17 diciembre 2021

El gran búho blanco

En muchas culturas, los búhos han sido considerados como los animales más misteriosos de la noche. Sus gritos tenebrosos y su mirada penetrante han llamado la atención no solo a los biólogos sino también al mundo de la literatura y la brujería. Se han asociado con la hechicería, la medicina, la climatología e, incluso, la muerte. No hay aves que hayan suscitado sensaciones tan opuestas. Según las creencias y tradiciones, han sido veneradas o temidas, admiradas o despreciadas.

Y entre todas ellas, ninguna tan bella e imponente como el búho nival (Bubo scandiacus), el depredador aviar más grande del Alto Ártico (por encima de la latitud 60º N) y uno de los búhos más grandes del mundo. Se distribuye por el norte de Laponia, norte de Siberia, Groenlandia, Alaska y norte de Canadá. La nota más característica de este búho es su plumaje blanco, óptimo para camuflarse en el ambiente en el que vive. Además, ha desarrollado otras adaptaciones que le permite vivir en los exigentes ambientes del Círculo polar ártico. Algunos estudios afirman que estos búhos tienen los valores de conducción térmica del plumaje más bajos que existen, sólo superados por el pingüino Adelia (Pygoscelis adeliae). Ambas especies rivalizan con los mamíferos mejor aislados, como la oveja de Dall (Ovis dalli) y el Zorro ártico (Vulpes lagopus), las criaturas polares dotadas de un mejor aislamiento térmico. 

Su hábitat natural es la tundra, con raras incursiones en bosques. Durante el invierno migra a latitudes más templadas y puede verse en praderas o dunas costeras. Es una especie rara divagante en España. El mes pasado llegaron a la costa asturiana dos ejemplares, un macho y una hembra, y otro a la costa de Cantabria, que posteriormente murió por agotamiento. Estas irrupciones invernales a latitudes menos frías ocurren en años de éxito reproductivo, con gran producción de migrantes juveniles. En Norteamérica existen numerosas citas de avistamientos invernales tan al sur como en Georgia, Kentucky, Carolina del Sur, California e incluso Hawái. En cambio, las irrupciones están menos documentadas en Eurasia, en parte debido a la escasez de este búho en el lado europeo. Aun así, hay citas en diversos puntos del área mediterránea, Crimea, el noroeste de la India, Corea y Japón.


Al contrario que la mayoría de los búhos, que duermen de día y cazan de noche, el búho nival también suele estar activo con luz, con un pico en las horas crepusculares del verano. Sus principales presas son los lemmings, pequeños  roedores que habitan en las tundras y praderas árticas. Hasta tal punto llega la especialización en la dieta que los esfuerzos de reproducción y el tamaño poblacional de esta gran rapaz están estrechamente relacionados con la abundancia de esos pequeños mamíferos. Más adelante volveremos sobre este punto.

Macho de búho nival con un lemning en su pico

Como la mayoría de las aves rapaces, muestra un dimorfismo sexual contrario al resto de las aves, ya que las hembras son más grandes que los machos. Además, los sexos también se diferencian por el patrón de las manchas oscuras en el plumaje blanco. El macho adulto es casi blanco níveo, con un disco facial poco definido y algunas manchas oscuras en las puntas de plumas primarias y secundarias. Su blanco es más puro que el de los osos polares (Ursus maritimus) y el zorro ártico (Vulpes lagopus). La hembra, en cambio, solo tiene blanco puro la cara, la parte superior del pecho y la parte interna de las alas. El resto del cuerpo presenta manchas y barras de color negro o marrón oscuro. Las crías son de color marrón grisáceo oscuro. En ambos sexos, los mechones de las orejas son tan pequeños que no son visibles.

Macho
Hembra

Esta rapaz fue popularizada por los libros de la autora británica J. K. Rowling. La lechuza Hedwig de Harry Potter es en realidad un búho nival. Aunque en las novelas se la identifica como hembra, para rodar las películas se utilizaron machos, quizá por exhibir un color blanco más brillante.

Tomado de https://www.youtube.com/watch?v=ilme-L4IVfA

El búho nival es un ave nómada, rara vez se reproduce en los mismos lugares o con las mismas parejas y, en ocasiones, rehúye el apareamiento si no hay presas suficientes para alimentar a las crías. Su carácter divagante y sus irrupciones inesperadas lo han convertido en un ave impredecible, difícil de estudiar. Aun así, contamos con estudios recientes que sugieren una disminución vertiginosa de sus efectivos. Mientras que la población mundial se llegó a estimar en más de 200.000 individuos en tiempos pasados (cifra seguramente sobreestimada), censos recientes más fiables sugieren que en la actualidad no se superarían los 28.000-30.000.

Si bien las causas no se conocen bien, numerosos factores ambientales relacionados con el calentamiento global pueden ser los causantes del declive poblacional de estos elegantes búhos. A medida que las temperaturas continúan aumentando, es probable que ciertos factores abióticos como el incremento de las lluvias y la reducción de la nieve afecten a las poblaciones de lemmings, el sustento principal de estas rapaces. Otras causas como la reducción del hielo marino, la modificación del comportamiento migratorio, los cambios en la composición de la vegetación y el aumento de enfermedades y parásitos también pueden influir de modo negativo.


Las poblaciones de lemming parecen ser muy sensibles al cambio climático. Cuando afrontan inviernos cálidos y cortos, sus ciclos poblacionales pueden llegar a colapsar. Al ser una especie clave en los ecosistemas de tundra, el cambio del tamaño poblacional del lemming provoca importantes efectos en cadena sobre sus depredadores. Un equipo de investigadores nórdicos del Centro de Investigación del Ártico coordinados por el biólogo danés  Niels M. Schmidt estudió la fluctuación de las poblaciones de estos micromamíferos durante un periodo de 22 años (1988-2010) en dos zonas de Groenlandia. Observaron cambios dramáticos en las poblaciones de dos especies de depredadores, el búho nival y el armiño, provocados por el brusco declive poblacional que sufrieron las poblaciones de lemmings en inviernos más templados de lo previsible durante ese periodo. El resultado fue que la producción de crías de búho nival disminuyó en un 98% y hubo indicios de una grave disminución de la población de armiños.

Lemning pardo siberiano (Lemmus sibiricus)

Los autores del estudio concluyen que si las poblaciones de lemming permanecen en la misma dinámica de baja densidad vista durante la década 2000-2010, el resultado probablemente será la extinción de sus poblaciones y un mayor empobrecimiento del gremio de depredadores endémicos del Ártico. En última instancia, esto podría causar impactos en cascada en toda la red trófica de la tundra, con consecuencias desconocidas y nada esperanzadoras para nuestro gran búho blanco.

Quiero terminar este artículo con una felicitación navideña elaborada a partir de una captura del fotógrafo norteamericano Kile Tansley  (merece la pena visitar su web).

Un saludo cordial a los lectores de este blog y un Feliz Año 2022.

José Antonio López Isarría