15 enero 2018

La longevidad de las aves

Científicos del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Midway Atoll (Hawái, Estados Unidos) comunicaron el pasado mes de diciembre la posibilidad de que una hembra de albatros de Laysan (Phoebastria immutabilis) vuelva a procrear. Esta información cobra especial interés si tenemos en cuenta que esta hembra tiene una edad estimada de 66 años. Es el ave más longeva que se conoce en la actualidad. Wisdom, así se conoce esta hembra entre los ornitólogos que controlan la colonia de cría, fue anillada por primera vez en 1956 por el biólogo Chandler Robbins.

Albatros de Laysan. Fotografía de Kristina McOmber. Kupu Conservation Leadership Programme

Ha criado un mínimo de nueve pollos en la última década y ha viajado casi cinco millones de kilómetros en su vida. Como el animal ya estaba criando en 1956 y los albatros de Laysan retrasan su madurez sexual hasta que tienen al menos 5 años (incluso pueden no reproducirse con éxito hasta una edades de 8 a 10 años) cabe suponer que su edad real no es inferior a los 66 años.

Wisdom en su nido. Fotografía de Charlie Pelizza / USFWS
En el pasado, muchos albatros se marcaron con anillas de aluminio que lamentablemente se destruyeron con la arena y el agua salada. En otras ocasiones se desprendieron de sus tarsos tras una o dos décadas de vida. Por fortuna, las anillas de Wisdom han sido sustituidas regularmente y debido a los meticulosos registros de los ornitólogos, podemos confirmar que se trata del mismo ejemplar que Robbins anilló por primera vez. (ver: http://bit.ly/WisdomPhotos)

Atolón de Midway (Midway Atoll)
El atolón de Midway (Midway Atoll) está cerca del extremo noroccidental del archipiélago de isla Hawái. Aquí se ubica el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Midway Atoll, que abarca casi 240.000 hectáreas de tierra y mar circundante. Es administrado por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (FWS). Alberga la colonia de albatros más grande del mundo, hogar de casi el 70% del albatros de Laysan del planeta y casi el 40% de albatros patinegro (Phoebastria nigripes). Los albatros comienzan a llegar al atolón de Midway a fines de octubre y en diciembre ya hay cientos de miles en toda la zona.

Colonia de albatros de la Reserva de Midway Atoll. Fotografía de Dan Clark / USFWS
Los animales están diseñados por la evolución para el crecimiento y la reproducción, no para la supervivencia indefinida, aunque es sabido que los organismos tratan de sobrevivir y resistir a los efectos del envejecimiento. Hay excepciones curiosas como el caso de la hidra de agua dulce. Este organismo emparentado con las medusas, de apenas centímetro y medio de talla, utiliza tres tipos de estirpes de células madre epiteliales para regenerar sus tejidos y en las tres está presente un gen denominado FoxO. Este gen codifica las proteínas FoX, factores de transcripción que desempeñan un papel central en la regulación del crecimiento, proliferación, diferenciación y longevidad celular. Quizá esta sea la razón por la que las hidras son únicas en el mundo animal pues no sufren envejecimiento y son biológicamente “inmortales”.

Hidra de agua dulce
Con esta salvedad, el animal más longevo del que tenemos constancia ha sido la almeja llamada Ming (espécimen de almeja de Islandia Arctica islandica, una especie de molusco bivalvo). En 2007 científicos de la Uni­versidad de Bangor (Gales) la capturaron en la costa de Islandia. Seis años después, un análisis profundo de su edad, mediante el estudio de los anillos de crecimiento de su concha, concluyó que tenía 507 años. Numerosas hipótesis han intentado explicar la enorme longevidad de este molusco. Algunas sugieren un sistema inmunitario casi perfecto, un eficaz aparato de excreción renal o un apa­rato circulatorio de alta po­tencia.

Ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus)
En el pódium de animales longevos hay que incorporar a la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus) que alcanza sin dificultad los 200 años de edad. La explicación parece estar en dos genes que se relacionan con el ciclo celular y codifican las proteínas PCNA y ERCC1. Estos genes están relacionados con los mecanismos de reparación del ADN y protección frente al envejecimiento y el cáncer.


Correlación longevidad/tamaño corporal en aves y mamíferos
Si nos ceñimos a la longevidad en animales vertebrados vemos que oscila entre los 200 años en la citada ballena de Groenlandia hasta las escasas ocho semanas del gobio pigmeo (Eviota sigillata), un pececillo del mar índico que mide 2-3 centímetros. Esta correlación longevidad/tamaño corporal está bien documentada,  de tal modo que los animales grandes tienden a vivir más tiempo que los animales pequeños.

Gobio pigmeo (Eviota sigillata)

Sin embargo, muchas especies tienen vidas más largas o más cortas de lo esperable por su tamaño corporal. Una explicación posible a tal excepción es que la baja mortalidad extrínseca (es decir, aquella debida a causas externas como enfermedades, depredación, escasez de alimentos o accidentes) hace posible una vida más larga que si dicha mortalidad es elevada. En consecuencia, aquellas especies que hayan adquirido adaptaciones para reducir el riesgo de mortalidad prematura por causas externas vivirán más de lo esperado por su masa corporal. 

En el caso de las aves se ha constatado que Procellariiformes (albatros, pardelas y petreles) y Charadriiformes (limícolas, gaviotas y golondrinas de mar)  disfrutan de una vida larga para sus tamaños, mientras que los paseriformes de la familia Paridae (carboneros, herrerillos) y las aves de caza son de vida menos longeva de lo que su tamaño predice.


Albatros de Laysan en vuelo
La capacidad de volar, que permite escapar más fácilmente de la depredación y las condiciones desfavorables, es quizás la forma más efectiva en que una especie terrestre puede evolucionar para reducir su mortalidad extrínseca y aumentar su esperanza de vida. Existen sólidas evidencias a este respecto. En promedio, los murciélagos viven 3,5 veces más que los mamíferos placentarios no voladores de tamaño similar, mientras que las aves viven hasta cuatro veces más que los mamíferos de tamaño similar. Sin embargo, el vuelo puede no ser la única ruta para reducir la mortalidad extrínseca y, por lo tanto, aumentar la esperanza de vida. Diversos factores ecológicos también pueden ser relevantes.

Un interesante estudio publicado por un equipo de investigadores dirigido por Kevin Healy, “Ecology and mode-of-life explain lifespan variation in birds and mammals”, analiza cómo los múltiples rasgos ecológicos y de modo de vida influyen simultáneamente en la vida máxima de las aves y los mamíferos. Concretamente se han centrado en los siguientes rasgos, que influyen en el riesgo de mortalidad extrínseca:
  • La capacidad de vuelo (volador o no volador).
  • El período de actividad (diurno, crepuscular, nocturno o catemeral, es decir, activo tanto de día como de noche).
  • El ambiente de alimentación (terrestre, semiarbóreo, arbóreo, aéreo o acuático)
  • La facultad de vivir en madrigueras (fosorial, semi-fosorial, no fosorial).
Se analizaron datos de 589 especies de aves y 779 de mamíferos. El estudio concluye lo siguiente:
  • Las especies voladoras son más longevas que las especies no voladoras
  • Las especies nocturnas o crepusculares viven más tiempo que las especies diurnas.
  • Las especies que se alimentan en ambientes no terrestres (es decir, especies que se alimentan en árboles, agua o en el medio aéreo) son más longevas que las recolectoras terrestres.
  • Las especies que viven en madrigueras permanentes u ocasionales viven más que las especies estrictamente terrestres.
Parece evidente que estas cuatro condiciones permiten eludir con mayor facilidad a los depredadores y escapar antes de las condiciones desfavorables.

A pesar de todo lo que conocemos no resulta fácil obtener información fiable sobre la longevidad de las aves. En general, es muy difícil controlar grupos grandes de individuos desde la eclosión hasta la muerte. Por tanto, además de recopilar datos directamente mediante marcaje y recaptura de individuos, se utilizan otros métodos indirectos de estimación de la edad. En general, parece que la mayor mortalidad tras la eclosión ocurre entre las aves jóvenes inexpertas. En adultos, después de haber alcanzado la madurez sexual y completado la primera cría con éxito, la probabilidad de muerte cada año natural permanece más o menos constante. El riesgo de morir por el ataque de un predador es muy variable, desde alrededor del 70 por ciento en pequeños paseriformes de zonas templadas hasta el 3 por ciento en algunas especies de albatros.

Terminamos nuestro artículo de longevidad aviar con dos vídeos. En el primero observamos el cortejo nupcial de albatros de Laysan. En el segundo podemos ver imágenes aéreas del  Refugio Nacional de Vida Silvestre de Midway Atoll. Han sido tomadas de la web oficial de la Reserva: https://www.fws.gov/refuge/Midway_Atoll/