El concepto preferencia de hábitat es el proceso por el que un animal elige los componentes del hábitat que va a usar entre la oferta de recursos disponibles de su entorno. Un buen ejemplo para entender este concepto nos va a permitir conocer la biología de uno de los paseriformes más bellos de nuestra avifauna: el ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica).
Decíamos en un artículo
anterior (ver enlace) que
existe una estrecha relación entre la selección del lugar de residencia de las
aves y la composición y estructura de la vegetación. De hecho, las
características de la vegetación influyen en la distribución y abundancia de
alimento, la existencia de refugios frente a depredadores y la disponibilidad
de sitios para nidificar. Estos factores determinarán la capacidad adaptativa
del animal, es decir, la supervivencia o
no del individuo.
El ruiseñor pechiazul
es un pájaro pequeño y esbelto, con patas finas y largas. Debe su nombre al
plumaje de los machos, con un característico color azul en la garganta y el
pecho. A nivel mundial se reconocen 10 subespecies. Se diferencian en el tamaño
del cuerpo, el tamaño y la coloración del medallón del babero de los machos
(blanco, rojo o azul) y el grosor de las bandas blanca y rojiza situadas debajo
del babero.
Subespecies cyanecula (marca gular blanca) y svecica (marca gular roja)
En Europa occidental
se han diferenciado dos subespecies:
svecica y cyanecula. La primera
es norte-europea y se caracteriza por una marcada mancha gular roja que
contrasta con el babero azul. En nuestra península vive la subespecie cyanecula, que puede tener una marca
gular blanca o carecer de ella, es decir, con el babero completamente azul. No
obstante hay muchas variedades locales en las poblaciones y cambios
estacionales en la coloración. De hecho, en las poblaciones reproductoras del
Sistema Central hay machos de babero enteramente azul, otros con medalla blanca,
e incluso con marca gular pardo amarillenta. Las hembras se distinguen sólo por
la configuración de color de la garganta y el pecho. Tienen una parte central blanquecina
con bordes rayados de negro.
Las poblaciones norte
y centroeuropeas son migradoras; a finales de verano inician el viaje de
regreso a las zonas de invernada, en las sabanas africanas. Algunas poblaciones ibéricas permanecen en la península
durante el invierno en las zonas más cálidas. En España sólo se reproduce en el
Sistema Central, la Cordillera Cantábrica y los Montes de León. En invierno, algunos individuos se instalan en humedales y desembocaduras de ríos en los
litorales mediterráneo y atlántico, así como en zonas de la cuenca del Tajo y
del Guadiana.
Hace sesenta años, el
ornitólogo inglés Ingran Collingwood
atribuyó a esta mancha blanca la función de un heliógrafo (instrumento
que sirve para hacer señales visuales por medio de la reflexión de los rayos
solares), y discutió su posible significado biológico. Explicó su aparente
variabilidad sólo por fenómenos de reflexión en las plumas sedosas de dicha
mancha, móviles y con una estructura diferente a la de la raza de medalla roja.
La reproducción del
pechiazul en España fue descubierta por el eminente ornitólogo británico Harry Forbes Witherby, editor y fundador de la revista British Birds. En junio de 1927, en su segunda visita a la
Sierra de Gredos, halló un nido en
la parte baja de un arbusto, a una cota superior a 2.000 metros de altura. El
nido tenía un huevo y 3 pollos recién
nacidos. Dedujo que la puesta tuvo lugar en los primeros días de junio. La zona
era rica en matorral de piorno
serrano (Cytisus purgans), con praderas de cervuno (Nardus stricta) y gramíneas de altura (Festuca sp.).
Piornal del Sistema central. Fotografía de Daniel Lopez (GredosDaniel ©)
Juan Arizaga, Javier
García y Susana
Suárez-Seoane han recopilado
una exhaustiva información sobre la biología de esta especie. Durante el
periodo de cría requiere vegetación de poca altura y densa con zonas abiertas.
En España nidifica preferentemente en áreas montañosas donde ocupa zonas de
matorral, principalmente piorno (Cytisus
spp.), brezo (Erica spp.) y jara (Cistus spp.) generalmente entre 1.200 y
2.000 m de altitud. Prefiere zonas con bajas temperaturas, montañosas, con gran
cantidad de matorral sobre suelos de pastizal.
En la cordillera Cantábrica,
el pechiazul se reproduce en suelos arcillosos cubiertos de matorrales densos
de enebro (Juniperus communis),
brezo, jaras, genista (Genista spp.)
y pies dispersos de roble o encina. En
las sierras de Guadarrama y Gredos, prefiere piornales densos de baja altura. Los
piornales son formaciones de porte bajo o almohadillado. Forman el matorral
potencial del límite superior del bosque en las montañas silíceas, aunque con frecuencia
ocupan el sotobosque y las orlas de los últimos pisos forestales. Como vegetación
potencial, entran en contacto con pinares, hayedos y robledales, y son
reemplazados en altitud por pastos de alta montaña. Durante los pasos
migratorios frecuenta humedales, principalmente carrizales, y pueden verse en
muchas regiones de la Península.
Macho de Luscinia svecica cyanecula © Jari Peltomäki
La alimentación es en gran parte de origen animal. Captura muchos insectos en el
suelo, pequeños coleópteros, insectos acuáticos y larvas, dípteros y sus
larvas, lepidópteros, etc. También se citan en su dieta numerosos frutos de
arbustos silvestres. Rara vez caza en el aire. Fuera de la época
de cría también complementa su dieta con semillas y pequeños frutos.
Secuencia de canto. Video de Alejandro Jiménez
El macho emite un canto de
celo cuya intensidad máxima se da en el momento de llegada a sus áreas de cría.
El canto se lleva a cabo desde un punto alto y visible, casi nunca desde el
suelo. Tras la puesta reduce mucho su actividad musical lo que sugiere que el papel del canto de los machos tendría como objetivo atraer a su pareja, no tanto delimitar y defender el territorio. Pueden emular o reproducir notas propias de otras aves canoras. Entre los trinos más
comunes se reconocen fragmentos de la melodía de las alondras. Su reclamo de
alarma es un sonido sibilante que recuerda al de las tarabillas y al de los
colirrojos reales.
© Jari Peltomäki
El pechiazul es un pájaro huidizo,
con querencia a caminar por el suelo, en especial las hembras. Los machos son
visibles cuando cantan desde sus atalayas, pero las hembras rara vez salen al
descubierto. Su actitud recuerda a la del petirrojo, pero camina más erguido y corre como una lavandera (Motacilla sp). Cuando se siente alarmado se oculta con rapidez entre la vegetación. Tiene cierta reticencia al vuelo
largo. Si se le asusta lo hace en vuelos de corto trecho. Come al descubierto y
mueve la cola arriba y abajo o a los lados. Cuando la despliega muestra la
mancha castaño-rojiza de la parte superior de las rectrices externas, quizá el
rasgo más notorio de su plumaje dorsal.
Macho sin marca gular
El pechiazul es una especie territorial,
tanto en época de cría como fuera de ella. El área de cría es defendida por los
machos. Ambos sexos son solitarios fuera de la época reproductora. Existe una jerarquía
social que condiciona el acceso al territorio, al alimento y a la pareja. Tienen
prioridad los machos y los individuos con más experiencia.
El sobrepastoreo en sus áreas
de residencia, las construcciones anejas a las estaciones de esquí, la desecación de arroyos para captar el agua que alimenta a los
cañones de nieve artificial y las actividades de ocio no reguladas (senderismo,
acampada, etc.) son las principales amenazas para esta ave. En el Catálogo
Nacional de Especies Amenazadas aparece como “De interés especial”.
Telesilla de las Guarramillas (sierra de Guadarrama)
José Antonio López Isarría