04 junio 2021

Resurrección

Una especie que se creía extinguida pero se redescubre con posterioridad se conoce en Biología como especie lázaro. Su nombre alude a Lázaro de Betania, el personaje bíblico resucitado de entre los muertos. Sin duda, el ejemplo más famoso es el celacanto, un pez abisal que se daba por extinguido desde la época de los dinosaurios, hace 65 millones de años y que fue redescubierto en 1938 por la naturalista sudafricana Marjorie Courtenay-Latimer.

Pez celacanto (Latimeria chalumnae)

En el mundo de las aves tenemos ejemplos más modestos, menos espectaculares. En mi opinión, uno de los más interesantes es el petrel de las Bermudas (Pterodroma cahow). Este procelariforme es conocido en esas islas atlánticas como cahow, un nombre derivado del estridente sonido de sus gritos.

En el siglo XVI, los marineros españoles utilizaban estas islas para abastecerse de víveres y como punto de referencia en sus incursiones contra los incas y otras civilizaciones. En ese momento, los cahows eran muy abundantes y formaban colonias densas y ruidosas. Estos marineros, como escribió el cosmógrafo español Diego Ramírez, capturaban hasta 400 aves cada noche para alimentarse. Además, los cerdos que introdujeron los conquistadores en las islas añadían más presión expoliando los nidos y comiendo sus huevos y polluelos.

Grupo de petreles de las Bermudas. Fotografía de Richard Crossley

Tal fue el impacto sobre las colonias de estas aves que cuando se instalaron los primeros colonos ingleses en 1609, ya no quedaba rastro de ellas en las islas principales. Los colonos también introdujeron otras especies exóticas, incluidas ratas, gatos y perros. Estos nuevos depredadores, junto con la quema y la deforestación extensiva durante las dos primeras décadas de asentamiento, redujeron aún más las menguadas poblaciones que todavía pervivían. En 1621, los petreles cahow ya no se veían por ninguna parte y durante los siguientes tres siglos se pensó que la especie estaba extinguida.

El redescubrimiento ocurrió en 1951. Se detectaron 14 parejas que criaban en madrigueras rocosas en tres islotes situados al nordeste de la isla principal. En una prospección llevada a cabo diez años después la cifra se elevó a un total de 18 madrigueras ocupadas. Desde entonces, gracias a sucesivos programas de recuperación de la especie, la población reproductora ha aumentado exponencialmente, duplicándose aproximadamente cada 22 años hasta llegar a un total de 124 parejas en 2018. El gráfico siguiente muestra el número de parejas reproductoras y pollos de cahows durante un período de 56 años (1962-2018).

Fuente: Cahow Recovery Program, For Bermuda’s Endangered NationalBird.

Estas aves pasan la mayor parte de su vida volando en mar abierto y sólo tocan tierra para nidificar. Se mueven desde la costa del Atlántico norte de los Estados Unidos y Canadá hasta las aguas de Europa occidental. Se alimentan de pequeños peces, calamares y unos crustáceos parecidos a los camarones. Unas glándulas especiales en sus fosas nasales (glándulas supraorbitales) en forma de tubo les permiten ingerir agua de mar. Estas glándulas filtran la sal y la expulsan mediante una especie de estornudo. 

Detalle de las glándulas supraorbitales

Este largo periodo de “desaparición” de la especie puede explicarse, en parte, por sus hábitos de reproducción, similares a otras especies del género  Pterodroma, con un éxodo de la pareja adulta previo a la época de cría, una puesta de un solo huevo anual que ambos parentales incuban durante mucho tiempo y un largo período de crecimiento de las crías. Durante más de 300 años, un puñado de supervivientes sobrevivieron refugiados en sus hábitos nocturnos, criando sin ser vistos en remotas madrigueras rocosas de islas exteriores.

Y es que los petreles de las Bermudas anidan en madrigueras bien camufladas y oscuras, a las que acceden por la noche. Sólo la mitad de los huevos de la colonia eclosionan. Sin embargo, la larga vida fértil de las aves, de 30 a 40 años, garantiza que la especie pueda sobrevivir siempre que existan lugares seguros para anidar. Los huevos son incubados por ambos congéneres durante casi dos meses. Machos y hembras se emparejan de por vida y, por lo general, regresan al mismo nido cada temporada de cría.

Desde 2001, el programa de recuperación de petreles cahow ha proporcionado madrigueras de reproducción seguras en la isla Nonsuch, ubicada cerca de los islotes de cría de los petreles. Algunas de estas madrigueras están equipadas con cámaras infrarrojas de transmisión en vivo.

Pareja de petreles de las Bermudas en Nonsuch Island,  28 de octubre de 2019.  (Cornell Labs Bermuda Cahowcam)

El ornitólogo y naturalista de Bermudas David B. Wingate  fue durante muchos años el responsable de este programa de recuperación de la especie. También se encargó de la restauración ecológica de la isla. Nonsuch era casi un desierto tras siglos de destrucción del hábitat debido a la tala de la vegetación autóctona para favorecer la agricultura, la construcción naval y el desarrollo residencial. Las medidas que se tomaron no buscaron tanto conservar lo que quedaba sino, más bien, recuperar lo que se había perdido. Se hizo una plantación masiva de vegetación nativa, sobre todo de cedros de Bermuda (Juniperus bermudiana), palmeras Bermuda (Sabal bermudana) y madera de olivo  (Cassine laneana). Como resultado, hoy existe un bosque cerrado bien establecido, similar al que se encontraron los primeros colonos en el siglo XVII. De este modo Wingate consiguió su objetivo de restaurar el hábitat en la isla Nonsuch para convertirlo en un sitio de nidificación viable para los cahow.

Isla Nonsuch (Bermudas)

A pesar de toda esta encomiable labor, la principal amenaza para el futuro de estas aves sigue siendo la falta de sitios de reproducción adecuados, con el 80% de los petreles cahow anidando en madrigueras artificiales. Además, hay una continua erosión en los islotes de cría más pequeños debido al impacto de los huracanes y al aumento del nivel del mar. En 2003, el huracán Fabián destruyó 15 madrigueras, y los restantes sufrieron daños que precisaron reparaciones urgentes. En 2010, el huracán Igor volvió a causar daños importantes a las madrigueras, y cuatro años después, el huracán Gonzalo, tardío en fechas, mató a 5 parejas que ya estaban criando. Estos daños son muy relevantes para una población cuyo censo mundial está actualmente en torno a 300 individuos. Todavía debemos saber más sobre su ecología y los recursos marinos que explotan para identificar los parámetros ambientales más influyentes en el éxito de la reproducción.

Los Procelariformes son un grupo de aves marinas que comprende 124 especies. Aquí se incluyen los albatros, fulmares, pardelas, paíños y potoyuncos, aves tan bien adaptadas a la vida en alta mar. En el dibujo inferior se muestran algunos ejemplos de sus géneros principales. (1) Albatros errante (Diomedea exulans). (2) Petrel moteado (Pterodroma inexpectata). (3) Pardela sombría (Puffinus griseus). (4) Potoyunco común (Peleicanoides urinatrix). (5) Petrel damero (Daption capense). (6) Paíño de Wilson (Oceanites oceanicus)

Dominan el aire y el agua gracias a sus plumajes impermeables, un diseño de patas retrasadas en el cuerpo con membranas entre los dedos para propulsarse en el agua, alas largas y estrechas que aprovechan al máximo el viento marino y un excelente sentido del olfato que les permite localizar sus presas y encontrar sus colonias.

Sin embargo, en tierra son más bien torpes. El hecho de tener las patas retrasadas hace que su barriga contacte con el suelo y la marcha resulta bastante torpe. Para no ser presa fácil de los depredadores terrestres, han desarrollado unos hábitos de vida muy singulares. Aproximadamente el 20% de las especies anidan en superficie, mientras que el resto se reproduce bajo tierra en madrigueras o grietas. Los que anidan en superficie son demasiado grandes para excavar o, al contrario, son especies de pequeña talla sin depredadores en sus colonias de cría. Las especies que anidan en madrigueras regresan a tierra por la noche, seguramente para escapar a la acción de los depredadores. Los petreles anidan de forma colonial, a menudo en concentraciones masivas que pueden superar los 2 millones de parejas reproductoras. Muchas especies realizan migraciones anuales regulares que, a veces, implican movimientos transecuatoriales.

Pareja de albatros ojerosos (Thalassarche melanophris) con su cría

Estas extraordinarias aves se están extinguiendo a un ritmo más rápido que cualquier otro orden de aves, con el 45% de los taxones existentes actualmente amenazados. Las principales causas de esta disminución son dos: los impactos de las especies exóticas invasoras en los sitios de anidación y la operación de las pesquerías de palangre comercial dentro de las áreas de alimentación de aves marinas. En el mar hay otras amenazas relacionadas con la pesca. Por un lado, las artes de pesca atrapan de forma involuntaria a más de 500.000 aves marinas al año. Por otro, la sobreexplotación pesquera hace que su principal alimento, peces y calamares, disminuya de forma considerable.

Los comportamientos adaptados a evitar la depredación en tierra (colonias inaccesibles, nidos bajo tierra y visitas nocturnas) combinados con su pequeño tamaño y su gran movilidad en el mar hacen de los petreles uno de los grupos de aves marinas menos conocido. Aunque algunas especies están bien estudiadas (y se utilizan, incluso, como bioindicadores de la salud oceánica), otras tienen importantes lagunas de conocimiento sobre su biología más básica. Nos falta información sobre cuestiones como sus áreas de reproducción, sus rutas migratorias y las relaciones entre especies cercanas.

La historia de los petreles cahow es un buen ejemplo de como un programa de recuperación costoso en el tiempo está siendo eficaz en los resultados. Ha permitido que la población reproductora de principios de la década de 1960 (con solo 18 parejas que aportaban un total de 7-8 pollos por año) haya aumentado a un número récord de 131 parejas reproductoras en 2019, con un total de 73 polluelos emplumados con éxito. Y todo ello a pesar de los numerosos problemas que aún encuentran en sus zonas de cría debido a la actividad de los huracanes y el aumento del nivel del mar, a la depredación por ratas invasoras que nadan desde Isla Bermuda hasta los islotes de cría, al número insuficiente de madrigueras seguras aptas para la nidificación y a la fuerte competencia con especies afines en nicho ecológico.

Pareja de cahows. Fotografía de Kate Sutherland

En un momento de extinción de especies animales como el que vivimos, hay que confiar en el excelente trabajo del equipo de biólogos del departamento de Conservación del Ministerio de Medio Ambiente de Bermudas. Gracias a su trabajo podemos disfrutar aún de esta formidable ave marina.
José Antonio López Isarría