La Cetrería es una práctica cinegética tradicional que emplea aves rapaces adiestradas para cazar presas silvestres en su medio natural. En la actualidad es practicada en más de 70 países. La UNESCO la declaró en 2010 Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por tratarse de una “auténtica tradición social respetuosa con el medio ambiente que se transmite de generación en generación”.
El término “cetrería” viene
del latín “accipiter” que significa “ave
de rapiña”. De ahí derivaría el término “accipitraria”
para indicar el arte de cazar con dichas aves, y posteriormente habría
evolucionado a “aceptrería” y “cetrería”. Otros etimologistas
consideran que proviene de “acetrero”,
“acetor” (forma arcaica de azor).
La cetrería se originó hace
más de 4000 años en las planicies del Asia central, al norte y sur del Cáucaso,
y desde allí se difundió al resto del mundo, tanto oriental como occidental. A
través del gran imperio mongol de Genghis
Khan, esta práctica se introdujo en China, Corea, Japón y Oriente Medio.
Probablemente llegó a Europa alrededor del año 400 d.C., tras la invasión de
los hunos y los alanos.
Federico II Hohenstaufen. Rey de Sicilia, Chipre y Jerusalén. Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico |
En Europa, la época dorada
de la cetrería fue la Edad Media, desde el siglo VI hasta el siglo XVI. Debido al
gasto que suponía mantener un equipo de halcones y halconeros, fue una práctica
casi reservada para las clases nobles y la realeza. Se estableció una especie
de escala social según el tipo de rapaz que una persona portaba en su muñeca,
de forma que un rey llevaba un Halcón gerifalte, un conde un halcón peregrino,
un burgués hacendado un azor, un sacerdote un gavilán, y un criado un
cernícalo. A finales del siglo XVIII comenzó el declive de esta práctica,
cuando las armas de fuego pasaron a ser las herramientas preferidas para la
caza.
En la actualidad, el mayor experto español en cetrería es Javier
Ceballos. Geólogo de formación, ha dedicado la mayor parte de su producción
científica y divulgativa al mundo de las aves rapaces adiestradas para la caza.
Es autor de varios libros y documentales sobre el tema. Es miembro del jurado
del Falconry Festival que se celebra
cada tres años en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), el mayor y más importante
evento internacional de cetrería. Ha investigado en profundidad la
historia de esta práctica en España, y nos basaremos en él para ofrecer el
siguiente resumen.
Javier Ceballos |
Se puede generalizar que la
Cetrería española, y también europea, entró en declive a lo largo del siglo
XVIII y XIX. Se inicia entonces una lenta transición hacia una práctica
minoritaria, sostenida solo por el entusiasmo de los aficionados. Además del
enorme gasto de mantenimiento de los equipos de cetrería, la parcelación del
campo y la disminución de presas, otra importante causa de su recesión fueron
las armas de fuego. Resultaban más baratas que los costosos equipos de
halconeros, más fáciles de mantener, estaban siempre a punto, eran más
efectivas y nunca desfallecían.
A lo largo del siglo XX se
consolida la cetrería moderna en España. Su figura más representativa fue, sin ninguna
duda, Félix Rodríguez de la Fuente.
En 1962 el Gobierno español le encargó capturar dos halcones peregrinos para
ofrecérselos como regalo al rey Saud de Arabia Saudita, país al que viajó para
entregárselos y transmitir los conocimientos de la cultura cetrera ibérica. Este
monarca le financiaría años más tarde el rodaje de su primer documental,
titulado Señores del espacio,
dedicado precisamente a la cetrería.
Felix Rodríguez de la Fuente con un azor joven |
Los cetreros distinguen
entre aves rapaces de alto y bajo vuelo,
pues las presas capturadas en los lances son diferentes. Si son de bajo vuelo, las presas son mamíferos pequeños (ratones, liebres, conejos) o aves lentas.
Pertenecen a este grupo las águilas, las
aguilillas, los azores y los gavilanes, y se entrenan principalmente al guante
o lúa, guante que utilizan los
cetreros para protegerse de las garras de las rapaces. Si son de alto
vuelo, la caza se vuelve más especializada y se capturan presas como
palomas, garzas y patos entre otras. Esta cacería es característica de los
halcones y se entrenan al señuelo, pieza
hecha de piel cuya forma se asemeja a la de un pájaro y es usada en el
adiestramiento de las aves de presa.
Utensilios del cetrero: lúa, caperuza, pihuelas y cascabeles. Tomado de cetreriaweb.es y Enciclopedia Británica
Los colectivos ecologistas
nunca han visto con buenos ojos esta actividad cinegética. Denuncian casos de expolio
de puestas, captura y comercio ilegal de ejemplares salvajes y fraude de
certificados que “acreditan” la procedencia legal de ciertos especímenes. Recuerdan,
además, que ciertas reformas legislativas han incluido especies en peligro de
extinción como el águila perdicera (caso de Castilla-La Mancha), han ampliado
los calendarios y los terrenos cinegéticos para su práctica, y se están minimizando,
a su juicio, los casos de suelta o escape de aves foráneas, con el consiguiente
impacto sobre las poblaciones autóctonas.
Halcón peregrino (Falco peregrinus) |
Busardo mixto (Parabuteo unicinctus) |
Busardo colirrojo (Buteo jamaicensis) |
De otro lado, hay que
señalar que la contribución más importante de la cetrería al mundo de la
conservación se encuentra en el campo de la cría en cautividad y la
reintroducción en el medio natural. "Los cetreros han sido pioneros en la
cría en cautividad de halcones y otras rapaces, y ellos son los principales
criadores en la actualidad", afirma el doctor Tom J. Cale, creador del Peregrine
Fund en Estados Unidos. En Norteamérica se han soltado en los últimos 25
años más de 6.000 halcones peregrinos criados en estos centros, situando a la
especie fuera de la lista de aves en peligro de extinción.
En España hay unos 2.000
poseedores de aves de presa (pajareros
o tenedores se dice de los que solo
custodian aves de presa). De ellos, solo la mitad las entrenan y vuelan, y no
más de 400 se precian de auténticos cetreros porque salen a cazar. La
legislación actual exige documentación que pruebe la tenencia legal del pájaro
(el CITES o Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas
de Fauna y Flora Silvestres), una licencia de caza sin armas, un permiso del
coto y de la comunidad autónoma y un seguro específico. Las
competencias de regulación de la cetrería en España recaen en las Comunidades
Autónomas. En algunas regiones la cetrería se permite y se fomenta. Otras, la
regulan y se limitan a algunas de sus modalidades, otras no la contemplan en su
legislación, pero en ninguna se prohíbe.
Emiratos Árabes Unidos es el
país que cuenta con más aficionados a esta práctica cinegética. Con más de
20.000 cetreros en 83.000 kilómetros cuadrados, ejerce de enclave mundial del gremio.
En Abu Dhabi se celebra cada tres años el Falconry
Festival un macro evento en el que se dan cita cetreros de todo el mundo.
Hay exhibiciones, exposiciones y utillería divers para las aves.
La Sociedad Española de Ornitología
(SEO) considera que “la actividad cinegética en general y la cetrería en
particular pueden ser compatibles con la conservación de la naturaleza. Una
buena gestión cinegética ayuda a mantener la actividad rural y a conservar la
biodiversidad”. No obstante expresa ciertas reservas y propone 5 condiciones
que deben respetarse:
1.- Uso de unas pocas
especies de rapaces, preferentemente las utilizadas de forma tradicional en la
cetrería española.
2.- Garantías reales de que
las aves utilizadas proceden de cría en cautividad autorizada.
3.- Los ejemplares deben
estar equipados con emisores para su localización mediante telemetría en caso
de extravío y deben ser identificables mediante marcaje inalterable y prueba
genética tasada.
4.- La práctica de la
cetrería debe realizarse en lugares autorizados al efecto para evitar la caza
involuntaria de especies amenazadas, respetando las limitaciones generales de
la actividad cinegética para proteger a las especies objeto de aprovechamiento
(periodos de veda, etc.).
5.- Es necesaria una adecuada formación del cetrero, acreditada mediante una autorización
específica.
Respecto a las especies que
la SEO considera “autorizadas” para cetrería se advierte que deben proceder de cría
en cautividad, de progenitores nacidos a su vez en cautividad en centros
autorizados para ello. La lista se reduciría a especies autóctonas usadas de
forma tradicional en la cetrería española y que no se encuentran amenazadas como
el halcón peregrino “baharí” (Falco
peregrinus brookei) y el azor común (Accipiter
gentilis gentilis). También pueden autorizarse las especies foráneas cuyo uso
actual en cetrería está muy extendido en España, y su uso no supone una amenaza
para la fauna silvestre española ni para sus poblaciones de origen, caso del busardo
mixto (Parabuteo unicinctus), más
conocido en cetrería como “halcón de
Harris”, y el águila mora (Geranoaetus
melanoleucus). Todas estas aves deberán contar con un certificado de origen
geográfico, así como un certificado de esterilidad con el fin de evitar posibles
naturalizaciones en el territorio español.
Félix
Rodríguez de la Fuente escribió en uno de sus libros: "El cetrero moderno es un hombre de
espíritu sensible, de conocimientos naturales profundos y de espíritu proteccionista
sumamente arraigado. Con la cetrería conquisté el respeto a la libertad de
todos los seres vivos y la repugnancia más profunda ante lo que signifique dar
muerte a un animal mediante los procedimientos ventajosos y poco deportivos
empleados por tantos seres humanos".
Considerar la
práctica de la cetrería como un “arte” puede ser tan exagerado como denigrarla
a una forma más de cacería en el campo. Con la actual legislación, poco
desarrollada y muy desigual entre las diferentes Comunidades Autónomas, esta
modalidad cinegética puede no satisfacer las necesidades de la conservación de la naturaleza.
La Ley del
Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, establece el régimen jurídico
básico de la conservación, uso sostenible, mejora y restauración del patrimonio
natural y de la biodiversidad. Este debe ser el marco legal que regule la
cetrería, armonizando sus valores culturales con las debidas cautelas que piden organizaciones de la talla científica de la SEO.
José Antonio López Isarría