14 junio 2019

Avutardas

La avutarda común (Otis tarda), es el ave más voluminosa de la Península Ibérica, una de las aves voladoras de mayor tamaño de la avifauna mundial. Debido a su gran peso, está casi en el límite que permite el vuelo. Los machos tienen una envergadura alar que puede superar los 2,5 metros, y en los meses de  marzo/abril representan una de las danzas más singulares que pueden verse en nuestras estepas cerealistas de secano.

Tarjeta postal de una avutarda, matasellada en Montilla en 2015. Tomado de  https://www.todocoleccion.net/sellos-tarjetas-maximas
La avutarda es una de las aves que muestra un mayor dimorfismo sexual. Esta diferencia se aprecia tanto desde el punto de vista morfológico como etológico. Los machos pueden alcanzar pesos de hasta 17-18 Kg  (hay citas de más de 20 kg) mientras que las hembras no pasan de 5-6 kg. También existen diferencias en el diseño y colorido del plumaje, especialmente en la época reproductora. Además del tamaño, el rasgo más distintivo de los machos adultos es un ramillete de finas plumas que nace a cada lado de la base del pico, a modo de bigotera. Aparece a partir de los 3 años y está plenamente desarrollada a los 6 años.

  


Es interesante remarcar la proporción de sexos sesgada ya desde la edad juvenil a favor de las hembras, en una ratio que oscila entre 1,5 a 4 hembras por macho, según las poblaciones. Durante la mayor parte del año, los machos y las hembras viven en grupos separados. Sólo se reúnen en la época de celo, y una vez que se ha producido la puesta, los grupos vuelven a dividirse. Esta segregación es social, no espacial, ya que comparten el mismo espacio pero en bandos separados. Se sabe que durante el verano se separan debido al rol reproductivo de hembras y machos, pero se desconoce por qué lo hacen el resto del año, quizá sea por las diferencias en su tamaño, dieta y comportamiento.

Hembra de avutarda
Las avutardas realizan cortos desplazamientos estacionales en busca de alimento y agua. En estos desplazamientos el comportamiento de ambos sexos es diferente. Los machos recorren más distancia, unos 80-100 Km, mientras que las hembras se permanecen más cerca de sus zonas de cría, y no se desplazan más de 40 y 50 km. Los machos abandonan antes el área de cría ya que no se ocupan de incubar los huevos y cuidar a los pollos, tarea reservada solo a las hembras.

Huevos de avutarda. Dibujo de Eduardo Pino Escudero
En España, la época de nidificación va de abril a junio, con una puesta que suele ser de 2-3 huevos de dimensiones parecidas a las que tienen los de un ganso, muy pequeños para su tamaño corporal. La hembra se dedica en solitario a las tareas de cría y no construye nido sino que excava en el suelo una leve depresión en la que deposita los huevos, que incuba durante 3-4 semanas. Los pollos recién nacidos son nidífugos, es decir, capaces de caminar inmediatamente tras el momento de la eclosión. Abandonan el nido en compañía de su madre, a la que acompañan durante varios meses. 8 de cada 10 pollos mueren en su primer año de vida, la mayoría víctimas de los depredadores, entre los que se cuentan las rapaces, los córvidos, zorros, tejones, o jabalíes.

Pollos de avutarda 
Al mes de vida ya efectúan cortos vuelos. La emancipación se produce antes en los machos que en las hembras. De hecho, éstas pueden permanecer con sus madres hasta la siguiente temporada de cría. Una vez se produce la emancipación, las avutardas jóvenes se agrupan temporalmente con otros individuos del mismo sexo y edad. Las avutardas adquieren la madurez sexual entre los 3 y 4 años de vida, pero no suelen reproducirse hasta los 5 o 6 años de edad.

Estas aves siempre han sido habitantes de zonas esteparias. El registro fósil muestra que ya en la era posterior a la última glaciación ocupaba las estepas frías de Europa central. Más tarde, el avance del bosque en gran parte de Europa redujo su área de distribución hasta que las masivas deforestaciones que ocurrieron en la Europa medieval ayudaron a que la avutarda fuera un animal común en los campos agrícolas de la vieja Europa. En los siglos XVII y XVIII alcanzó su máxima distribución pero el posterior abandono del sistema medieval de la rotación de cultivos, la mecanización de la agricultura a partir de la segunda mitad del siglo XIX y la construcción de tendidos eléctricos de alta y media tensión causó una drástica disminución de las poblaciones de avutardas. Desaparecieron en primer lugar las poblaciones situadas en los límites occidental (Islas Británicas) y septentrional (Suecia) de su distribución, zonas en las que a las causas referidas anteriormente se sumaba un clima poco favorable.

Hembra acompañada de dos jóvenes
En la actualidad, las avutardas ocupan de forma discontinua una amplia franja que se extiende desde la Península Ibérica y Marruecos en el Atlántico hasta la costa pacífica de China. Se estima una población mundial de 44.000 - 51.000 individuos (datos de 2008). La mayoría de ellos (casi un 90%) vive en Europa. Los lugares con mayor presencia de la avutarda son las mesetas españolas (que albergan el 60% de la población mundial), la llanura húngara y Rusia meridional. Las principales áreas de distribución en la Península Ibérica se reparten por Extremadura y las dos Castillas. Es posible ver avutardas en terrenos desarbolados y abiertos de llanura, y en los cultivos extensivos de cereal de Castilla y León, Navarra, Aragón, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura, Andalucía, Murcia y Portugal. La comunidad que más ejemplares alberga es Castilla y León seguida de Extremadura, Castilla-La Mancha y Madrid. Las avutardas del resto de poblaciones están muy amenazadas.

Machos en pleno cortejo sexual

El acontecimiento más espectacular en la vida de las avutardas es el cortejo de los machos a las hembras. Sólo los dominantes de cada grupo podrán optar por la reproducción, siguiendo un esquema poligínico, en el que cada uno de ellos fecunda a varias hembras. Éstas son, sin embargo, las encargadas de elegir al macho con el que desean aparearse. El cortejo nupcial  de esta especie,  popularmente conocido como “hacer la rueda”, ocurre generalmente a las horas del alba y del atardecer. En sus exhibiciones nupciales, los machos se agrupan en áreas de cortejo conocidas como “leks” y allí erizan las plumas, alzan la cola en forma de abanico y dejan caer las alas para mostrar el color blanco de su plumaje. Además, aumentan el grosor del cuello gracias al saco gular, una estructura hinchable exclusiva de los machos adultos, que parte del suelo de la cavidad bucal, bajo la lengua, y se ensancha durante las exhibiciones. Las hembras se acercan hacia estos lugares de reclamo y allí eligen a los machos de mayor edad y peso, y a los que pasan más tiempo exhibiéndose, que son los que tienen desarrollo más marcado de sus caracteres sexuales secundarios

Video de Jose Manuel Hiniesto

En nuestro país, el desarrollo agrícola ha transformado los ecosistemas meseteños iniciales en llanuras cerealistas, extensiones de herbáceas como el trigo, la avena, la cebada y la veza (algarroba). La dieta de la avutarda es omnívora y varía con las estaciones del año. En verano, casi la mitad de la ingesta de los adultos está compuesta de materia vegetal verde, un 40% de invertebrados y el resto de semillas. En invierno las semillas y la materia vegetal verde conforman casi la totalidad de la dieta. Al parecer la alfalfa (Medicago sativa), una planta forrajera con alto contenido en proteínas, y la veza (Vicia sativa) son el alimento preferido de las avutardas en España. Entre sus presas animales, destacan los insectos, y son el principal alimento de las jóvenes avutardas durante su primer verano para facilitar su crecimiento, aunque cambian a la dieta herbívora estacional de los adultos en invierno. Los coleópteros (escarabajos), los himenópteros (abejas, avispas, hormigas) y los ortópteros (grillos, saltamontes, langostas) son los insectos más consumidos.


La avutarda está catalogada como “vulnerable” en la mayor parte de España, lo que quiere decir que es una especie que ha sufrido una disminución de población muy rápida en épocas no lejanas y que posee una probabilidad de extinción del 10 % dentro de los siguientes 100 años. En las últimas décadas la intensificación agrícola (implantación de regadíos, abandono de prácticas extensivas tradicionales, roturación de pastizales naturales, pérdida de barbechos de larga duración),  la expansión urbanística y la proliferación de infraestructuras, y la colisión con tendidos eléctricos son las principales amenazas responsables de su delicado estado de conservación actual. La electrocución por colisión contra tendidos eléctricos es hoy una de las causas más importantes de mortalidad. Afecta sobre todo a machos adultos, ya que su gran tamaño les resta habilidad en el vuelo y les dificulta esquivar los cables, especialmente bajo condiciones de visibilidad reducida. También les puede afectar de la misma manera la existencia de alambradas y parques eólicos.

Ejemplar macho electrocutado
Hasta 1980 la caza de la avutarda era legal, situación que provocó un gran declive de sus poblaciones y la desaparición de muchos núcleos de reproducción. La presión cinegética llegó a ser tan alta que durante algunos años se cazaban unas 2000 avutardas al año. En la actualidad la caza es ilegal aunque hay episodios de furtivismo y muertes accidentales.
La búsqueda de un nuevo hábitat no es nada fácil para estas aves ya que muestran una escasa capacidad de colonización de nuevas áreas. Se adaptan muy mal a hábitats distintos a la estepa cerealista, por lo que si su propia “casa” se degrada tienden a concentrarse en otras estepas ya ocupadas por otras avutardas. Esto lleva a una competencia excesiva de individuos en espacios limitados.

Macho de avutarda. Detrás se aprecia un macho de sisón (Tetrax tetrax)

La avutarda selecciona su hábitat, por orden de preferencia, según los siguientes tipos de uso del suelo: cultivos de leguminosas y cereales, barbechos, campos arados y campos no cultivados. El tamaño del área de forrajeo en la especie está condicionada por el tipo de vegetación que existe, de modo que en aquellas áreas donde el sustrato está compuesto mayoritariamente por leguminosas, el área de alimentación es menor. Esto puede deberse a que al disponer de un recurso alimentario altamente nutritivo (leguminosas), la necesidad de la avutarda de contar con una amplia área de campeo para alimentarse se reduce. Por otro lado, se ha comprobado que en los cultivos de tipo extensivo existe una mayor densidad de artrópodos, lo que garantiza una mayor disponibilidad de alimento y recursos para la alimentación de los pollos.

Ante los riesgos que acechan a esta especie, buenas son las iniciativas de conservación que están en marcha en diversas zonas de nuestro país, con especial mención a las llamada Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA). La principal finalidad de esta figura administrativa de protección es paliar la pérdida de biodiversidad que ocasionan las actividades humanas asegurando la supervivencia a largo plazo de las especies y los hábitats más amenazados. Es el principal instrumento para la conservación de la naturaleza en los países de la Unión Europea. La designación como ZEPA de un territorio no supone expropiación o pérdida de titularidad de las propiedades incluidas en su ámbito. En estas zonas se pueden llevar a cabo todas aquellas actividades que no perjudiquen a las especies que la constituyen. Se pueden realizar, y a su vez se promueven, actividades agrarias, ganaderas y forestales. Se debe vigilar en extremo el urbanismo intensivo en estas zonas pues dañan irreversiblemente el hábitat  y contradicen el espíritu mismo de la conservación.


En el mapa superior, coloreada en rojo, se muestra la ZEPA de las estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares, que abarca una zona de 33.520 hectáreas. Comprende un conjunto de llanuras y lomas en el este de la provincia de Madrid, con cultivos extensivos de cereal (trigo y cebada) y pequeños eriales de tomillo y lavanda. Aquí viven casi 800 avutardas.

Durante esta primavera de 2019 se ha realizado el Censo Nacional de Avutarda Común, entre el 1 y el 20 de marzo se desarrolló en la mitad sur peninsular, y del 15 de marzo al 5 de abril en la mitad norte peninsular. Ha sido dirigido y coordinado por SEO BirdLife (VER). Una vez finalizado sabremos cómo evoluciona la población de esta formidable ave esteparia y la efectividad de sus planes de protección.

Fotografía de David Pascual Carpizo

José Antonio López Isarría