El título alude a uno de los refranes más conocidos en
España. Lo usamos para indicar que, una vez desbandado el grupo, cada uno debemos
volver a nuestras casas y ocuparnos de nuestros asuntos. Esta pequeña rapaz
nocturna ilustra el tema de este artículo en el que hablaremos de aves y
olivares.
El olivo (Olea domestica) es la forma doméstica del acebuche (Olea europea sylvestris), un árbol característico del bosque mediterráneo que acompaña a las encinas, los alcornoques y los quejigos. Los acebuches son los arboles más longevos del entorno mediterráneo. En nuestro país todavía quedan muestras de acebuchares en el sur de Andalucía, especialmente en zonas abrigadas de Cádiz. Estos olivos silvestres entraron en regresión por su querencia a ocupar suelos profundos, fértiles y llanos, es decir, los más aptos para la agricultura.
El olivo monumental de Ulldecona (Tarragona) es el árbol
fechado más antiguo de la Península. Tiene una edad estimada de más de 1.700 años. |
En general puede afirmarse que las aves que usan el olivar como refugio son en su mayoría sedentarias o migrantes que invernan en África meridional. Por el contrario, las que lo usan como cuartel de invernada, crían en el centro y norte de Europa.
España es el país con mayor superficie de olivar del mundo. Cerca de 2,5 millones de hectáreas están dedicadas a este cultivo, aproximadamente una cuarta parte de la superficie total mundial. Sólo en Andalucía hay cerca de millón y medio de hectáreas de olivar. En nuestro país ha tenido una expansión ininterrumpida hasta los años sesenta del siglo pasado, en los que se llegó a ocupar el 10% del total de la superficie labrada. Parece que su cultivo fue introducido por los fenicios (hacia el año 1050 a. C.) y se expandió durante la dominación romana hasta cobrar un auge sin precedentes en el siglo XIX.
El olivar tradicional era un
auténtico cultivo biológico, en el sentido actual del término, pues había una
relación estrecha entre el ganado de labor que aportaba fuerza de trabajo y
abonaba el terreno con su estiércol. Los olivares tenían un prado de
leguminosas bajo el dosel de los árboles que cumplía la doble función de
forraje para el ganado y abono de nitrógeno para el suelo. El estercolado,
además, aumentaba la temperatura del suelo y, junto a las labores tradicionales
de poda y saneado, defendía al cultivo de parásitos.
Por otra parte, los costes de recolección aumentaron sin que lo hiciera simultáneamente su rentabilidad. De forma continua e inexorable, se abandonaron fincas y se descuidaron los tratamientos de abonado biológico y poda. El resultado fue la rápida degradación de las plantaciones. Solo en los 4 años que van desde 1967 a 1971 el olivar se redujo a un ritmo de 30.000 hectáreas cada año.
En 2019 se publicó un informe en el que se advertía que más del 20% del olivar en España se encontraba en riesgo de abandono. Según dicho estudio, unas 130.000 hectáreas de olivar tradicional no mecanizable se encuentran ya en proceso de abandono, y más de 500 mil hectáreas repartidas en Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Cataluña y Aragón podrían desaparecer en la próxima década. Muchos de estos olivares son variedades autóctonas bien adaptadas a sus suelos y con propiedades exclusivas, por lo que su desaparición implicaría la pérdida gradual de aceites singulares.
Pero no todo son malas noticias. Desde 2015 se lleva a cabo un proyecto que ha ensayado un nuevo modelo de olivicultura para recuperar flora y fauna en olivares andaluces. Tras años de intenso trabajo de investigación, el proyecto ha constatado que el olivar tiene una extraordinaria capacidad para recuperar biodiversidad a partir de sencillas y económicas medidas de restauración cuya eficacia ha sido demostrada.
En la muestra estudiada de
olivares andaluces se censaron 165 especies de aves, con más de 100 géneros
representados, cerca de 500 especies de plantas herbáceas y más de 140 especies
de flora leñosa. Los resultados preliminares, a falta del análisis de otros
factores, indicaron que la ausencia de cubierta herbácea ha tenido un claro
impacto negativo en la salud ecológica de los olivares, mientras que su mantenimiento
ha impulsado la biodiversidad de aves a diversas escalas territoriales.
Los científicos elaboraron fichas
con 300.000 especímenes de flora y fauna en 40 olivares del sur de España
durante cinco años. El minucioso estudio determinó que, a pesar de que en las
últimas décadas los olivares se han dejado en el camino parte de su diversidad
biológica, aún suponen un importante refugio para muchas especies y, lo que es
más importante, hay cierto nivel de recolonización si se les ofrecen
condiciones aceptables de habitabilidad. Las abejas silvestres aumentaron un 47%, las aves
un 10%, las plantas herbáceas un 15% y las leñosas un espectacular 172%.
Sería deseable inventariar estas
zonas de vegetación natural inmersas en la matriz de olivar, reconocer su valor
ambiental e incentivar su rentabilidad con ayudas de la PAC, evitando así su
transformación en cultivos leñosos con la consecuente pérdida de biodiversidad de
la avifauna asociada.
José Antonio López Isarría