18 septiembre 2018

Biodiversidad

El gran naturalista Alfred Russel Wallace escribió en 1869  que la isla de Nueva Guinea era "la mayor terra incógnita que aún quedaba por explorar, la única región en la que se pueden encontrar formas de vida inimaginables”. Casi siglo y medio después, en 2005, el ornitólogo Bruce Beehler dirigió una expedición de biólogos estadounidenses, australianos e indonesios a las montañas Foja (Papúa/Nueva Guinea) con el objetivo de encontrar especies nuevas en la selva más inexplorada de Asia.  Y allí encontraron una biodiversidad única. 

Vista aérea de las Montañas Foja (Papúa/Nueva Guinea)

En un pequeño territorio limitado a su campamento base, durante 15 días de estancia descubrieron más de 40 especies nuevas de vegetales, anfibios, reptiles, lepidópteros, mamíferos y aves. Entre las aves, los científicos descubrieron una especie nueva de paseriforme (de la familia
Meliphagidae) que denominaron Melipotes carolae y fotografiaron, por primera vez en la historia, ejemplares de dos especies de aves del paraíso, Parotia berlepschi y Amblyornis flavifrons.

 Mielero de Carlota (Melipotes carolae)
La historia de las montañas Foja como un paraíso natural comienza a mediados de la década de 1890, cuando un cargamento de aves disecadas llegó a Europa desde Nueva Guinea para su uso en la confección de adornos de sombreros femeninos. Algunos de los especímenes más singulares de este lote fueron apartados por un comerciante holandés que decidió enviarlos a naturalistas expertos. Una de las aves acabó en las manos del zoólogo y político inglés Walter Rothschild. Tenía una cresta eréctil dorada desde la frente hasta la nuca. La clasificó en 1895 como especie nueva y la denominó Amblyornis flavifrons, hoy conocida como “ave del paraíso de cabeza dorada”.

Amblyornis flavifrons (izquierda) y Parotia berlepschi (derecha)

Otro espécimen distinto fue remitido a un museo de historia natural de Alemania. Dos años después, el eminente ornitólogo Otto Kleinschmidt denominó a esta nueva especie como Parotia berlepschi, hoy conocida como “ave del paraíso de Berlepsch”. En las décadas siguientes, un buen número de ornitólogos llevaron a cabo expediciones a Nueva Guinea occidental con el fin de estudiar la biología de estas dos especies tan exóticas. En 1979, el biólogo Jared Diamond viajó a las las Montañas Foja con un pequeño equipo de investigadores. Fue el primer ornitólogo occidental que observó en su hábitat natural al ave del paraíso de frente dorada. Nos contó cómo durante el cortejo nupcial, los machos construyen unas pequeñas torres de ramitas entrelazadas (“bowers”) de hasta 1,5 metros de altura decoradas con bayas verdes, amarillas y azules. El descubrimiento de Diamond tuvo un extraordinario eco en la prensa mundial. Su trabajo fue usado como tema de portada en la prestigiosa revista Science

Ave del paraíso de frente dorada construyendo una torre para el cortejo nupcial
Actualmente la ciencia ha descrito entre 1,5 y 2 millones de especies vivas. Algunos autores sostienen que podrían existir entre 8-30 millones. Si nos movemos en la banda baja del rango (8 millones), estaríamos afirmando que sólo conocemos 1/4 parte de las especies del planeta. Los trópicos, que representan una 1/5 de la tierra emergida del planeta, albergan la mayor biodiversidad del planeta. Dentro de esta zona geográfica, las áreas más ricas en especies son los bosques tropicales húmedos o pluvisilvas (selvas tropicales). Se estima que estos bosques (solo el 6% de la superficie mundial) pueden albergar casi las tres cuartas partes de las especies vivas del planeta.

Dosel arbóreo y selva virgen de las montañas Foja

Los bosques centroeuropeos tienen inventariadas unas 50 especies de árboles en total. Los bosques de Norteamérica, unas 170 sp. Si sirve como patrón de comparación, en una superficie de 10 kilómetros cuadrados de superficie de selva tropical pueden convivir más de 700 especies de árboles. En Borneo (sudeste asiático) se pueden encontrar 3.200 especies vegetales en solo 100 hectáreas de selva. De hecho, una extensión de 1/2 kilómetro cuadrado en algunos bosques tropicales contiene más especies de árboles que toda la masa terrestre de Europa y América del Norte combinadas.

Biodiversidad es el término por el que se hace referencia a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra. La biodiversidad comprende también la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie.

Un punto caliente de biodiversidad o "hotspot" es un área del territorio en la que hay una especial concentración de biodiversidad amenazada. El término fue acuñado por el ecólogo británico Norman Myers en el año 1988. Para que una región sea calificada como hotspot se deben cumplir dos condiciones específicas:

1.- Debe albergar más del 0,5% de las especies vegetales vasculares del mundo en calidad de “endémicas” (es decir, un mínimo de 1.500 sp). Las especies son endémicas de una región cuando crecen de forma natural exclusivamente en esa región.
2.- Debe tener un 30% o menos de su vegetación natural original, lo que significa que han perdido ya al menos el 70% de su superficie originaria.


Hay en el mundo 35 áreas califican como hotspot. Representan solo poco más del 2% de la superficie terrestre, pero tienen más de la mitad de las especies vegetales endémicas del mundo y más del 40% de especies de aves, mamíferos, reptiles y anfibios endémicos del planeta.

Los bosques tropicales del sudeste de Asia son más ricos en especies que los de África. Esto se debe a que África tiene principalmente bosques estacionales con precipitaciones relativamente bajas y una larga historia de intervención humana. Los bosques primarios (vírgenes) tienen una mayor biodiversidad que los bosques de sustitución. En Papúa Nueva Guinea,  la deforestación de bosque primario y su sustitución por monocultivo de palma de aceite (Elaeis guineensis) está provocado una preocupante disminución de las poblaciones de aves autóctonas. Solo en Malasia e Indonesia se concentra el 85 % de la producción mundial de aceite de palma. 

Sustitución de bosque primario por monocultivo de palma de aceite (Elaeis guineensis) en Mongabay (Indonesia)
A escala global, un total de 153 especies de aves se han extinguido desde 1500. La tasa de extinciones en los continentes parece que aumenta, en gran medida como consecuencia de la extensiva y creciente destrucción de los hábitats. En la última evaluación realizada en 2008 por BirdLife International, 1.226 especies (una de cada ocho del total) fueron consideradas como “en peligro de extinción”. Entre las especies amenazadas, hay proporciones elevadas en los albatros (82%), grullas (60%), loros (27%), faisanes (23%) y palomas (20%). En general, las especies con más probabilidad de encontrarse amenazadas son aquellas que tienen tamaños corporales grandes y las que tienen baja tasa reproductiva.




Los motivos que llevan a la disminución de poblaciones de aves son muy diversos. La agricultura, la tala de árboles y el efecto de las especies invasoras son las tres causas más graves, afectando respectivamente a 1.065 (87%), 668 (55%) y 625 (51%) de las especies globalmente amenazadas. En todos estos casos, la especie humana ha jugado un papel protagonista. Hemos usado las aves como recurso (para algún fin en nuestro beneficio) en casi la mitad de las 10.000 especies conocidas. Más de un tercio de las especies de aves sirven de mascotas y aproximadamente una de cada siete es cazada para servir de alimento.

Bruce Beehler con un ejemplar de "mielero de carlota" (Melipotes carolae)
La pérdida de biodiversidad es un problema de muy graves consecuencias ambientales. Como puso de manifiesto el propio Bruce Beehler, la situación es comparable a la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años. Esta vez no se trata de un lejano meteorito, sino de una especie de apellido sapiens que ha autoproclamado su hegemonía en el planeta.

José Antonio López Isarría