Los nidos proporcionan
importantes beneficios a las aves ya que ofrecen un entorno seguro en el que
criar a la descendencia. A veces son tan sofisticados que exceden su función
primaria de servir de primer hogar a la prole. En algunas especies los machos los construyen
con esmero a la espera de que una hembra apruebe su diseño y acepte el emparejamiento.
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Macho de tejedor baya (Ploceus philippinus) en su nido |
La especie más conocida entre los
pájaros arquitectos es el tejedor común (Ploceus
cucullatus), un ploceido africano poco mayor que un gorrión común. El plumaje
reproductivo del macho es de un color amarillo intenso, con la cabeza negra, los
ojos rojos y un pico cónico robusto. Ocupa una gran variedad de hábitats, incluidos
cultivos y poblaciones humanas, donde convive en ruidosas colonias. Los machos
intentan seducir a las hembras no con su llamativo plumaje sino demostrando sus
habilidades en la construcción. Como ocurre en otras especies afines, los
papeles de cada sexo están bien diferenciados. El macho construye los nidos,
hasta 20 por temporada de cría, y la hembra incuba los huevos y cría a la descendencia.
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Tejedor común (Ploceus cucullatus) |
Establecen colonias reproductivas
en los árboles, en los que edifican un gran número de nidos que cuelgan de las
ramas. El nido está techado y tiene forma ovoide. El macho teje la estructura
con hierbas y tiras de hojas que arranca de palmeras. La hembra solo se ocupa
del revestimiento interno. Consta de una cámara esférica con un corto pasillo y
una entrada en la parte inferior. Mide 14-17 cm de largo y 11-13 cm de alto.
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Nido de tejedor común |
Cuando las hembras se aproximan a
los nidos, los machos esperan bajo la entrada batiendo las alas y emitiendo
reclamos de invitación. Tras un riguroso análisis de la calidad constructiva
del nido, las hembras deciden si el nido cumple los requisitos. Si dan su visto
bueno, ellas terminan de forrarlo por el interior. En caso contrario, rehúyen
el emparejamiento. Si una misma construcción es rechazada por varias hembras,
el macho suele destruirla y empezar otra nueva.
Este comportamiento debe estar
relacionado con un mecanismo de selección de la especie, pues sólo los más
aptos en la construcción de nidos lograrán aparearse, de manera que irá
perdurando la estirpe de los mejores tejedores. Así pues, un buen nido es una
garantía del éxito reproductivo de la especie. De hecho el tejedor común es una
de las aves más abundantes del África subsahariana.
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Nido de tejedor baya |
Pero entre los pájaros
constructores de nidos, siempre me ha parecido que la especie que se lleva el
premio al mejor diseño es el tejedor baya (Ploceus
philippinus). Sus nidos colgantes en forma de vasija son unas delicadas
construcciones tejidas con hojas de arroz y hojas de cicadáceas, unos arbustos de tamaño mediano
con forma de palmera. Estas aves han sido bien investigadas para conocer cómo
eligen las hembras los nidos y qué beneficios asociados aporta dicha elección.
Tienen el tamaño de un gorrión
(15 cm), con un plumaje no reproductivo en ambos sexos que recuerda al de las
hembras de los gorriones comunes. En cambio, los machos reproductores muestran
una corona de color amarillo brillante, máscara facial oscura y pecho amarillento.
Son aves gregarias, muy sociales, propensas a moverse en bandadas. Se alimentan
de semillas que recolectan en los campos de cultivo. Dependen de los pastos
silvestres y de los cultivos de arroz tanto para su alimentación como para
obtener material de construcción de los nidos. Sus movimientos estacionales se
rigen por la disponibilidad de alimento.
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Pareja de tejedores baya en el nido |
Estos pájaros arquitectos se
distribuyen por el subcontinente indio y el sudeste asiático en hábitats
similares a la sabana, especialmente cerca de tierras cultivadas. Se reproducen
durante la estación de lluvias monzónicas. Los machos construyen primero una
estructura básica (casco) suspendida de una rama. Encaramado en el casco, la
exhiben a las hembras visitantes. Si una de ellas acepta el diseño, completan la estructura final del nido. Una vez que se haya forrado el interior
de la cámara de cría, se produce la puesta de huevos por parte de la hembra,
que los incubará con escasa ayuda de su pareja. Los nidos completos adoptan la
forma de una vasija cerrada, con una abertura inferior en forma de tubo vertical
de longitud variable. Usan sus picos para extraer, tejer y anudar las hebras vegetales. Cada tira puede tener entre 20-40 cm de largo. Se sabe que un macho puede hacer 500 viajes hasta completar un nido.
En esta especie, el criterio de
selección que usan las hembras se basa más en la ubicación que en la propia arquitectura.
Por ejemplo, se cree que los sitios más seguros son aquellos que cuelgan de
árboles espinosos a una cierta altura desde el suelo. Además, los nidos de los
tejedores baya se construyen casi siempre en las ramas más externas de un
árbol para dificultar el acceso a los depredadores. A diferencia de otras
especies, la ocultación de nidos no es un factor que reduzca el riesgo de
depredación porque estos nidos son grandes, prominentes y están agrupados en
colonias.
La versión europea de los pájaros
tejedores es un ave pequeña de apenas 10 cm de longitud y 10 gr de peso que en
Aragón llaman “botijero” por la forma que tienen sus nidos. Hablamos del pájaro
moscón (Remiz pendulinus). Vive en
riberas arboladas, sobre todo en aquellas en las que abundan los álamos blancos
(Populus alba), su árbol favorito
para la nidificación. También habita en zonas marismeñas y pantanosas con
abundantes carrizos de Phragmites y Typha. Es un pájaro acrobático que se
mueve con agilidad entre las ramas de los árboles de un modo que recuerda a los
páridos.
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Pájaro moscón (Remiz pendulinus) |
Los machos empiezan a construir
el nido a la espera de atraer a las hembras. Éstas prefieren los nidos grandes
porque están mejor aislados. Cuando aceptan el emparejamiento se finaliza la
construcción del nido con su colaboración. El nido está situado normalmente
sobre ramas delgadas y flexibles. Para su elaboración, los machos recogen lana
de oveja que queda enganchada en los matorrales, hilachas de esparto y otras
fibras vegetales que encuentran en el campo. El moscón teje la estructura de
abajo arriba hasta completar una especie de cesto muy sólido con un embudo de
salida en la parte superior dotado de un mecanismo de apertura y cierre, a modo
de puerta de acceso. Un macho tarda en construir un nido una o dos semanas,
pero hay que tener en cuenta que en la parte final es ayudado por la hembra,
responsable de forrar y acondicionar el fondo.
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Nido pájaro moscón |
El peso medio de los nidos es de 30
gr. Sus dimensiones medias son 14 cm de alto por 8 cm de ancho. El fondo es la
parte más pesada, 2/3 partes del total. Al estar colgando de la rama, el centro
de gravedad queda tan bajo que evita movimientos oscilantes con viento fuerte.
Está tan bien calculado y enganchado en la rama que soporta vientos hasta de 80
km por hora. Según los estudios de los ornitólogos aragoneses Adolfo Aragüés y Javier Lucientes, el material de los nidos obtenidos por ellos en
Zaragoza era de un 21 % lana, el 77% amentos de chopo y el resto otras fibras
vegetales. Estos autores observaron que en el valle del Ebro existe una evidente
relación entre la aparición de los amentos de álamos y chopos, y el comienzo de
la construcción del nido. En condiciones normales, a finales de marzo o
principios de abril los machos comienzan a construir. Si por una meteorología
adversa se retrasa la disponibilidad de amentos, los moscones esperan hasta
finales de abril e incluso más tarde.
Cada macho no hace más de tres
nidos. La hembra visita uno a uno los nidos hasta que se decide a decorar
el que más le agrada. Lo rellena y forra con diversos materiales, sobre todo
plumas y musgo. La puesta normal es de 5-7 huevos que sólo ella incubará. Los machos visitan con frecuencia el nido pero sólo para alimentar a las hembras.
Esta especie suele tener éxito en
la reproducción ya que el nido está al abrigo de depredadores y oculto o disimulado por las hojas de los árboles. Los huevos yacen en un
colchón mullido y caliente que mantiene la incubación aunque la hembra se
ausente durante algún tiempo. Normalmente hacen dos puestas por temporada. Una vez
que los pollos abandonan el nido, vuelan en compañía de los adultos en pequeñas
bandadas que vagan por zonas pantanosas y carrizos de Phragmites y espadañas. Sus semillas forman una parte muy
importante de la alimentación durante el otoño e invierno, aunque también capturan
pequeños gusanos e insectos que encuentran entre la vegetación palustre.
Vídeo filmado en P. N. de las Tablas de Daimiel (Ciudad
Real, España) que muestra a un pájaro moscón tejiendo su nido
En los últimos 50 años se ha registrado un considerable aumento de su área de distribución en
España. Durante la década de 1970 se produjo una colonización hacia los valles del Duero y Tajo. En la década siguiente llegó a las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir. Esta expansión continúa en la actualidad, y ya nidifica a lo largo de las cuencas de los grandes ríos de la Península y sus afluentes principales. En invierno nos visita un importante contingente de migrantes europeos que ocupan casi todo el territorio peninsular.
Aparte del ya comentado éxito reproductor,
una posible explicación a esta expansión es la creación y
conservación de reservas con grandes zonas ocupadas por vegetación palustre,
con carrizo y enea. Así pues, nuestro pequeño arquitecto goza de excelente salud en la península ibérica.
José Antonio López Isarría