lugar protegido de intrusos y próximo al lugar donde vive el animal. Si bien es más fácil recordar la ubicación del recurso, el problema aparece cuando un intruso encuentra el escondite pues se pone en riesgo el hogar mismo. En el segundo caso, al repartir la cosecha por muchos sitios, los acaparadores complican el rastreo a los “ladrones”, aunque ello requiera una buena memoria y un mayor esfuerzo en la tarea de reparto.

Despensa del carpintero bellotero americano (Melanerpes formicivorus)

En biología, la relación entre organismos de especies distintas que rinde un beneficio mutuo a las partes se conoce como
mutualismo. En este tipo de asociaciones, las especies implicadas pueden compartir recursos o servicios. Por ejemplo, muchas especies de plantas ofrecen alimento a cambio de que las abejas y otros animales polinicen sus flores. Algo parecido ocurre con  los vegetales que tienen frutos suculentos para que sean comidos por los  animales y puedan ser diseminadas sus semillas.

Abeja (Apis mellifera)
Hace 50 años, los ecólogos norteamericanos Daniel Janzen y Joseph Connell desarrollaron una hipótesis cuyo propósito era explicar el mecanismo que mantiene la biodiversidad de árboles en las selvas tropicales. Según esta hipótesis, las semillas que caen y permanecen bajo la copa de los árboles que las producen sufren graves problemas de germinación debido a una mayor predación por animales o una mayor incidencia de patógenos que aquellas semillas que sean desplazadas a una mayor distancia. Dichos depredadores pueden evitar que cualquier especie termine dominando el paisaje ya que si es demasiado común, habrá pocos lugares seguros para que germinen sus semillas. Sin embargo, dado que los depredadores son específicos del hospedador, no dañarán a otras especies de árboles. Como resultado, si una especie se vuelve muy rara, habrá más áreas libres de depredadores disponibles, dando a las plántulas de esa especie una ventaja competitiva. Este proceso de retroalimentación negativa permite la coexistencia de especies arbóreas distintas y actúa como un mecanismo estabilizador. Numerosas investigaciones han refrendado la validez de estas ideas.

Por otra parte, todo lo que ayude a eludir los efectos adversos de la germinación bajo la copa de los árboles es crucial para su éxito demográfico. Y aquí, la dispersión de semillas puede prestar un servicio notable. Las aves acaparadoras dependen de las semillas tanto para su ingesta inmediata como para un consumo posterior tras ser almacenadas y el hecho de llevarlas a escondites alejados es una manera de dispersar semillas si no se recuperan. Esto podría suceder con más frecuencia de lo que se cree.

Las razones por las que el alimento queda abandonado en bancos de semillas son muy variadas. A veces se almacena más comida de la que se necesitará en el invierno y la primavera siguientes. El acaparador también puede ser expulsado de su territorio o morir, dejando una buena cosecha en los escondites. Cualquiera que sea el motivo por el que se abandona un escondite, si el lugar es apto para la germinación, el vegetal de origen acaba beneficiándose. En esta relación mutualista, el vegetal cambia un recurso (sus semillas) por un servicio (la dispersión a lugares alejados) que realiza el animal.

Ampelis europeo (Bombycilla garrulus)

La interdependencia con vegetales de semilla grande es particularmente interesante en las aves de la familia Corvidae. Muchas de sus especies almacenan semillas en el suelo guardándolas en escondites dispersos. Esta forma de mutualismo de dispersión de semillas tiene importantes consecuencias ecológicas y evolutivas tanto para los vegetales como para las aves.

El ecólogo austriaco Mario Pesendorfe ha revisado las investigaciones relativas al mutualismo entre los córvidos con las bellotas y piñones. En bosques templados del hemisferio norte, muchas especies de árboles y arbustos caducifolios dependen en gran medida de los acumuladores para diseminar sus semillas. Es el caso de las los nogales (Juglans spp.), los avellanos (Corylus spp.), las hayas (Fagus spp.), los castaños  (Castanea spp.) y los robles (Quercus spp.). A estas especies arbóreas hay que añadir casi 20 especies de pinos que han desarrollado semillas grandes sin alas adaptadas a la dispersión por animales acaparadores.

Estos vegetales han desarrollado adaptaciones como la forma de sus semillas, defensas químicas y un patrón anual de producción de frutos que maximizan el beneficio mutualista de sus socios animales. Por lo general, tienen semillas grandes que contienen altos niveles de carbohidratos y niveles moderados de lípidos y proteínas, lo que genera un efecto saciante que, a su vez, aumenta la probabilidad de que muchas sean almacenadas y no consumidas.

Además, muchas semillas contienen productos químicos protectores. En el caso de las las bellotas, por ejemplo, contienen unos compuestos fenólicos (taninos) que son difíciles de digerir y permiten tiempos prolongados de almacenamiento sin pudrirse, hasta un año. Los córvidos almacenan las semillas introduciéndolas en el suelo con sus picos, colocándolas de manera que no puedan ser vistas y cubriéndolas con materiales cercanos. Dependiendo del terreno, la semilla puede ser alojada en una grieta o hendidura del suelo, o puede ser depositada en un hueco preparado previamente por el pájaro. Las semillas se colocan a una profundidad de 1-5 cm, suficiente para impedir la deshidratación y apta para protegerla de los depredadores.

Cascanueces (Nucifraga caryocatactes)
El cascanueces (Nucifraga caryocatactes) es una especie forestal muy conocida en el centro y norte de Europa. A pesar de lo que sugiere su nombre, las poblaciones que viven en los Alpes y los Cárpatos son especialistas en recolectar semillas de los pinos cembros. Y esa exclusividad es mutua, ya que la conífera confía en él para diseminar sus piñones. Pero hay un problema que los cascanueces deben resolver. Los piñones solo pueden recolectarse entre agosto y octubre. Si las semillas se entierran en suelos fértiles germinarán con rapidez y en pocas semanas o meses se convertirán en plantones, con lo que se echará a perder la despensa. Para evitar este riesgo, los cascanueces eligen escondrijos en zonas de umbría o en suelos secos, es decir, lugares sometidos a condiciones que alargan la conservación de los piñones sin germinar. 

Arrendajo azul
La especie dispersora más estudiada quizá sea el arrendajo azul (Cyanocitta cristata), un córvido que vive en norteamérica, desde el sur de Canadá al centro de los Estados Unidos. Su plumaje tiene un dominante color azul lavanda. Ocupa una variedad amplia de hábitats, desde los bosques de pinos en Florida hasta bosques de abetos en el norte de Ontario. Se ha adaptado muy bien a la presencia humana, colonizando parques y áreas residenciales. El aumento de bosque arbolado en las Grandes Llanuras durante el siglo pasado debido al cese de los incendios y la repoblación forestal facilitó su expansión por el centro de Norteamérica. Se alimenta principalmente de semillas y frutos secos, frutos rojos, artrópodos y, de forma ocasional, pequeños vertebrados. 

Tomado de https://www.allaboutbirds.org/guide/BlueJay/sounds. © Jay McGowan

Es muy habitual ver a los arrendajos transportar semillas en la garganta y la parte superior del esófago, en la "bolsa gular". Pueden almacenar 2-3 bellotas en la bolsa, otra en la boca y una más en la punta del pico. De esta forma pueden llevarse 5 bellotas a la vez para almacenarlas para su posterior alimentación. Seis arrendajos que fueron equipados con radiotransmisores para monitorizar su actividad almacenaron cada uno entre 3.000 y 5.000 bellotas un otoño. Su afición por las bellotas y su precisión para seleccionar (y luego enterrar) las que no han sido infestadas de gorgojos se ha relacionado con la expansión de los robles después del último período glacial.


Los modelos de dinámica de poblaciones de robles y árboles afines sugieren que la dispersión de sus semillas que realizan estos córvidos juega un papel fundamental en la capacidad de para mantener (o cambiar) sus áreas de distribución. En áreas donde la dispersión de semillas se ha estancado recientemente debido a la casi extinción de un córvido local, la regeneración y propagación espacial de estos vegetales ha sido limitada.

Es evidente que estas aves no tienen el propósito de enterrar semillas para cultivar plántulas. Pero no es menos cierto que su inconsciente labor silvicultora resulta muy útil. En opinión de Pesendorfer, en un escenario como el actual de cambio climático y con un proceso de creciente fragmentación de hábitats, estos dispersores de semillas a larga distancia probablemente sean especies cruciales ya que permiten que las poblaciones vegetales cambien sus áreas de distribución. Dado que los robles y los pinos son especies clave que por sí mismas proporcionan hábitat para cientos de especies animales, dicha dispersión puede tener beneficios para todo el ecosistema.

Los arrendajos no sólo alegran el paisaje con su ruidosa y llamativa presencia. Los hábitos alimenticios de estos córvidos azulados tienen consecuencias muy relevantes en la ecología forestal. Es bueno conocerlo y es obligado reconocer su importancia. 

Este artículo es el último de 2020, un año en el que una pandemia sacudió nuestras vidas y nos trajo una gran crisis sanitaria, económica y social. Con la esperanza que que el año próximo nos traiga la felicidad que secuestró un diminuto virus, deseo lo mejor para todos los lectores de este blog.


José Antonio López Isarría