El jilguero (Carduelis carduelis) es una de las especies más comunes y populares de nuestro país. Junto al canario, es el pájaro ornamental de compañía por excelencia. El bibliógrafo y escritor italiano Alberto Bacchi de la Lega dijo de él que “tendría un mayor reconocimiento si fuese menos común y si su jaula no pareciera uno de los muebles casi imprescindibles en nuestra vida diaria”. Su facilidad para capturarlo y mantenerlo enjaulado sumado a su vistoso plumaje y canto melodioso, lo han convertido, muy a su pesar, en un pájaro codiciado por los aficionados al silvestrismo.
El silvestrismo es una práctica de caza que consiste en la captura de
jilgueros y otros fringílidos (verderones, verdecillos, pinzones y pardillos)
para su adiestramiento en el canto, cría en cautividad e hibridación con otras
especies. Los "silvestristas" sostienen
que es una forma de mejorar las aptitudes canoras de estas aves y ampliar el
espectro cromático de sus plumajes. Estas mejoras se consiguen mediante el
cruzamiento de ejemplares seleccionados o por medio de la hibridación entre
especies próximas genéticamente. Por lo tanto, argumentan que necesitan
ejemplares silvestres para tener un stock de aves que mitigue los problemas de
consanguinidad durante los cruzamientos. Analizaremos más adelante las
dificultades legales de esta práctica de caza.
Jilgueros enjaulados actuando como cimbeles junto a las redes de caza.
El jilguero está presente en
toda nuestra geografía, incluidas las islas Canarias y Baleares. A escala
mundial, se distribuye por América, Eurasia y márgenes norte y sur del Mar Mediterráneo.
Es un ave gregaria, sobre todo en invierno, estación en la que suele formar
bandos mixtos con otros fringílidos. A la fracción sedentaria de la población
ibérica se suman numerosos ejemplares de Centroeuropa y Gran Bretaña durante el
invierno. La presencia de estos jilgueros foráneos no pasa desapercibida; el tamaño
de la cabeza y pico, más grandes, y su mayor talla general los hace
inconfundibles.
Canto del jilguero
Vive en una gran
variedad de hábitats, siempre que exista una cierta cobertura arbórea y un
clima suave. Es raro verlo por encima de los 1.800 metros de altitud. Aunque se
le puede ver casi en cualquier punto de la geografía peninsular, abunda en olivares,
cultivos de cítricos, dehesas y bosques abiertos. Muy frecuente también en medios urbanos y rurales
(parques, jardines y huertas). En invierno vaga por campiñas, campos
cerealistas y parajes ricos en
cardos y otras herbáceas. Es especialista en extraer semillas de los cardos y
otras plantas de la familia de las compuestas (Asteraceae).
Cría dos o tres veces al
año, entre abril y agosto. Es el fringílido que retrasa más el cortejo.
Construye un nido pequeño en ramas altas de árboles o arbustos. En su
elaboración emplea fibras vegetales y animales blancas. El macho colabora con
la hembra en su construcción. Este periodo se prolonga por espacio de 12-14
días. La hembra pone entre cuatro y seis huevos. Los pollos vuelan a las dos
semanas y dependen de sus padres durante una semana más. Después se
independizan y los adultos inician un nuevo ciclo reproductor.
Grupo de jilgueros jóvenes con adultos. Nótese la distinta coloración de sus cabezas. |
Diversos estudios evolutivos
sugieren que los fringílidos más
próximos desde el punto de vista evolutivo son los canarios (género Serinus),
que habrían competido con los Carduelis por sus nichos ecológicos. El
tipo de alimentación, granívora complementada con insectos en la época de cría,
es la misma en ambos géneros. Estudios moleculares realizados por el profesor Antonio Arnaiz-Villena asignan el papel
de “antecesor viviente” del jilguero euroasiático al verderón serrano (Carduelis citrinella). Aunque es
evidente que tanto la distribución de color del verderón serrano, su diseño
facial y sus costumbres son totalmente diferentes a los del jilguero
euroasiático, pudieron evolucionar y
diferenciarse en unas decenas de miles de años.
Verderones serranos (Carduelis citrinella). A la derecha, ejemplar con plumaje juvenil
Probablemente, un ancestro
parecido al verderón serrano quedó aislado del continente en las islas de
Córcega y Cerdeña (hace unos 5 millones de años) coincidiendo con la crisis salina del Messiniense. En esta época, el Mediterráneo
se convirtió en un conjunto de grandes placas saladas y pequeños lagos
hipersalinos. El aislamiento insular de aquellas aves favoreció la especiación
de nuestros jilgueros euroasiáticos. Los verderones serranos continentales
procederían también de los antecesores insulares.
Los jilgueros han estado
ligados a la historia de la humanidad de una forma muy especial. Disponemos de
numerosas evidencias en las artes plásticas y musicales. Ya
citamos en un artículo anterior (21 de junio de 2017) el concierto que compuso Antonio
Vivaldi para flauta y cuerda denominado il gardellino (voz en
dialecto veneciano del término il cardellino, nombre que recibe el
jilguero en italiano). En el primer movimiento, tras
la presentación de la flauta sobre un acompañamiento de la orquesta al unísono, el instrumento solista ejecuta un recitativo que imita el melodioso canto del
jilguero.
il gardellino de A. Vivaldi
Respecto a la pintura, entre
las decenas de ejemplos que existen, mostramos cuatro obras de pintores distantes
en tiempo, estilo y tendencia artística.
El primero corresponde al
maestro renacentista florentino Leonardo da Vinci. En su cuadro La Madonna Litta, de finales del siglo
XV, hoy exhibido en el Museo del Hermitage de San Petersburgo, se muestra la
figura de un niño que sostiene en su mano izquierda un jilguero, mientras que
la otra cubre el pecho de su madre (imagen de la derecha, abajo)
En segundo lugar, mostramos
la reproducción de la obra Tazón de China
con las figuras, un pájaro y cerezas, de la pintora italiana Giovanna
Garzoni del s. XVII. Es una acuarela sobre pergamino que puede contemplarse en
la Galleria Palatina (Palazzo Pitti), de Florencia (imagen de la izquierda, arriba)
La tercera imagen (abajo, izquierda) corresponde a un óleo sobre tabla del holandés Carel Fabritius, (1654). Este pintor fue uno de los discípulos más aventajados de Rembrandt y maestro de Vermeer. Parece que la obra fue concebida para engañar al espectador (a modo de trampantojo). Las marcas de clavos que aún conserva sugieren que la tabla podría haber estado incrustada dentro de un pequeño nicho, en una pared encalada del mismo color, quizá en el exterior de una casa. Cualquier visitante que la mirase sin detenimiento podría tomarlo por un pájaro de verdad.
En cuarto lugar traemos una
conocida obra del genial pintor aragonés Francisco de Goya, de título Caza con reclamo, pintada en 1775 (arriba a la derecha). Es un
óleo sobre lienzo que muestra un puesto de caza con reclamo de dos aves enjauladas, un mochuelo y un jilguero. Completan la escena un perro agazapado y
una red sobre un árbol que enmarca al grupo. Puede verse en el Museo del Prado
de Madrid.
Esta última pintura nos
permite enlazar con el ya citado silvestrismo,
una práctica que en nuestro país cuenta con unos 40.000 aficionados
federados. Los pájaros, fringílidos en su mayoría, se cazan en verano y otoño. Tras
la captura, se procede a su educación invernal en los diferentes tipos de
trinos con el fin de ser presentados a concursos de canto. En estos certámenes,
los jueces puntúan "la nitidez, intensidad, pausa y claridad" de sus
trinos básicos, cantes enlazados y coplas rematadas, registros del argot silvestrista. La enseñanza se consigue
mediante interminables sesiones de audición de trinos grabados, preferentemente
durante los meses en los que el pájaro cambia su plumaje juvenil por el adulto.
Plumaje juvenil (izquierda) y adulto (derecha)
Hay que recordar que una
directiva europea (2009/147/CE) relativa a la conservación de aves silvestres
establece, en su artículo 5, la prohibición de "matar o capturar de forma
intencionada, sea cual fuera el método empleado, todas las especies de aves que
viven normalmente en estado salvaje en el territorio europeo”. En España, no
obstante, ciertas comunidades autónomas conceden permisos amparándose en las
excepciones del artículo 9: "para fines de investigación o de enseñanza, de
repoblación, de reintroducción, así como para la crianza orientada a dichas
acciones" y "en condiciones estrictamente controladas y de un modo
selectivo, la captura, la retención o cualquier otra explotación prudente de
determinadas aves en pequeñas cantidades".
La tabla indica el número máximo de capturas de fringílidos autorizadas por el Estado español, en el período 2013-2018. |
Andalucía, con 16.625 capturas
en 2018, es la comunidad que más permisos otorga, seguida de la comunidad
valenciana con 10.400. El total de capturas autorizadas en España asciende a
más 43.000. Nótese que en 2013 las autorizaciones de captura ascendieron
a mas de 376.000 pájaros de jilgueros, pardillos, verderones, verdecillos y pinzones.
El descenso ha sido radical pero la meta siempre debería ser cero capturas.
Durante años, las
comunidades han argumentado que las capturas iban dirigidas a iniciar la cría
en cautividad, pero el gran número de licencias otorgadas han acabado con la
paciencia de la Comisión Europea. En julio de 2011 la Comisión Europea ya
inició un procedimiento de investigación (EU Pilot) para esclarecer la
situación de la captura irregular de fringílidos en España. Con el objeto de
intentar evitar ser llevado ante el Tribunal de Justicia, el gobierno central y
las comunidades autónomas acordaron unas Directrices Técnicas que incluían la
reducción paulatina del número de capturas, que se destinarían a la cría en
cautividad, y que deben concluir en este año, 2018.
A día de hoy, asumiendo la
irregularidad de esta práctica, han suspendido las autorizaciones de caza
Baleares, Cantabria, Asturias, Navarra, Castilla y León y Cataluña, así como la
provincia de Guipúzcoa. En otras comunidades como Aragón, Canarias,
Extremadura, Galicia, La Rioja, el resto de Euskadi y las ciudades de Ceuta y
Melilla, los cupos de captura se han reducido mucho, y apenas se capturan ya
unos cientos de ejemplares. Andalucía y Murcia, ajustándose a las Directrices
Técnicas, han vuelto a autorizar miles de capturas. Queda por ver qué harán Castilla-La
Mancha, Madrid y Valencia, aunque no existen buenos presagios al
respecto.
Respecto al argumento ya citado de la necesidad de capturar ejemplares silvestres para disponer de un stock que reduzca la consanguinidad en los cruzamientos, hay que recordar que en otros países, como Francia y Bélgica, ya han abandonado esta práctica y la cría en cautividad es una realidad constatada.
Nuestros jilgueros
silvestres, y el resto de nuestros fringílidos, no deberían ser capturados con fin
alguno, salvo el destinado al anillamiento científico. La legislación es muy clara la respecto.
José Antonio López Isarría