11 junio 2018

Los flamencos de la laguna de Fuente de Piedra

La laguna de Fuente de Piedra, localizada al noroeste de la provincia de Málaga, ha multiplicado por siete la población de flamencos (Phoenicopterus roseus) tras las intensas lluvias caídas en los meses de marzo y abril. Un total de 35.000 ejemplares han ocupado ya este humedal, cuando a primeros de abril había solo 4.500 aves censadas. El nivel del agua ha quedado por encima de los 70 centímetros, una profundidad que anuncia una buena temporada de cría. La laguna se extiende entre campos de olivo y cereal a lo largo de seis kilómetros de longitud y casi 1.400 hectáreas de extensión. Estas dimensiones la convierten en uno de los más grandes humedales de España. 



Desde el año 1984, con la declaración de la Reserva Natural, existe un seguimiento regular de la colonia. El ciclo hidrológico de la laguna es el que determina en último término la reproducción de los flamencos en Fuente de Piedra. La profundidad media de la laguna difiere entre los años con reproducción, en los que la lámina de agua media supera los 50 cm, y los años sin reproducción, en los que el nivel medio es inferior a 30 cm. Fuente de Piedra acoge por término medio el 36% de los efectivos reproductores y el 40% de los pollos nacidos en el Mediterráneo occidental. Otras colonias, de asentamiento más reciente y de menor entidad, se sitúan en el delta del Ebro y Doñana. Se considera que la población reproductora en España muestra una tendencia creciente desde la década de los años setenta del siglo pasado.


Los flamencos tienen un aspecto inconfundible por la figura esbelta que proporcionan sus largas patas y cuello. Cuerpo, cuello y cabeza tienen una coloración blanquecina con tonos rosáceos, mientras que las plumas supra e infracoberteras de las alas son de un intenso rosa carmesí que contrasta con las rémiges, de color negro. El pico está curvado casi en ángulo recto, y es también de color rosa salvo en la punta, que es oscura. Las patas son rosadas.


La singular forma de los picos está adaptada al tipo de alimentación, único entre las aves. Se alimentan de pequeños organismos acuáticos, como larvas y adultos de insectos, pequeños crustáceos, moluscos, anélidos, microalgas y protozoos. En su interior está cubierto por numerosas hileras de lamelas óseas, filtros que funcionan como las barbas de las ballenas. Los flamencos hacen pasar el agua por los filtros de su pico de dos modos diferentes: balanceando la cabeza hacia adelante y hacia atrás  (lo que permite un flujo pasivo del agua) o impulsando su lengua grande y poderosa como una bomba activa. La lengua llena un amplio canal que hay en la mitad inferior del pico. Se mueve rápidamente de atrás hacia adelante, hasta cuatro veces por segundo, aspirando agua a través de los filtros en su recorrido ascendente y expulsándola en el movimiento contrario. La superficie de la lengua presenta también numerosos dentículos que arrancan el alimento recogido de los filtros (del mismo modo en que las ballenas recogen el krill de sus barbas).


Los flamencos se alimentan con la cabeza del revés. Se mantienen erguidos en aguas poco profundas, y bajan la cabeza poniéndola a la altura de las patas, ajustando sutilmente su posición al alargar o acortar la curva en S del cuello. Este movimiento invierte la posición de la cabeza y, por consiguiente, las dos mitades del pico permutan sus papeles convencionales en la alimentación. La mitad anatómica superior del pico de un flamenco queda abajo y sirve, funcionalmente, como mandíbula inferior. La mitad anatómica inferior se encuentra en la parte superior del pico, en la posición que asume la mitad superior del pico en casi la totalidad de las aves.


Disponen de una articulación tipo rótula entre las dos mandíbulas, de forma que ambas mitades del pico tienen una extraordinaria movilidad y cada una puede actuar de modo independiente. Cuando se atusan el plumaje pueden abrir una u otra, pero en la alimentación es casi siempre la mandíbula superior (colocada en posición inferior por la inversión de la cabeza) la que baja y sube contra una mandíbula inferior (situada arriba) estacionaria, exactamente como ocurre en la mayor parte de las aves (y de los mamíferos, nosotros incluidos).


Estas aves requieren de amplias superficies de aguas someras, como lagunas costeras, marismas o grandes lagunas endorreicas, por lo general de aguas salinas o salobres y sometidas a regímenes temporales de inundación. Crían en colonias que agrupan a cientos o miles de parejas. Para reproducirse precisan de cierta estabilidad en los niveles de agua a lo largo de todo el periodo reproductor, con islas o zonas terrestres emergidas a salvo de predadores.


La época de cría suele comenzar en abril. Los nidos, que se construyen muy juntos, son pequeñas elevaciones de barro y restos vegetales con forma de cono truncado, de unos 40-60 centímetros de diámetro y hasta medio metro de altura. La hembra deposita uno o dos huevos, que son incubados por ambos sexos durante un mes. Los pollos son bastante precoces y pronto lo abandonan para agruparse en “guarderías”, donde quedan al cuidado de unos pocos adultos mientras la mayor parte de los progenitores se aleja de la colonia en busca de alimento. Los jóvenes ya están emplumados transcurridos unos 70 días y abandonan la colonia a los tres meses. Suelen reproducirse por primera vez a los cinco años de edad.

Guardería de pollos en una colonia de flamencos rojos
Es una especie parcialmente migratoria. Tras el periodo de reproducción, gran parte de los individuos se dispersa por distintos humedales ibéricos, del norte de África e incluso del Mediterráneo oriental. Se distinguen dos poblaciones en torno al Mediterráneo. Por un lado, la “población occidental”, formada por los flamencos que crían en España, Francia, Italia y norte de África. Y por otro, la “población oriental”, cuyos individuos se desplazan a mayor distancia y llegan hasta la zona del golfo Pérsico e, incluso, al subcontinente indio, donde establecen contacto con las poblaciones asiáticas.

Ciclo biológico de los flamencos del Mediterráneo y NE de África. Animación realizada por Estudio Buenavista como parte de los medios audiovisuales del Centro de Visitantes de la Laguna de Fuente de Piedra

A escala mundial, actualmente existen sólo 2 géneros vivientes, cada uno con tres especies:

El género Phoenicoparrus,  que incluye a las “parinas” o flamencos pequeños: 

·   Phoenicoparrus andinus, o flamenco andino. Única especie con patas amarillas. Habita en el altiplano de los Andes centrales sudamericanos.
·   Phoenicoparrus jamesi, o flamenco de James. Igual que la especie precedente, se distribuye por el altiplano andino de sudamérica.
·   Phoenicoparrus minor, o flamenco enano. Habita en África (principalmente en el Gran Valle del Rift), en Pakistán y en el noroeste de la India.


Flamenco enano (izquierda),  flamenco de James (centro) y flamenco andino (izquierda)

El género Phoenicopterus, que incluye a flamencos mayores:


- Phoenicopterus chilensis, o flamenco chileno, de Sudamérica austral.
- Phoenicopterus roseus, o flamenco común, de África y Eurasia (la especie ibérica).
- Phoenicopterus ruber, o flamenco del Caribe, de América Central y norte de Suramérica.

Flamenco chileno (izquierda) y flamenco rojo del caribe (derecha)

José Antonio López Isarría