25 noviembre 2019

Bioindicadores

Las especies bioindicadoras son aquellas que miden el nivel de conservación de un hábitat al ser muy sensibles a las alteraciones del medio en el que viven. Tienen una tolerancia reducida respecto a uno o más factores ambientales y aportan información relevante desde un punto de vista biológico. Un buen ejemplo es el mirlo acuático (Cinclus cinclus), un pájaro marrón con babero blanco y cola corta, cuya presencia nos revela la buena salud de nuestros ríos.


Los bioindicadores advierten no solo del riesgo que les afecta a ellos mismos sino del peligro que corre todo el ecosistema. Los seres vivos reaccionan de forma distinta a las perturbaciones ambientales. Algunos sufren un aumento en la mortalidad o una alteración en la actividad reproductiva y, en consecuencia, una disminución en su abundancia. Este es el caso de los líquenes, muy sensibles ante contaminantes como el SO2.


Hay otro grupo de seres vivos que son muy sensibles a los contaminantes químicos, a los patógenos o a las toxinas, de forma que pueden dar un aviso temprano de los posibles efectos adversos para la salud e informar sobre los mecanismos tóxicos de un agente peligroso dado. Es el caso de las aves marinas como indicadoras de ciertas catástrofes en el mar (véase en este mismo blog el artículo Plastisfera de 22 abril 2019). 
  
Los bioindicadores pueden clasificarse según la perturbación ambiental que detecten. Hay indicadores de biodiversidad, que reflejan el número de especies que cohabitan en un ecosistema. Por ejemplo, en los campos agrícolas, la abundancia de himenópteros (abejas, avispas, hormigas) está correlacionada con la diversidad de todos los artrópodos que habitan en dichas áreas. Y también existen indicadores ecológicos, que permiten mediante su presencia o ausencia conocer el impacto de la alteración ambiental sobre los demás seres vivos que cohabitan con ellos. Son usados para evaluar el estado del ambiente, vigilar sus tendencias en el tiempo y obtener señales de alerta temprana.

Invertebrados acuáticos bioindicadores de calidad del agua
Como indicadores ecológicos para medir la contaminación de las aguas son muy usados los invertebrados bentónicos, aquellos que viven en las zonas profundas de lagos y ríos, adheridos a rocas o plantas acuáticas. Casi todos son artrópodos, especialmente insectos que se encuentran en diferentes etapas de desarrollo (ninfas, larvas y adultos). Son los más usados como indicadores de la calidad del agua debido a que presentan notables ventajas respecto a otros componentes de la biota acuática: tienen un complejo ciclo de vida de un año o más viviendo en el medio acuático,  tienen una etapa de vida muy sensible al estrés ambiental, tienen un estilo de vida sésil (de escasa o nula movilidad en el hábitat), son muy abundantes y fáciles de recolectar, se pueden cultivar en el laboratorio y varían poco desde el punto de vista genético.

Ninfa de un Efemeróptero
Si encontramos un ave que esté especializada en la alimentación de estos pequeños animales bentónicos tendremos un buen candidato a bioindicador dentro del mundo de los vertebrados. Esta ave existe, es el mirlo acuático, una valiosa especie indicadora del nivel de contaminación de nuestros ríos y arroyos. En un estudio realizado en 35 arroyos del centro de Italia dirigido por el zoólogo italiano Alberto Sorace, los mirlos acuáticos estaban presentes en el 93.3% de las corrientes no contaminadas y ausentes del 93.7% de las contaminadas. El dato es suficientemente revelador.

Mirlo acuático (izquierda) y martín pescador (derecha)

Este pájaro comparte tamaño y hábitat con el martín pescador (Alcedo atthis) pero tiene una alimentación diferente, basada en invertebrados acuáticos. Es una especie asociada a ríos y arroyos de aguas limpias, bien oxigenadas, poco profundas y con abundantes piedras en el lecho. En estas aguas encuentra su alimento normalmente bajo los guijarros. Es muy sensible a la acidificación de las aguas. En el centro de la Península Ibérica evita arroyos cuyo pH sea de 8 o superior, y todos los estudios muestran una manifiesta correlación negativa entre el pH del agua y la abundancia de estas aves. En esto se diferencia del martín pescador, menos exigente con la calidad del agua, aunque más dependiente de un entorno con pesca abundante, ya que es una especie fundamentalmente piscívora, con un  65% de su dieta formada por peces que captura en rápidas zambullidas en el agua.


El mirlo acuático es un buceador experto que se ayuda del batido de sus alas para desplazarse, especialmente bajo el influjo de corrientes fuertes. En la captura de sus presas puede realizar inmersiones de 5-10 segundos. El buceo se ve favorecido por su plumaje denso y una membrana en la narina que se cierra en la inmersión para evitar la entrada de agua. Para voltear los guijarros se ayuda de un pico fino y algo recurvado hacia arriba. A pesar de las adaptaciones del mirlo acuático, su comportamiento de caza es costoso en términos energéticos. Para que esta forma de caza sea rentable en términos calóricos debe cazar muchas veces y seleccionar las presas de mayor tamaño entre las disponibles.

Estuches tubulares de Frigáneas
En su dieta hay una evidente preferencia por dos grupos de insectos acuáticos, las frigáneas y las efémeras, principalmente en sus fases larvarias. Las larvas de frigáneas suelen estar protegidas por un estuche tubular fabricado con microguijarros que el mirlo acuático es capaz de romper golpeándolo contra las rocas. Incluso puede llegar a ingerirlas con estuche si las larvas son pequeñas. A parte de estos insectos, que conforman las tres cuartas partes de su alimentación, también captura moluscos, crustáceos, gusanos, e incluso alevines de peces y renacuajos. También puede también alimentarse en tierra de otro tipo de insectos, incluso alados, y no desdeña los peces muertos que pueda encontrar en las orillas del río.


Se distribuyen de forma casi continua por toda la zona norte de la península, en áreas más fragmentadas por los Sistemas Central e Ibérico, y de modo muy disperso el sur de la Península, con poblaciones aisladas en los Montes de Toledo, Sierra Morena y Cordillera Penibética.

Mapa de distribución. Tomado del Atlas de las Aves Reproductoras de España SEO BIRDLIFE
Además de la ya citada acidificación de las aguas, la contaminación por nitratos y fosfatos procedentes de fertilizantes y aguas residuales, la deforestación de las riberas de los ríos, con el consiguiente arrastre de arenas que enturbian en exceso sus aguas, y la creciente red de embalses, canales o tomas de agua que alteran los cursos altos de los ríos, están degradando el hábitat de los mirlos acuáticos.


Finalizamos con un estupendo vídeo del fotógrafo polaco Miklós Heincz en el que se muestra la destreza con la que maniobran estos bellos e inquietos pájaros en los cursos rápidos de agua.


José Antonio López Isarría