09 octubre 2018

El ruiseñor pechiazul

El concepto preferencia de hábitat es el proceso por el que un animal elige los componentes del hábitat que va a usar entre la oferta de recursos disponibles de su entorno. Un buen ejemplo para entender este concepto nos va a permitir conocer la biología de uno de los paseriformes más bellos de nuestra avifauna: el ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica).



Decíamos en un artículo anterior (ver enlace) que existe una estrecha relación entre la selección del lugar de residencia de las aves y la composición y estructura de la vegetación. De hecho, las características de la vegetación influyen en la distribución y abundancia de alimento, la existencia de refugios frente a depredadores y la disponibilidad de sitios para nidificar. Estos factores determinarán la capacidad adaptativa del animal, es decir,  la supervivencia o no del individuo.

El ruiseñor pechiazul es un pájaro pequeño y esbelto, con patas finas y largas. Debe su nombre al plumaje de los machos, con un característico color azul en la garganta y el pecho. A nivel mundial se reconocen 10 subespecies. Se diferencian en el tamaño del cuerpo, el tamaño y la coloración del medallón del babero de los machos (blanco, rojo o azul) y el grosor de las bandas blanca y rojiza situadas debajo del babero.

Subespecies cyanecula (marca gular blanca) y svecica  (marca gular roja) 

En Europa occidental se han diferenciado dos subespecies: svecica y cyanecula. La primera es norte-europea y se caracteriza por una marcada mancha gular roja que contrasta con el babero azul. En nuestra península vive la subespecie cyanecula, que puede tener una marca gular blanca o carecer de ella, es decir, con el babero completamente azul. No obstante hay muchas variedades locales en las poblaciones y cambios estacionales en la coloración. De hecho, en las poblaciones reproductoras del Sistema Central hay machos de babero enteramente azul, otros con medalla blanca, e incluso con marca gular pardo amarillenta. Las hembras se distinguen sólo por la configuración de color de la garganta y el pecho. Tienen una parte central blanquecina con bordes rayados de negro.

Las poblaciones norte y centroeuropeas son migradoras; a finales de verano inician el viaje de regreso a las zonas de invernada, en las sabanas africanas.  Algunas poblaciones ibéricas permanecen en la península durante el invierno en las zonas más cálidas. En España sólo se reproduce en el Sistema Central, la Cordillera Cantábrica y los Montes de León. En invierno, algunos individuos se instalan en humedales y desembocaduras de ríos en los litorales mediterráneo y atlántico, así como en zonas de la cuenca del Tajo y del Guadiana.

Mapa de distribución del pechiazul. En amarillo las áreas de cría. En azul las áreas de invernada. 
Fuente SEO/BIRDLIFE

Hace sesenta años, el ornitólogo inglés Ingran Collingwood  atribuyó a esta mancha blanca la función de un heliógrafo (instrumento que sirve para hacer señales visuales por medio de la reflexión de los rayos solares), y discutió su posible significado biológico. Explicó su aparente variabilidad sólo por fenómenos de reflexión en las plumas sedosas de dicha mancha, móviles y con una estructura diferente a la de la raza de  medalla roja.


La reproducción del pechiazul en España fue descubierta por el eminente ornitólogo británico Harry Forbes Witherby, editor y fundador de la revista British Birds. En junio de 1927, en su segunda visita a la Sierra de Gredos,  halló un nido en la parte baja de un arbusto, a una cota superior a 2.000 metros de altura. El nido tenía un huevo y 3 pollos recién nacidos. Dedujo que la puesta tuvo lugar en los primeros días de junio. La zona era rica en matorral de piorno serrano (Cytisus  purgans), con praderas de cervuno (Nardus stricta) y gramíneas de altura (Festuca sp.).


Piornal del Sistema central. Fotografía de Daniel Lopez (GredosDaniel ©)

Juan Arizaga, Javier García y Susana Suárez-Seoane han recopilado una exhaustiva información sobre la biología de esta especie. Durante el periodo de cría requiere vegetación de poca altura y densa con zonas abiertas. En España nidifica preferentemente en áreas montañosas donde ocupa zonas de matorral, principalmente piorno (Cytisus spp.), brezo (Erica spp.) y jara (Cistus spp.) generalmente entre 1.200 y 2.000 m de altitud. Prefiere zonas con bajas temperaturas, montañosas, con gran cantidad de matorral sobre suelos de  pastizal.

En la cordillera Cantábrica, el pechiazul se reproduce en suelos arcillosos cubiertos de matorrales densos de enebro (Juniperus communis), brezo, jaras, genista (Genista spp.) y pies dispersos de roble o encina. En las sierras de Guadarrama y Gredos, prefiere piornales densos de baja altura. Los piornales son formaciones de porte bajo o almohadillado. Forman el matorral potencial del límite superior del bosque en las montañas silíceas, aunque con frecuencia ocupan el sotobosque y las orlas de los últimos pisos forestales. Como vegeta­ción potencial, entran en contacto con pinares, haye­dos y robledales, y son reemplazados en altitud por pastos de alta montaña. Durante los pasos migratorios frecuenta humedales, principalmente carrizales, y pueden verse en muchas regiones de la Península.

Macho de Luscinia svecica cyanecula © Jari Peltomäki

La alimentación es en gran parte de origen animal. Captura muchos insectos en el suelo, pequeños coleópteros, insectos acuáticos y larvas, dípteros y sus larvas, lepidópteros, etc. También se citan en su dieta numerosos frutos de arbustos silvestres. Rara vez caza en el aire. Fuera de la época de cría también complementa su dieta con semillas y pequeños frutos.

Secuencia de canto. Video de Alejandro Jiménez

El macho emite un canto de celo cuya intensidad máxima se da en el momento de llegada a sus áreas de cría. El canto se lleva a cabo desde un punto alto y visible, casi nunca desde el suelo. Tras la puesta reduce mucho su actividad musical lo que sugiere que el papel del canto de los machos tendría como objetivo atraer a su pareja, no tanto delimitar y defender el territorio. Pueden emular o reproducir notas propias de otras aves canoras. Entre los trinos más comunes se reconocen fragmentos de la melodía de las alondras. Su reclamo de alarma es un sonido sibilante que recuerda al de las tarabillas y al de los colirrojos reales.

© Jari Peltomäki

El pechiazul es un pájaro huidizo, con querencia a caminar por el suelo, en especial las hembras. Los machos son visibles cuando cantan desde sus atalayas, pero las hembras rara vez salen al descubierto. Su actitud recuerda a la del petirrojo, pero camina más erguido y corre como una lavandera (Motacilla sp). Cuando se siente alarmado se oculta  con rapidez entre la vegetación. Tiene cierta reticencia al vuelo largo. Si se le asusta lo hace en vuelos de corto trecho. Come al descubierto y mueve la cola arriba y abajo o a los lados. Cuando la despliega muestra la mancha castaño-rojiza de la parte superior de las rectrices externas, quizá el rasgo más notorio de su plumaje dorsal.

Macho sin marca gular

El pechiazul es una especie territorial, tanto en época de cría como fuera de ella. El área de cría es defendida por los machos. Ambos sexos son solitarios fuera de la época reproductora. Existe una jerarquía social que condiciona el acceso al territorio, al alimento y a la pareja. Tienen prioridad los machos y los individuos con más experiencia.

El sobrepastoreo en sus áreas de residencia, las construcciones anejas a las estaciones de esquí, la desecación de arroyos para captar el agua que alimenta a los cañones de nieve artificial y las actividades de ocio no reguladas (senderismo, acampada, etc.) son las principales amenazas para esta ave. En el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas aparece como “De interés especial”.


Telesilla de las Guarramillas (sierra de Guadarrama)

José Antonio López Isarría