Las islas Galápagos son un conjunto de 13 islas y numerosos islotes situadas en el océano Pacífico oriental, a unos 1000 km. frente a las costas de Ecuador. A pesar de su valor faunístico y geológico, este archipiélago no sería mundialmente conocido si no hubiera sido explorado por el gran naturalista Charles Darwin, que las visitó en 1835 durante una breve escala de cinco semanas de su periplo en el bergantín Beagle. Entre las muestras recogidas esos días, 31 ejemplares de aves desconocidas para Darwin fueron disecadas y enviadas a la Zoological Society de Londres. Allí fueron clasificados por el mayor experto en aves que tenía la institución, John Gould. Casi un siglo después, el ornitólogo Percy Lowe las identificó como un nuevo grupo de especies estrechamente emparentadas y acuñó la denominación vernácula de estas aves como “Darwin’s finches” ("pinzones de Darwin" ).
Posteriormente el nombre se
popularizó gracias al ilustre ornitólogo británico David Lack que tituló su
conocido libro del mismo modo. Estos pájaros conforman un grupo de especies encuadradas en la familia Thraupidae, (no confundir con la familia Fringillidae, que agrupa a los verdaderos pinzones). Han sido considerados como un buen ejemplo
de radiación adaptativa, término empleado en Biología evolutiva para describir
la diversificación hacia diferentes nichos ecológicos por especies derivadas de
un ancestro común. La especie precursora fue un paseriforme de dieta
granívora que voló desde el continente suramericano hace dos millones de años.
Su separación en poblaciones relativamente aisladas (con la consecuente
restricción del flujo génico entre ellas) sumado al hecho de que el entorno de
cada isla impuso un estilo de vida y unas necesidades alimentarias diferentes,
hizo que las aves pioneras se fragmentaran en 13 especies distintas en el
periodo de tiempo transcurrido.
Las trece especies de pinzones de las Galápagos y el pinzón de la isla de Cocos (5) |
La clave principal acerca de las adaptaciones de estas especies hay que buscarla en la forma del pico. Si nos fijamos en el dibujo superior (cada especie tiene una numeración convencional), hay tres especies de pinzones terrestres que tienen picos pequeños, intermedios y grandes (números 6-7-8), mientras que una cuarta presenta un pico más afilado (9). Todas ellas están adaptadas para el consumo de semillas del tamaño y dureza apropiados. Otras dos especies (10-11) se alimentan de cactus, y una tercera de frutos (12). Cuatro especies muestran preferencia arborícola; de éstas, una es vegetariana (2), mientras que las otras tres comen, respectivamente, insectos grandes, medianos y pequeños (1-14-13). Una duodécima especie se parece mucho a las currucas, tanto en la forma como en los hábitos (4), mientras que la decimotercera (3), la más singular de todas, usa espinas de cactus para extraer insectos de la corteza de los árboles. El cuadro se completa con una especie ligada a este grupo (5) pero habitante de la isla de Cocos (Costa Rica), a unos 700 km. al norte de las Galápagos.
Geospiza conirostris (izquierda) y Camarhynchus crassirostris (derecha)
Hace dos años, científicos suecos analizaron 120 genomas que
incluían todas las especies de pinzones de Darwin, y revelaron cuál es el gen
responsable de la variación en la forma del pico. Se llama ALX1 y afecta
también a otros rasgos como el comportamiento y el tipo de canto. También
descubrieron que el aislamiento entre las islas nunca fue completo y que, de
hecho, las hibridaciones ocasionales entre pinzones de unas islas y otras fueron
cruciales en la aparición de nuevas especies.
Mapa de las islas Galápagos
Cuando los pinzones ancestrales llegaron a Galápagos, hace
unos 2 millones de años, el número de islas era menor que el actual,
probablemente no más de cinco. Después, a medida que nuevas islas iban surgiendo
como consecuencia de la actividad volcánica, los pinzones comenzaron a
expandirse. Al principio el clima era más cálido y húmedo que el actual, con
formaciones de selva tropical. Después, la vegetación de las islas cambió para
transformarse en bosques caducifolios en tierras bajas y bosques tropicales en zonas más altas. Mediante una progresiva adaptación a esos cambios,
los pinzones se diversificaron y aparecieron, por un lado, el pinzón de Cocos,
P. inornata, aislado en dicho enclave y, por otro, la rama evolutiva de los
pinzones-currucas, representados actualmente por el género Certhidea. Por otra
parte, habrían aparecido los ancestros del pinzón vegetariano, Camarhynchus
crassirostris, como primer representante de la rama evolutiva de los pinzones arborícolas.
En otro evento evolutivo se habría diferenciado el pinzón de pico afilado, Geospiza difficilis,
como primer representante del grupo de pinzones terrestres, todos integrados en
el género Geospiza. Posteriormente, en éste grupo se
produjo la especiación que dio lugar, por una parte, a las formas claramente
granívoras como Geospiza magnirostris, Geospiza fortis y Geospiza fuliginosa y,
por otra, a las dos especies especializadas en el consumo de flores de cactus,
Geospiza conirostris y Geospiza scandens.
Sin embargo, no pudieron ser los pinzones de las Galápagos
los seres vivos que inspiraron a Darwin la idea evolutiva, ya que les prestó
escasa atención durante su estancia en el archipiélago. De hecho, ni siquiera
llegó a documentar con precisión las localidades en que los ejemplares fueron
capturados. Sólo tres de sus treinta y un pinzones están identificados con la
isla en la que fueron recogidos. Por el contrario, parece que el papel
inspirador correspondió inicialmente a otro grupo de pájaros que el gran
naturalista capturó y documentó debidamente, los sinsontes.
Los sinsontes de las Galápagos (g. Mimus, de la familia
Mimidae) se agrupan en cuatro especies endémicas del archipiélago. Darwin
recolectó tres de las cuatro: Mimus melanotis en San Cristóbal, Mimus
trifasciatus en Floreana y Mimus parvulus en Isabela y Santiago. La cuarta
especie, Mimus macdonaldi, de la isla Española, fue descrita muchos años
después de la visita del Beagle. Están íntimamente relacionadas, y descienden
de una especie ancestral que llegó a las islas en un solo evento de
colonización. Fueron clasificadas por primera vez por el ornitólogo John
Gould en 1837, basándose en ejemplares
traídos de las islas por Darwin.
En este caso, Darwin sí realizó detalladas observaciones
sobre variaciones de forma entre las especies de sinsontes afines. Hay que
matizar que todos los “creacionistas” de la época (y el joven Darwin era aún
uno de ellos) admitían que las especies se diferenciaban a menudo en formas
levemente distintas en aquellas situaciones, típicas de los archipiélagos, en
las que podían quedar aisladas distintas poblaciones por circunstancias
ecológicas y climatológicas. Estas razas locales recibían el nombre de
variedades, y no amenazaban al dogma creacionista según el cual las especies
eran creaciones inmutables. Darwin
observó que las distintas islas que visitaba estaban habitadas por variedades
diferentes. Se dedicó a recoger sinsontes allá donde tomaba tierra, y mantuvo
cuidadosamente separadas las colecciones de las diferentes islas,
etiquetándolas, ahora sí, con sumo cuidado. Pero durante el periplo del Beagle
no avanzó más allá en el pensamiento evolucionista.
HMS Beagle, bergantín de la Marina Real Británica en el que viajó Darwin desde 1831-1836.
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Como escribió el gran evolucionista y divulgador
norteamericano Stephen Jay Gould, el mito del Beagle que afirma que Darwin se
convirtió en evolucionista durante su célebre viaje de cinco años, encaja a la
perfección en nuestros criterios románticos acerca de las leyendas. Un joven
naturalista abandona Inglaterra con 22 años con firmes prejuicios creacionistas,
y regresa cinco años después tras haber “visto” la evolución al desnudo,
comprendiendo sus implicaciones y comprometido con las tesis evolucionistas. El
catalizador principal: las islas Galápagos y las trece especies de pinzones de
sus islas.
Charles Darwin (1809-1882) y David Lack (1910-1973)
Pero lo cierto es que Darwin
no se convirtió en evolucionista hasta varios meses después de su regreso a
Londres. Probablemente no antes de marzo de 1837 (el Beagle regresó en octubre
de 1836). Fue el magnífico trabajo de David Lack y los recientes trabajos de
genetistas los que mostraron cómo las trece especies evolucionaron y fueron
haciéndose cada vez más distintas, mediante un proceso en cuatro etapas de
colonización, aislamiento, reinvasión y adaptación por competencia.
Contrariamente a lo que reza la leyenda, esta descripción clásica de la
especiación es algo que jamás llegó a conocer el genio británico.
José Antonio López Isarría