04 febrero 2019

Ejércitos invasores

Los bosques boreales de nuestro planeta forman un cinturón verde homogéneo en el que la temperatura es el factor ambiental que más condiciona sus límites geográficos. Las fronteras norte y sur se corresponden con las isotermas de 13º C y 18º C en julio, respectivamente. Estos valores térmicos hacen que se extiendan dentro de las fronteras de Rusia, Canadá, Alaska y los países escandinavos Suecia, Noruega y Finlandia. Ocupan una superficie superior a los 900 millones de hectáreas (el 29% de la masa boscosa de la Tierra).

Distribución de los bosques boreales en la Tierra

En este bioma, la cantidad de alimento disponible para las aves puede sufrir fuertes variaciones interanuales o presentar máximos y mínimos en intervalos no periódicos. Y cuando esto ocurre, pueden coincidir una alta densidad poblacional con un escaso stock de recursos nutritivos, por lo que los animales deben abandonar masivamente el área como forma inmediata de subsistencia. Estos movimientos de carácter irregular (no periódico) que realizan grupos muy numerosos de aves se conocen en ornitología como irrupciones o invasiones ya que se ocupan de forma masiva zonas donde habitualmente no existen o son escasas. En sentido estricto no son migraciones, ya que no respetan la condición de regularidad en el tiempo

Las especies más sensibles a este fenómeno son granívoras. Su alimento básico son las semillas, especialmente los piñones de coníferas. Entre ellas cabe mencionar, en Europa, al ampelis (Bombycilla garrulus) y algunos fringílidos, como el jilguero lúgano (Carduelis spinus) y el piquituerto (Loxia curvirostra)En Norteamérica, el ampelis americano (Bombycilla cedrorum), el carbonero boreal (Poecile hudsonicus) y el jilguero de los pinos, también llamado lúgano americano (Spinus pinus).

Jilguero lúgano (izquierda) y ampelis europeo (derecha)


Lúgano americano (derecha) y carbonero boreal (izquierda)

Desde hace pocos años hemos empezado a comprender el patrón climático que influye en estas irrupciones. Un equipo de investigadores dirigido por Courtenay Strong, del departamento de Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Utah, descubrió (VER) que la producción de semillas en un año determinado depende de las condiciones climáticas experimentadas durante los dos o tres años anteriores, de forma que es posible predecir invasiones con hasta dos años de antelación, al menos en el caso del más común de los migrantes irruptores, el lúgano americano. Esta especie es el resultado de la radiación evolutiva de los miembros del género Spinus de Norteamérica, cuya especie antecesora bien pudiera ser nuestro lúgano europeo (Carduelis  spinus). 

Estos investigadores encontraron que cuando el clima es húmedo, frío y desfavorable para la producción de semillas en una zona, era más cálido, seco y favorable para la producción de semillas en otra región, por lo que las aves siempre podían encontrar una zona con suficiente alimento moviéndose hacia otras áreas. Esta especie de "dipolo" climático sería el responsable de las irrupciones de aves en todo el continente.

En este interesante estudio se recurrió a la ingente base de datos recopilados por los observadores de aves aficionados, integrantes del proyecto FeederWatch (VER), una iniciativa de ciencia ciudadana dirigida por el Laboratorio de Ornitología de Cornell. Gracias al trabajo de miles de ornitólogos aficionados, existe un valioso registro de avistamientos de aves desde noviembre hasta principios de abril, con más de dos millones de observaciones de lúganos en el período 1989-2012.

Estos datos fenológicos se cruzaron con los registros climatológicos de la zona y se elaboró un mapa del movimiento de las poblaciones de estas aves irruptoras a escala continental. Los lúganos americanos se reproducen durante el verano en los bosques boreales de Canadá, que suministran las semillas suficientes para alimentar a sus poblaciones. Cuando las semillas son abundantes, los lúganos se quedan, en gran medida, en estos bosques durante el invierno.

Lúgano americano (Spinus pinus)
Pero cuando se produce un significativo descenso en la producción de semillas en los bosques de abetos y pinos, los pájaros se desplazan masivamente a otros lugares de invernada que garanticen una alimentación adecuada. Durante estos años de irrupción, las poblaciones de lúganos pueden desplazarse hasta zonas tan meridionales como los Montes Apalaches. Esto es lo que sucedió en los inviernos de 1989/90, 2003/04 y 2008/09.

El campo sombreado en azul indica el área de distribución del lúgano en Norteamérica. Las líneas negras muestran los límites norte y sur del dominio de observación del proyecto FeederWatch. El área rotulada en verde indica el dominio bioclimático de bosque boreal, y la intersección del bosque boreal y el área de distribución del lúgano (área punteada) se conoce como la “región BP”. Está ubicada principalmente en Canadá y dominada por abetos (Abies spp.), píceas (Picea spp.), alerces (Larix spp.) y pinos (Pinus spp.), que proporcionan un hábitat favorable para la residencia de los lúganos durante todo el año. El área delimitada por una línea roja se conoce como la “región AP”, y cuenta con bosques de coníferas de zonas altas y bosques mixtos caducifolios de tierras bajas típicos del este de los Estados Unidos, que abastecen de semillas de coníferas para los lúganos durante las irrupciones. Tomado del artículo original "Climatic dipoles drive two principal modes of North American boreal bird irruption"  de Court Strong y colaboradores.

En Europa, las aves más conocidas por sus irrupciones son los piquituertos. Se han documentado 11 episodios en la segunda mitad del siglo pasado: 1953, 1956, 1959, 1962-63, 1971-73, 1983, 1990 y 1997. Como se puede observar, algunas de estas invasiones ocurrieron en años consecutivos, otras en ciclos trianuales o en intervalos de 10 años, lo que muestra la irregularidad e imprevisibilidad del suceso.

Piquituerto (Loxia curvirostra)
El piquituerto se alimenta casi en exclusiva de piñones de coníferas. La parte superior de su pico se yuxtapone sobre la parte inferior para formar un gancho doble que le permite extraer las semillas de las piñas. Cuando la comida abunda, el pájaro reside todo el año en los bosques boreales, pero si escasea, se ve obligado a buscar hábitats mejor surtidos para sobrevivir.


Los piquituertos que llegan en el verano se distribuyen por todas partes buscando semillas de coníferas. Muchos mueren en un nuevo y desconocido hábitat que les ofrece semillas diferentes a las habituales de los abetos rojos (Picea abies) de sus bosques de origen. Otros permanecen aquí para criar en la primavera siguiente, y algunos retornan a sus áreas de cría en Escandinavia y Rusia. Allí, las semillas de los abetos se forman a finales de junio, permaneciendo todo el año, incluido el invierno, hasta que en abril o mayo de la primavera siguiente se abren las piñas y las semillas caen al suelo. Como sucede con la mayoría de las especies arbóreas, existe una considerable variación en las cosechas de fruto de unos años a otros.


Bando de piquituertos alimentandose en el suelo del bosque
Las irrupciones, por lo general, ocurren después de una temporada de gran éxito reproductivo. Esto trae como consecuencia un incremento significativo en la población de piquituertos, lo que activa el proceso irruptivo. Numerosos efectivos, guiados por individuos jóvenes, salen en busca de otros bosques de coníferas donde puedan alimentarse. Algunos ejemplares que recalan en el sur de España pueden hacer un viaje de más de 4.000 km.

Mapa de distribución de bosques de coníferas (verde oscuro) y frondosas (verde claro) de España


En la Península Ibérica, los bosques de coníferas de la mitad oeste poseen recursos aprovechables para estas aves. Durante el mes de enero, si se dan ciertas condiciones de insolación, se abren las piñas maduras de estas coníferas, especialmente las del Pino Negral (Pinus nigra) y Pino Albar (Pinus sylvestris), animadas por la benignidad de las temperaturas del mediodía. Esto permite mantener o atraer hacia estos enclaves montanos abundantes contingentes de piquituertos y otros fringílidos granívoros (lúganos, verderones serranos y jilgueros).

La investigación de plantea una última cuestión sobre el impacto del cambio climático global en los “dipolos” climáticos. La duda es si tal cambio puede interrumpir el acoplamiento entre el norte y el sur de tal manera que se desarrollen de modo simultáneo las condiciones desfavorables, dejando algunos años a estas aves sin suministro de semillas. La respuesta se desconoce. Los autores nos recuerdan que el bosque boreal es el bioma terrestre más grande del mundo y el hogar de más de la mitad de las especies de aves de América del Norte. Sugieren que la periodicidad de las irrupciones aviares, y su conexión con el clima, probablemente representa un indicador crítico de cómo la variabilidad del clima influye en la biota de Norteamérica. El cambio climático podría alterar la fuerza, la periodicidad, la sincronía o la orientación de los patrones irruptivos identificados aquí. Finalizan su reflexión indicando que será posible una comprensión más profunda de estas correlaciones a medida que se disponga de datos espacio-temporales más precisos, particularmente sobre la producción de semillas.

José Antonio López Isarría