18 mayo 2019

¿Sexta extinción?

La biodiversidad de nuestro planeta está disminuyendo a un ritmo sin precedentes en la historia de la humanidad. El ritmo de extinción de las especies es tan acelerado que puede causar graves efectos en las poblaciones humanas de todo el mundo. Esta inquietante advertencia ha sido anunciada el pasado 4 de mayo en un informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).



El IPBES es la instancia científica mundial encargada de proporcionar a los gobernantes el mejor conocimiento disponible relativo a las poblaciones y la naturaleza. Su objetivo es influir en las decisiones de los políticos en temas relativos a la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, el bienestar humano a largo plazo y el desarrollo sostenible.

El informe, denominado Evaluación Global sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas, es el documento más completo realizado en este campo hasta la fecha. Ha sido elaborado por 145 científicos de 50 países en los últimos tres años, con contribuciones adicionales de otros 310 expertos. En él se evalúan los cambios ambientales en las últimas cinco décadas y nos ofrece una visión general de la relación entre las trayectorias de desarrollo económico y sus impactos en la naturaleza. El documento también avanza posibles escenarios para las próximas décadas.

 Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas marinos con una mayor biodiversidad
La salud de los ecosistemas, de los que dependemos junto a todas las demás especies, se deteriora más rápido que nunca. Estamos erosionando los cimientos de nuestras economías, medios de vida, seguridad alimentaria, salud y calidad de vida. El número total estimado de especies animales y vegetales en la Tierra es de unos  8 millones (incluyendo 5,5 millones de especies de insectos). La tasa actual de extinción de especies en el mundo es más alta que el promedio de los últimos 10 millones de años (quizá cientos de veces más alta). Se estima que alrededor de 1 millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, especialmente en las próximas décadas, algo inédito en la historia de la humanidad.

De todos los biomas de la Tierra, las selvas tropicales son las que tiene mayor diversidad de plantas
Desde 1900, la diversidad de especies locales en la mayoría de los grandes hábitats terrestres ha disminuido, como mínimo, en un 20% en promedio. Más del 40% de las especies de anfibios, casi el 33% de los arrecifes de coral y más de un tercio de todos los mamíferos marinos están amenazados. Casi 700 especies de vertebrados han desaparecido desde el siglo XVI. En lo que respecta a la ganadería, más del 9% de todas las razas de mamíferos domesticados ha desaparecido, y otras 1.000 razas están bajo amenaza. Esta pérdida es consecuencia directa de la actividad humana y representa una amenaza grave para nuestro bienestar en todas las regiones del mundo.

Tomado de https://www.ipbes.net/news/
Tres cuartas partes del medio terrestre y alrededor de dos terceras partes del medio marino han sido alteradas significativamente por la acción humana. En general, este efecto ha sido menos severo o se ha evitado en áreas de propiedad o manejo de los pueblos indígenas y comunidades locales. Se citan como principales agentes causantes de esta situación: los cambios en el uso de la tierra y el mar, la explotación directa de ciertos organismos, el cambio climático, la contaminación y la introducción de especies exóticas invasoras.

La extinción de especies biológicas ha sido un fenómeno natural a lo largo de los millones de años de historia evolutiva del planeta. Durante todo el tiempo geológico, las extinciones se han producido por cambios climáticos y del entorno (por ejemplo, periodos glaciales), y por la aparición de tipos nuevos de organismos mejor adaptados que desplazaron a los que antes existían. A través de la evolución, nuevas especies surgen mediante la especiación y otras desaparecen cuando ya no son capaces de sobrevivir en condiciones cambiantes o frente a otros competidores. Normalmente, una especie se extingue en los primeros 10 millones de años posteriores a su aparición, aunque algunas especies, denominadas fósiles vivientes, sobreviven prácticamente sin cambios durante cientos de millones de años.

Los Nautilus son unos moluscos marinos que se han mantenido prácticamente sin cambios durante 500
 millones de años. Son los únicos cefalópodos vivos con una estructura ósea exterior con forma de concha.

Desde que los organismos macroscópicos multicelulares complejos aparecieron en la Tierra se han detectado varios episodios de extinción masiva en el eón Fanerozoico. Esta división geológica de la historia de la Tierra abarca los últimos 540 millones de años, tiempo durante el cual los organismos vivientes ya toman formas complejas, evolucionan y se diversifican ampliamente. En los años transcurridos desde esta explosión de vida se calcula que han surgido 30.000 millones de variedades de seres vivos, de las que el 99,9% han desaparecido.

En el pasado de la historia reciente de la Tierra han ocurrido cinco episodios de extinción masiva, interrumpidos por periodos en los que la diversidad de los organismos se recuperó en alguna medida. Veamos un resumen rápido:

Extinción masiva del Ordovícico-Silúrico (hace unos 450 millones de años). Los grandes afectados fueron los seres marinos, los únicos pobladores del planeta. Desaparecieron el 50% de los corales y casi 100 familias biológicas, lo que representaba el 85% de las especies de aquella fauna. Una posible explicación sugiere que la primera parte del evento de extinción fue causada por una larga edad de hielo que provocó la formación de grandes glaciares en el supercontinente Gondwana y, en consecuencia, un descenso significativo del nivel del mar. La segunda parte, en cambio, pudo ocurrir tras la finalización de ese período frío, con el consiguiente deshielo de los glaciares y el posterior aumento del nivel del mar.

Extinción masiva del Devónico (hace unos 350 millones de años). En este evento desapareció el 77% de las especies, más de la mitad de los géneros y una quinta parte de las familias. Este episodio tuvo mayor influencia en mares que en continentes, y en las latitudes tropicales más que en las regiones templadas. De las 70 familias de peces que había, solo sobrevivieron 17. En los medios terrestres, las plantas vasculares no se vieron afectadas por esta pérdida general. Las causas de esta gran extinción se atribuyen a impactos de meteoritos, disminución de la temperatura global, reducción del dióxido de carbono y déficit de oxígeno.

Fósil de Trilobites
Extinción masiva del Pérmico-Triásico (hace unos 250 millones de años). El episodio de extinción y destrucción más devastador que la Tierra haya conocido nunca. Se extinguieron el 90% de todas las especies; el 96% de las especies marinas y el 70% de las especies terrestres. Los Trilobites desaparecieron para siempre. Las causas de esta gran hecatombe son variadas, episodios de vulcanismo extremo, impacto de un meteorito de gran tamaño,  explosión de una supernova cercana o liberación de grandes cantidades de gases invernadero. Los científicos creen que lo más probable es que no hubo una única causa sino más bien una combinación de varias. Algunos estudios han sugerido que los volcanes liberaron una ingente cantidad de gases, suficiente para desencadenar un fenómeno de cambio climático masivo. Las erupciones también causaron lluvia ácida y emitieron suficientes gases halógenos como para alterar la capa de ozono. La ceniza tóxica pudo haber asestado el golpe final.

Extinción masiva del Triásico-Jurásico (hace 210 millones de años). La tercera más catastrófica. Desapareció cerca del 20% de las familias biológicas marinas (aunque la mayoría de estos grupos se recuperaron al final del Jurásico) lo que equivale a aproximadamente a las tres cuartas partes de los invertebrados marinos. La causa fue probablemente volcánica.

Ammonites fósil (Cleoniceras Cleon) cortado y pulido para revelar la mineralización de las cámaras
 internas de flotación. La especie data de Cretácico Inferior (hace 100-140 millones de años)
Extinción masiva del Cretácico-Terciario (hace 65 millones de años). Es la más reciente y conocida, ya que supuso la extinción de los dinosaurios, que habitaron el planeta durante más de 150 millones de años. También supuso la desaparición repentina de otras muchas especies hoy reconocidos fósiles como los ammonites y los belemnites. Los grandes supervivientes, agraciados en la “lotería” de la evolución, fueron la mayor parte de las plantas, los invertebrados marinos, los peces, los insectos, los reptiles no dinosaurios y los mamíferos placentarios. Se apunta como principal causa el impacto de un gran meteorito (de unos 14 km de diámetro) en la zona de la actual península de Yucatán. Debido a la gran explosión generada en por el impacto, se levantaron ingentes cantidades de polvo al aire, impidiendo que la luz solar llegara hasta las plantas, alterando el efecto fotosintético y generando un desequilibrio en las cadenas tróficas de los ecosistemas afectados.


En relación a las aves, el 40% de las especies que habitan el planeta se hallan en declive poblacional y una de cada ocho está en situación de amenaza. Es la principal conclusión del informe  State of the World’s Birds 2018  sobre la salud de las poblaciones de aves en el mundo. En términos generales, las prácticas agrícolas insostenibles constituyen el mayor peligro para las aves. Le sigue el pernicioso efecto que tiene la introducción de especies exóticas invasoras y la caza. Además de estas amenazas, ya clásicas, los autores del estudio subrayan que el cambio climático representa una amenaza emergente y cada vez más grave. En estos momentos afecta a un tercio de las especies amenazadas y agrava la situación del resto de aves.

En la actualidad, más de 40 especies de aves se encuentran en "peligro crítico" de extinción en el mundo, según informes de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Seis de las once especies de buitres africanos,  muchas aves limícolas y zancudas, y otras especies tan emblemáticas como el frailecillo atlántico (Fratercula arctica), el cálao de yelmo (Rhinoplax vigil) o la tórtola europea (Streptopelia turtur).


Cálao de yelmo (Rhinoplax vigil)
En nuestro país tenemos 21 especies de aves incluidas en el Catálogo de Especies Amenazadas en la categoría “En Peligro de Extinción”

Las diez que se encuentran en mayor peligro.

1.    Urogallo (Tetrao urogallus)
2.    Cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris)
3.    Alcaudón chico (Lanius minor)
4.    Pardela balear (Puffinus mauretanicus)
5.    Milano real (Milvus milvus)
6.    Águila imperial (Aquila adalberti)
7.    Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
8.    Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala)
9.    Focha moruna (Fulica cristata)
10.  Escribano palustre (Emberiza schoeniclus)

Malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala)
Pardela balear (Puffinus mauretanicus)
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus)
Junto a estas diez especies, en España hay otras once que se encuentran seriamente amenazadas, muy escasas o con un área de distribución muy reducida, y que requieren una atención preferente de las administraciones competentes en los lugares que habitan para poner en marcha planes de protección y recuperación. Entre ellas se encuentran el avetoro común, el alimoche canario, el porrón pardo, el halcón tagarote, el torillo, la avutarda hubara, el zarapito real, el fumarel común, el arao común, el pico dorsiblanco y el pinzón azul de Gran Canaria.

Halcón tagarote (Falco pelegrinoides)

Alimoche canario (Neophron percnopterus majorensis)

Los paleontólogos afirman que en los períodos de extinción normal, es decir sin que intervenga ningún cataclismo, la pérdida es de una especie cada cuatro años. En la actualidad se extinguen entren 30.000 y 50.000 especies al año. Este ritmo de desapariciones sería comparable a las producidas en una de las cinco grandes crisis biológicas de la historia del Planeta. Claro que en este caso no serían originadas por un evento catastrófico como un masivo retroceso marino o la caída de un asteroide, sino por la incesante actividad “cultural” de nuestra especie. 


En palabras del paleontólogo Richard Leakey, “el Homo sapiens está ya maduro para ser el destructor más colosal de la historia. El crecimiento continuo de las poblaciones humanas en todos los rincones del mundo estrangula los hábitats vírgenes, ya sea por la expansión de la tierra cultivable, la construcción de ciudades y pueblos o el transporte de la infraestructura que los une. Conforme se reducen los hábitats, desciende igualmente la capacidad de la Tierra para sostener su herencia biológica. Por desgracia, nuestro impacto ha sido y es devastador. Si seguimos destruyendo el entorno como en la actualidad, la mitad de las especies del mundo se extinguirá a comienzos del próximo siglo. Aunque estamos condenados a la extinción, al igual que las demás especies que han existido, tenemos el imperativo ético de proteger la diversidad de la naturaleza, no de destruirla”.

José Antonio López Isarría