El gran naturalista Alfred Russel Wallace escribió en 1869 que la isla de Nueva Guinea era "la mayor terra incógnita que aún quedaba por explorar, la única región en la que se pueden encontrar formas de vida inimaginables”. Casi siglo y medio después, en 2005, el ornitólogo Bruce Beehler dirigió una expedición de biólogos estadounidenses, australianos e indonesios a las montañas Foja (Papúa/Nueva Guinea) con el objetivo de encontrar especies nuevas en la selva más inexplorada de Asia. Y allí encontraron una biodiversidad única.
Vista aérea de las Montañas Foja (Papúa/Nueva Guinea) |
En un pequeño territorio limitado a su campamento base, durante 15 días de estancia descubrieron más de 40 especies nuevas de vegetales, anfibios, reptiles, lepidópteros, mamíferos y aves. Entre las aves, los científicos descubrieron una especie nueva de paseriforme (de la familia Meliphagidae) que denominaron Melipotes carolae y fotografiaron, por primera vez en la historia, ejemplares de dos especies de aves del paraíso, Parotia berlepschi y Amblyornis flavifrons.
Mielero de Carlota (Melipotes carolae) |
La historia de las montañas
Foja como un paraíso natural comienza a mediados de la década de 1890, cuando
un cargamento de aves disecadas llegó a Europa desde Nueva Guinea para su uso en la confección de adornos de sombreros femeninos. Algunos de los especímenes
más singulares de este lote fueron apartados por un comerciante holandés que decidió enviarlos a naturalistas expertos. Una de las aves acabó en las manos del zoólogo y político
inglés Walter Rothschild. Tenía una cresta eréctil dorada desde la
frente hasta la nuca. La clasificó en 1895 como especie nueva y la denominó Amblyornis flavifrons, hoy conocida como
“ave del paraíso de cabeza dorada”.
Amblyornis flavifrons (izquierda) y Parotia berlepschi (derecha)
Otro espécimen distinto fue
remitido a un museo de historia natural de Alemania. Dos años después, el
eminente ornitólogo Otto Kleinschmidt
denominó a esta nueva especie como Parotia
berlepschi, hoy conocida como “ave del paraíso de Berlepsch”. En las décadas siguientes, un buen número
de ornitólogos llevaron a cabo expediciones a Nueva Guinea occidental con el
fin de estudiar la biología de estas dos especies tan exóticas. En 1979, el biólogo Jared Diamond viajó a las las Montañas
Foja con un pequeño equipo de investigadores. Fue el primer ornitólogo
occidental que observó en su hábitat natural al ave del paraíso de frente
dorada. Nos contó cómo durante el cortejo nupcial, los machos construyen unas
pequeñas torres de ramitas entrelazadas (“bowers”)
de hasta 1,5 metros de altura decoradas con bayas verdes, amarillas y azules. El
descubrimiento de Diamond tuvo un extraordinario eco en la prensa mundial. Su trabajo fue usado
como tema de portada en la prestigiosa revista Science.
Ave del paraíso de frente dorada construyendo una torre para el cortejo nupcial |
Actualmente la ciencia ha
descrito entre 1,5 y 2 millones de especies vivas. Algunos autores sostienen que
podrían existir entre 8-30 millones. Si nos movemos en la
banda baja del rango (8 millones), estaríamos afirmando que sólo conocemos 1/4
parte de las especies del planeta. Los trópicos, que
representan una 1/5 de la tierra emergida del planeta, albergan la mayor
biodiversidad del planeta. Dentro de esta zona geográfica, las áreas más ricas
en especies son los bosques tropicales húmedos o pluvisilvas (selvas tropicales).
Se estima que estos bosques (solo el 6% de la superficie mundial) pueden
albergar casi las tres cuartas partes de las especies vivas del planeta.
Dosel arbóreo y selva virgen de las montañas Foja
Los bosques centroeuropeos
tienen inventariadas unas 50 especies de árboles en total. Los bosques de
Norteamérica, unas 170 sp. Si sirve como patrón de comparación, en una
superficie de 10 kilómetros cuadrados de superficie de selva tropical pueden convivir
más de 700 especies de árboles. En Borneo (sudeste asiático) se pueden
encontrar 3.200 especies vegetales en solo 100 hectáreas de selva. De hecho,
una extensión de 1/2 kilómetro cuadrado en algunos bosques tropicales contiene más
especies de árboles que toda la masa terrestre de Europa y América del Norte
combinadas.
Biodiversidad es
el término por el que se hace referencia a la amplia variedad de seres vivos
sobre la Tierra. La biodiversidad comprende también la variedad de ecosistemas
y las diferencias genéticas dentro de cada especie.
Un punto caliente de biodiversidad o "hotspot" es un área del territorio en la que hay una especial
concentración de biodiversidad amenazada. El término fue acuñado por el ecólogo
británico Norman Myers en el año
1988. Para que una región sea calificada
como hotspot se deben cumplir dos condiciones
específicas:
1.- Debe albergar más del
0,5% de las especies vegetales vasculares del mundo en calidad de “endémicas” (es
decir, un mínimo de 1.500 sp). Las especies son endémicas de una región cuando
crecen de forma natural exclusivamente en esa región.
2.- Debe tener un 30% o
menos de su vegetación natural original, lo que significa que han perdido ya al menos el 70% de su
superficie originaria.
Hay en el mundo 35 áreas
califican como hotspot. Representan
solo poco más del 2% de la superficie terrestre, pero tienen más de la mitad de
las especies vegetales endémicas del mundo y más del 40% de especies de aves,
mamíferos, reptiles y anfibios endémicos del planeta.
Los bosques tropicales del
sudeste de Asia son más ricos en especies que los de África. Esto se debe a que
África tiene principalmente bosques estacionales con precipitaciones
relativamente bajas y una larga historia de intervención humana. Los bosques
primarios (vírgenes) tienen una mayor biodiversidad que los bosques de
sustitución. En Papúa Nueva Guinea, la
deforestación de bosque primario y su sustitución por monocultivo de palma de
aceite (Elaeis guineensis) está provocado una preocupante disminución de
las poblaciones de aves autóctonas. Solo en Malasia e Indonesia se concentra el 85 % de la producción mundial de aceite de palma.
Sustitución de bosque primario por monocultivo de palma de aceite (Elaeis guineensis) en Mongabay (Indonesia) |
A escala global, un total de
153 especies de aves se han extinguido desde 1500. La tasa de extinciones en
los continentes parece que aumenta, en gran medida como consecuencia de la
extensiva y creciente destrucción de los hábitats. En la última evaluación
realizada en 2008 por BirdLife
International, 1.226 especies (una de cada ocho del total) fueron consideradas
como “en peligro de extinción”. Entre las especies amenazadas, hay proporciones
elevadas en los albatros (82%), grullas (60%), loros (27%), faisanes (23%) y
palomas (20%). En general, las especies con más probabilidad de encontrarse amenazadas
son aquellas que tienen tamaños corporales grandes y las que tienen baja tasa
reproductiva.
Los motivos que llevan a la
disminución de poblaciones de aves son muy diversos. La agricultura, la tala de
árboles y el efecto de las especies invasoras son las tres causas más graves,
afectando respectivamente a 1.065 (87%), 668 (55%) y 625 (51%) de las especies
globalmente amenazadas. En todos estos casos, la especie humana ha jugado un
papel protagonista. Hemos usado las aves como recurso (para
algún fin en nuestro beneficio) en casi la mitad de las 10.000 especies conocidas. Más de
un tercio de las especies de aves sirven de mascotas y aproximadamente una de
cada siete es cazada para servir de alimento.
Bruce Beehler con un ejemplar de "mielero de carlota" (Melipotes carolae) |
La pérdida de biodiversidad
es un problema de muy graves consecuencias ambientales. Como puso de manifiesto
el propio Bruce Beehler, la
situación es comparable a la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de
años. Esta vez no se trata de un lejano meteorito, sino de una especie de
apellido sapiens que ha
autoproclamado su hegemonía en el planeta.
José Antonio López Isarría