25 febrero 2021

Pájaros arquitectos

Los nidos proporcionan importantes beneficios a las aves ya que ofrecen un entorno seguro en el que criar a la descendencia. A veces son tan sofisticados que exceden su función primaria de servir de primer hogar a la prole. En algunas especies los machos los construyen con esmero a la espera de que una hembra apruebe su diseño y acepte el emparejamiento.

Macho de tejedor baya (Ploceus philippinus) en su nido

La especie más conocida entre los pájaros arquitectos es el tejedor común (Ploceus cucullatus), un ploceido africano poco mayor que un gorrión común. El plumaje reproductivo del macho es de un color amarillo intenso, con la cabeza negra, los ojos rojos y un pico cónico robusto. Ocupa una gran variedad de hábitats, incluidos cultivos y poblaciones humanas, donde convive en ruidosas colonias. Los machos intentan seducir a las hembras no con su llamativo plumaje sino demostrando sus habilidades en la construcción. Como ocurre en otras especies afines, los papeles de cada sexo están bien diferenciados. El macho construye los nidos, hasta 20 por temporada de cría, y la hembra incuba los huevos y cría a la descendencia.

Tejedor común (Ploceus cucullatus)
Establecen colonias reproductivas en los árboles, en los que edifican un gran número de nidos que cuelgan de las ramas. El nido está techado y tiene forma ovoide. El macho teje la estructura con hierbas y tiras de hojas que arranca de palmeras. La hembra solo se ocupa del revestimiento interno. Consta de una cámara esférica con un corto pasillo y una entrada en la parte inferior. Mide 14-17 cm de largo y 11-13 cm de alto.

Nido de tejedor común
Cuando las hembras se aproximan a los nidos, los machos esperan bajo la entrada batiendo las alas y emitiendo reclamos de invitación. Tras un riguroso análisis de la calidad constructiva del nido, las hembras deciden si el nido cumple los requisitos. Si dan su visto bueno, ellas terminan de forrarlo por el interior. En caso contrario, rehúyen el emparejamiento. Si una misma construcción es rechazada por varias hembras, el macho suele destruirla y empezar otra nueva.

Este comportamiento debe estar relacionado con un mecanismo de selección de la especie, pues sólo los más aptos en la construcción de nidos lograrán aparearse, de manera que irá perdurando la estirpe de los mejores tejedores. Así pues, un buen nido es una garantía del éxito reproductivo de la especie. De hecho el tejedor común es una de las aves más abundantes del África subsahariana.

Nido de tejedor baya
Pero entre los pájaros constructores de nidos, siempre me ha parecido que la especie que se lleva el premio al mejor diseño es el tejedor baya (Ploceus philippinus). Sus nidos colgantes en forma de vasija son unas delicadas construcciones tejidas con hojas de arroz y hojas de cicadáceas, unos arbustos de tamaño mediano con forma de palmera. Estas aves han sido bien investigadas para conocer cómo eligen las hembras los nidos y qué beneficios asociados aporta dicha elección.

Tienen el tamaño de un gorrión (15 cm), con un plumaje no reproductivo en ambos sexos que recuerda al de las hembras de los gorriones comunes. En cambio, los machos reproductores muestran una corona de color amarillo brillante, máscara facial oscura y pecho amarillento. Son aves gregarias, muy sociales, propensas a moverse en bandadas. Se alimentan de semillas que recolectan en los campos de cultivo. Dependen de los pastos silvestres y de los cultivos de arroz tanto para su alimentación como para obtener material de construcción de los nidos. Sus movimientos estacionales se rigen por la disponibilidad de alimento.

Pareja de tejedores baya en el nido
Estos pájaros arquitectos se distribuyen por el subcontinente indio y el sudeste asiático en hábitats similares a la sabana, especialmente cerca de tierras cultivadas. Se reproducen durante la estación de lluvias monzónicas. Los machos construyen primero una estructura básica (casco) suspendida de una rama. Encaramado en el casco, la exhiben a las hembras visitantes. Si una de ellas acepta el diseño, completan la estructura final del nido. Una vez que se haya forrado el interior de la cámara de cría, se produce la puesta de huevos por parte de la hembra, que los incubará con escasa ayuda de su pareja. Los nidos completos adoptan la forma de una vasija cerrada, con una abertura inferior en forma de tubo vertical de longitud variable. Usan sus picos para extraer, tejer y anudar las hebras vegetales. Cada tira puede tener entre 20-40 cm de largo. Se sabe que un macho puede hacer 500 viajes hasta completar un nido. 


En esta especie, el criterio de selección que usan las hembras se basa más en la ubicación que en la propia arquitectura. Por ejemplo, se cree que los sitios más seguros son aquellos que cuelgan de árboles espinosos a una cierta altura desde el suelo. Además, los nidos de los tejedores baya se construyen casi siempre en las ramas más externas de un árbol para dificultar el acceso a los depredadores. A diferencia de otras especies, la ocultación de nidos no es un factor que reduzca el riesgo de depredación porque estos nidos son grandes, prominentes y están agrupados en colonias.

La versión europea de los pájaros tejedores es un ave pequeña de apenas 10 cm de longitud y 10 gr de peso que en Aragón llaman “botijero” por la forma que tienen sus nidos. Hablamos del pájaro moscón (Remiz pendulinus). Vive en riberas arboladas, sobre todo en aquellas en las que abundan los álamos blancos (Populus alba), su árbol favorito para la nidificación. También habita en zonas marismeñas y pantanosas con abundantes carrizos de Phragmites y Typha. Es un pájaro acrobático que se mueve con agilidad entre las ramas de los árboles de un modo que recuerda a los páridos.

Pájaro moscón (Remiz pendulinus)
Los machos empiezan a construir el nido a la espera de atraer a las hembras. Éstas prefieren los nidos grandes porque están mejor aislados. Cuando aceptan el emparejamiento se finaliza la construcción del nido con su colaboración. El nido está situado normalmente sobre ramas delgadas y flexibles. Para su elaboración, los machos recogen lana de oveja que queda enganchada en los matorrales, hilachas de esparto y otras fibras vegetales que encuentran en el campo. El moscón teje la estructura de abajo arriba hasta completar una especie de cesto muy sólido con un embudo de salida en la parte superior dotado de un mecanismo de apertura y cierre, a modo de puerta de acceso. Un macho tarda en construir un nido una o dos semanas, pero hay que tener en cuenta que en la parte final es ayudado por la hembra, responsable de forrar y acondicionar el fondo.

Nido pájaro moscón 
El peso medio de los nidos es de 30 gr. Sus dimensiones medias son 14 cm de alto por 8 cm de ancho. El fondo es la parte más pesada, 2/3 partes del total. Al estar colgando de la rama, el centro de gravedad queda tan bajo que evita movimientos oscilantes con viento fuerte. Está tan bien calculado y enganchado en la rama que soporta vientos hasta de 80 km por hora. Según los estudios de los ornitólogos aragoneses Adolfo Aragüés y Javier Lucientes, el material de los nidos obtenidos por ellos en Zaragoza era de un 21 % lana, el 77% amentos de chopo y el resto otras fibras vegetales. Estos autores observaron que en el valle del Ebro existe una evidente relación entre la aparición de los amentos de álamos y chopos, y el comienzo de la construcción del nido. En condiciones normales, a finales de marzo o principios de abril los machos comienzan a construir. Si por una meteorología adversa se retrasa la disponibilidad de amentos, los moscones esperan hasta finales de abril e incluso más tarde.


Cada macho no hace más de tres nidos. La hembra visita uno a uno los nidos hasta que se decide a decorar el que más le agrada. Lo rellena y forra con diversos materiales, sobre todo plumas y musgo. La puesta normal es de 5-7 huevos que sólo ella incubará. Los machos visitan con frecuencia el nido pero sólo para alimentar a las hembras.

Esta especie suele tener éxito en la reproducción ya que el nido está al abrigo de depredadores y oculto o disimulado por las hojas de los árboles. Los huevos yacen en un colchón mullido y caliente que mantiene la incubación aunque la hembra se ausente durante algún tiempo. Normalmente hacen dos puestas por temporada. Una vez que los pollos abandonan el nido, vuelan en compañía de los adultos en pequeñas bandadas que vagan por zonas pantanosas y carrizos de Phragmites y espadañas. Sus semillas forman una parte muy importante de la alimentación durante el otoño e invierno, aunque también capturan pequeños gusanos e insectos que encuentran entre la vegetación palustre.

Vídeo filmado en P. N. de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real, España) que muestra a un pájaro moscón tejiendo su nido

En los últimos 50 años se ha registrado un considerable aumento de su área de distribución en España. Durante la década de 1970 se produjo una colonización hacia los valles del Duero y Tajo. En la década siguiente llegó a las cuencas del Guadiana y del Guadalquivir. Esta expansión continúa en la actualidad, y ya nidifica a lo largo de las cuencas de los grandes ríos de la Península y sus afluentes principales. En invierno nos visita un importante contingente de migrantes europeos que ocupan casi todo el territorio peninsular. 

Aparte del ya comentado éxito reproductor, una posible explicación a esta expansión es la creación y conservación de reservas con grandes zonas ocupadas por vegetación palustre, con carrizo y enea. Así pues, nuestro pequeño arquitecto goza de excelente salud en la península ibérica.

José Antonio López Isarría