12 noviembre 2018

El lenguaje de las aves

Las aves son capaces de transmitir mucha información con sus cantos y trinos. Indican la especie, el sexo y la identidad individual, señalizan los límites de sus territorios, desencadenan excitación sexual, curiosidad, alarma o temor en otros congéneres y sirven de herramienta de comunicación en vuelos y reagrupamientos. En Europa nadie interpreta mejor el lenguaje musical de las aves que los ruiseñores.



El trino de las aves se presenta bajo dos formas: reclamo (= notas de llamada) y canto. El reclamo presenta una estructura simple. Consiste en una o más explosiones de sonido, es emitido por ambos sexos y está adaptado a un fin específico: alarma, alimentación, control y orientación de bandos, etc.

Reclamo del pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

El canto es más complejo y más largo. En los climas templados suelen hacerlo sólo los machos durante la época de reproducción  mientras que en las regiones tropicales, los aprenden y entonan normalmente tanto machos como hembras.

A pesar de los indudables beneficios del canto hay que recordar que de las 10.000 especies de aves actuales, sólo la mitad son canoras. Son llamadas oscinas.

Canto del pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

Es tal la importancia que tienen estas señales en los animales, que se ha desarrollado un campo de investigación, denominado  Bioacústica, que estudia el comportamiento de la comunicación en las aves mediante señales sonoras. Esta disciplina se ha desarrollado mucho en los últimos cincuenta años gracias al avance de medios técnicos capaces de captar y almacenar los sonidos. Además, la revolución informática ha permitido transformar cualquier ordenador personal en una herramienta sofisticada de análisis de señales acústicas.

Sonograma del canto de un pinzón vulgar

Las aves desarrollan su canto en dos fases bien marcadas:

Fase 1ª: Los jóvenes memorizan modelos de canto durante los primeros meses de su vida. Durante las primeras semanas, las crías permanecen en el nido escuchando atentamente a un tutor, que acostumbra a ser su padre. Mientras escuchan, en su cerebro proliferan nuevas redes de neuronas. El sistema de control del canto es una red de núcleos discretos en el cerebro del ave que controla el aprendizaje y la producción del canto. Se reconocen principalmente tres núcleos: el centro vocal superior (HVC en el dibujo de abajo), el núcleo robusto del acropalio (RA, en el dibujo ) y el área X (Área X en el dibujo). Estas tres áreas aumentan de volumen en proporción directa con la tasa de emisión de cantos. En los polluelos que aún no han empezado a cantar, estas regiones son reducidas. Sin embargo, en el transcurso de las siguientes semanas y meses, crecen tanto en volumen como en número y en tamaño de células.

Esquema del encéfalo de una ave. Tomado de https://en.wikibooks.org

Fase 2ª: El ave ordena su repertorio imitando los modelos memorizados. En esta fase se forma una sintaxis de los sonidos y una adecuación del canto a un fin o motivo. Las jóvenes aves empiezan a explorar su propia voz. Comienzan con notas débiles y aleatorias. Al cabo de un tiempo ya son capaces de coordinar con precisión su siringe y empiezan a entonar sílabas reconocibles, aunque sin un orden concreto. Simplemente toma todos los sonidos que ha memorizado y los emite precipitadamente. Estos primeros esfuerzos se conocen con el nombre de subcanto y son como el balbuceo de un bebé: ruidosos, variables y exploratorios. Ayudan tanto a las aves como a los bebés humanos a controlar los músculos precisos para cantar y hablar.

El paso al nivel de canto depurado tiene lugar en el transcurso de las semanas y los meses posteriores, cuando los jóvenes ensayan sus trinos miles de veces. En cada ocasión escucha en busca de errores y los corrige, equiparando su propia vocalización al patrón de canto que ha memorizado. Un trino bien entonado provoca la descarga de sustancias químicas reconfortantes como la dopamina y ciertos opioides. La dopamina proporciona el impulso para cantar y los opiáceos son una recompensa en forma de premio .

Sobre este esquema general de codificación genética, los ornitólogos admiten ciertas variaciones debidas a la influencia directa del canto de sus vecinos (“dialectos”) y a ciertas limitaciones impuestas por factores ecológicos. Respecto a este último factor, se sabe que especies próximas que habitan ecosistemas distintos (selva y sabana) presentan marcadas diferencias en su tono, más grave en el medio denso (selva) y más agudo en el medio abierto (sabana). La tonalidad aguda aumentaría su alcance y mejoraría su función señalizadora. En estos casos, las leyes físicas de propagación del sonido modularían el programa genético.

Charles R. Darwin
Charles Darwin escribió que el canto de las aves es “la analogía más cercana que existe al lenguaje”. Ambos se aprenden mediante procesos similares, y tienen “ventanas” de aprendizaje en las que resulta más fácil establecer los circuitos cerebrales precisos. Además, en ambos, un progenitor u otro tutor se encarga de potenciar el aprendizaje. Por otra parte, existen pruebas biológicas sólidas que respaldan esta analogía: tanto aves como humanos utilizan circuitos cerebrales similares para producir sus vocalizaciones. Nuestros cerebros tienen regiones análogas a las de las aves: el área de Wernicke, que controla nuestra percepción del habla, es como las áreas de percepción del canto de las aves; el área de Broca, que dicta nuestra producción del habla, es como el área de producción de trino de un ave. En ambos sistemas existen conexiones formadas por millones de neuronas entre las áreas de percepción y las áreas motoras de producción de trinos o palabras.

Shigeru Miyagawa. Profesor de Lingüística del MIT


El profesor de Lingüística Shigeru Miyagawa incluso va un paso más allá. Sugiere que el lenguaje humano surgió a partir de una especie de fusión de los componentes melódicos de los cantos de las aves y tipos de comunicación más prácticos y dotados de contenido utilizados por otros primates. El lenguaje humano presenta dos capas: una capa léxica, en la que reside el contenido nuclear de una oración, similar a las voces de los primates, y una capa expresiva, más variable y más parecida al trino melódico de las aves. Aunque el canto de los pájaros carece de estructura léxica, las melodías aprendidas, en la forma de una canción completa, tienen un mismo significado (apareamiento, delimitación de territorio, etc.). Según Miyagawa, el lenguaje humano emerge de una fructífera combinación de ambas fórmulas de comunicación. De esta forma, podemos comunicar información esencial, como hacen los primates, pero, además contamos con un lenguaje con capacidad melódica, como el canto de las aves. No se insinúa que el canto de las aves diera origen al lenguaje humano, puesto que estos dos sistemas de comunicación no evolucionaron a partir de un ancestro común. Quizá, en algún momento entre los últimos 50.000-80.000 años, estos dos métodos de comunicación se fusionaron en la forma del lenguaje que reconocemos hoy en día. Como explica este investigador del MIT “ciertamente, el lenguaje humano es único, pero sus dos componentes tienen antecedentes en el mundo animal». Cómo ocurrió tal confluencia sigue siendo un enigma.

A pesar de las similitudes anteriormente detalladas entre lenguaje y canto, hay que resaltar que las aves tienen una capacidad única en el mundo de los animales vocalizadores: replican a la perfección los rasgos acústicos de un canto (las notas, los ritmos y las pausas), interpretación tras interpretación. Este fenómeno se conoce como coherencia vocal. Para conseguirlo se requiere una coordinación precisa de los músculos de las caras derecha e izquierda de la siringe y de los del sistema respiratorio, todo ello en cuestión de milisegundos. Esto exige mucha resistencia a la fatiga muscular, especialmente en los machos que cantan durante largos periodos de tiempo. Sabemos que las hembras parecen utilizar la precisión como un baremo fiable a partir del cual calibrar la actuación vocal de un macho. Estudios realizados en laboratorio demuestran que las hembras de diamante cebra de Timor (Taeniopygia guttata) muestran inclinación por los machos con trinos de cortejo más coherentes. En campo abierto, los machos de carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus) que emiten notas sibilantes más uniformes tienen más éxito sexual.

Carricero tordal (izquierda)  y diamante cebra de Timor (derecha)

Se ha postulado que un trino entonado con precisión podría señalar una capacidad cognitiva superior en el macho que lo emite. La hembra podría elegir a su pareja usando el trino como indicador de calidad cognitiva. Un buen macho cantor no sólo es mejor adquiriendo, memorizando y reproduciendo con fidelidad cantos sofisticados, sino que también será mejor desempeñando otras tareas mentales como la toma de decisiones y resolución de problemas; cuándo y qué comer, cómo evitar a los depredadores y cómo elegir los mejores territorios. Es decir, aquellos rasgos supuestamente más apreciados para una hembra que busque “buenos” genes para transmitir a su prole.

Daines Barrington, un abogado inglés, anticuario y naturalista del siglo XVIII, ideó una minuciosa plantilla de valoración de canto donde se tenía en cuenta la suavidad del tono, la extensión y la afinación de todos los pájaros británicos. El primer puesto lo ocupó el ruiseñor  (y el último, el gorrión). En el Reino Unido, estas melodiosas aves son conocidas como Nightingale, aludiendo a su conocida costumbre de cantar también por la noche. El canto del ruiseñor es sobresaliente tanto por su riqueza y variedad como por su vigor. La sucesión repetida de frases, de 2-5 segundos de duración, le sitúan a la cabeza de los cantores de la campiña europea. La mayoría de las notas emitidas son fuertes y claras, de gran riqueza y sentido musical, con ritmos variados.

Ruiseñor adulto cantando
El ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) es un pájaro escondedizo aunque no tímido cuando está cantando. Se mueve ágilmente entre arbustos bajos. Casi siempre se le observa solitario y normalmente es el macho el que se muestra. Las hembras son mucho más discretas. Es muy común en las riberas de los ríos, arroyos y lagunas con densa vegetación herbácea y arbustiva. También está presente en bosques húmedos con cierta cobertura de arbustos. En la mitad norte española se reproduce también en campiñas de cereal o pastizal con linderos de zarzas y arbustos.


Los ruiseñores cantan tanto de día como de noche con vigor, especialmente al amanecer y por la tarde. Su voz es fuerte y sonora, con gran riqueza de notas musicales. En cambio, a partir mediados de junio el canto nocturno pierde vigor, se hace más suave, más sostenido. Ahora los machos adultos enseñan a los jóvenes los patrones de su canto y éstos responden repitiendo las estrofas.

Ruiseñor joven 
Los jóvenes ruiseñores se desarrollan con rapidez, y abandonan el nido a los 10-12 días. Una vez fuera, se no se alejan de él, y allí son alimentados por sus padres todavía 15-20 días más. No se separan de los adultos ni siquiera de noche. Durante esta etapa de desarrollo,  los jóvenes machos cantan en un tono bajo y melodioso que va incorporando ya la gran variedad de notas que los adultos emiten. Este seudocanto se escucha durante toda la noche. Los ruiseñores jóvenes son independientes al cumplir el mes de edad.

Las poblaciones europeas son migradoras totales. Entre agosto y octubre se produce el paso otoñal por España, donde se canaliza la migración de las aves europeas, que invernan en África occidental y central. Como otras especies migradoras, guarda una extraordinaria fidelidad a sus zonas de cría. Año tras año vuelven al mismo lugar y los adultos pueden ser sustituidos por los jóvenes del año anterior si no sobreviven al viaje migratorio. De esta manera se forman tribus que tienen notas distintivas, a modo de “dialectos” locales.

El compositor de música norteamericano Simeon Cheney, que dedicó gran parte de su vida a escuchar el canto de los pájaros y a convertirlos en notas musicales, nos dejó esta hermosa reflexión: "...sólo los pájaros cantan. Son los artistas más delicados de la Naturaleza. No han aprendido nada de nosotros; aprender de ellos es nuestro placer. El corazón y el espíritu del hombre no tienen una deuda parecida con ninguno otro ser vivo..."

Finalizamos con el siguiente vídeo que nos muestra el melodioso trino del ruiseñor:

Vídeo del fotógrafo Paul Bunyard.
 Fuente: https://www.youtube.com/user/wildaboutimages/videos

José Antonio López Isarría