Se define hábitat como cualquier parte de la biosfera en la que una especie particular puede vivir. Es un espacio que reúne las condiciones adecuadas para que la especie pueda residir, reproducirse y perpetuar su presencia. Numerosos trabajos indican que existe una estrecha relación entre la selección del lugar de residencia hecha por las aves y la composición y estructura de la vegetación. Las características de la vegetación determinan la distribución y abundancia de alimento, la existencia de refugios frente a depredadores y la disponibilidad de sitios para nidificar. Estos factores determinarán la capacidad adaptativa del animal, es decir, la supervivencia o no del individuo.
En 1980, el biólogo Douglas
H. Johnson publicó un interesante artículo en la revista Ecology que
tituló "La comparación de las
medidas de uso y disponibilidad para evaluar la preferencia de los recursos”.
En dicha publicación introdujo el concepto
preferencia de hábitat, que definió como “proceso por el que un animal
elige los componentes del hábitat que va a usar”, es decir, un proceso activo
por el cual una especie elige entre los distintos recursos disponibles en su
entorno.
Este concepto ha sido ampliamente estudiado en muchas especies de aves. Se trata de un proceso jerárquico, que abarca desde el nivel de macrohábitat, entendido en su contexto paisajístico (más o menos complejo y heterogéneo) al de microhábitat, normalmente estudiado a través de la estructura de la vegetación, que es en última instancia la percibida y elegida por el organismo.
Modificado de "Ecosistemas rurales". Elementos básicos de educación ambiental. |
Aves de la dehesa. Ilustración de Antonio Ojea |
La preferencia de hábitat en
las aves ha sido estudiada con mayor detalle que en la mayoría de los otros seres
vivos. Hay dos clases de factores que se tienen en cuenta en la discusión de la
selección de hábitat: factores evolutivos
y factores conductuales. Los primeros
confieren valor adaptativo, pues la selección natural favorecerá a los
individuos que ocupan hábitats en que la mayoría de la progenie pueda ser
criada con éxito. En cambio, los individuos que escogen los hábitats marginales,
más pobres en recursos, tendrán menos descendencia y, en consecuencia, serán
seleccionados en contra.
Respecto a los conductuales,
los organismos pueden adoptar una variedad de señales físicas como estímulos
inmediatos en la elección de un tipo particular de hábitat. Así pues, la
selección natural puede actuar directamente sobre las conductas que resulten exitosas en la elección de hábitat o puede
seleccionar individuos que tengan la
capacidad de aprender qué hábitat es el más apropiado.
Admitido que la selección de
hábitat tiene una base genética, numerosas evidencias sugieren que puede ser
modificada por la experiencia y el aprendizaje. El programa genético es,
probablemente, responsable de la lenta repuesta de algunas aves a los cambios
ambientales bruscos (sean de origen antrópico o no).
A continuación realizaremos un análisis comparativo de las diferencias en preferencia de hábitat de tres especies de currucas que nidifican en nuestro país: la curruca cabecinegra, la curruca mosquitera y la curruca zarcera.
Mapa de distribución y plumaje de un macho adulto de curruca cabecinegra
La curruca
cabecinegra (Sylvia melanocephala) es una de las currucas
mediterráneas más generalistas, pues se halla presente en todo tipo de hábitats,
desde cotas bajas hasta alcanzar los 1.200 m – 1.300 m en la mayoría de su área
de distribución. Como especie termófila, su principal núcleo poblacional reside
en la mitad sur peninsular. Evita casi por completo la mayor parte de la meseta
norte, cordillera Cantábrica, Pirineos y Sistema ibérico.
Su hábitat típico de
nidificación en la España peninsular es el matorral mediterráneo frondoso y de
relativa altura, así como los carrascales y alcornocales. Además, es común en
el matorral de orla forestal, zarzales y malezas, huertos y riberas de cursos
fluviales.
El análisis realizado por el
biólogo Luis M. Carrascal sobre los factores que explican sus preferencias de
hábitat en la época reproductora, muestra tres hechos importantes:
1.- Tiene una marcada
preferencia por las zonas más térmicas, es decir, con mayor insolación y mayor
temperatura, así como con menor extensión de bosques de coníferas.
2.- Su rango altitudinal
apenas rebasa los 1.500 m, siendo más frecuente entre el nivel del mar y los
500 m.
3.- Sus hábitats preferidos
son los medios arbustivos y las formaciones arboladas, tanto densas como
abiertas.
La mayor parte de las
poblaciones ibéricas de la curruca cabecinegra son sedentarias, aunque se han
registrado movimientos en invierno hacia zonas del sur peninsular que quizá impliquen a jóvenes en dispersión.
Mapa de distribución y plumaje de la curruca mosquitera
La curruca
mosquitera (Sylvia
borin) es
exclusivamente peninsular, se distribuye de forma casi continua en el norte, desde el nivel del mar
hasta los 1.700 m. Su mayor ocupación se da en el interior de Galicia, cordilleras
cantábrica y pirenaica, sistema Ibérico y la mayor parte de la Cuenca del
Duero. Frecuenta bosques de robles y campiñas arboladas del piso
supramediterráneo, y penetra en áreas menos húmedos al amparo de sotos y umbrías.
Según Luis M. Carrascal (antes citado) las cuatro variables más
destacadas que explican sus preferencias de hábitat en la época reproductora son:
1.- Tiene marcadas
preferencias por lugares con menor insolación y gran cantidad de bosques caducifolios
y ríos.
2.- Su rango altitudinal
abarca desde el nivel del mar hasta los 1.500 m.
3.- Sus hábitats preferidos
son las formaciones arboladas, tanto densas como abiertas.
4.- Le afectan positivamente
los km de ríos (por los sotos), mientras que lo hacen negativamente la
insolación anual (por el matiz eurosiberiano de la especie) y la suma de
frutales más olivar más agropecuario (por su preferencia por los bosques
caducifolios).
La curruca mosquitera es un
ave migrante, con una extensa área de invernada en África subsahariana, desde Senegal
hasta Etiopía. Durante los meses de migración resulta común en toda Iberia y Baleares.
La preferencia de hábitat durante la migración no guarda grandes diferencias
con la de época de cría, ya que evita áreas degradadas, encinares y pinares sin
sotobosque; selecciona zonas con vegetación ribereña y arbustos de cierto
porte, donde aprovecha la fructificación de especies como las zarzas y el
saúco. Su hábitat de invernada comprende un amplio espectro de formaciones
arbustivas y arboladas. Evita el bosque cerrado, pero ocupa bosques de acacias,
bosques de galería, bordes de pluvisilva y zonas de matorral.
Mapa de distribución y plumaje de un macho adulto de curruca zarcera
La curruca
zarcera (Sylvia
communis) es una especie de carácter eurosiberiano, frecuenta los bosques de robles y campiñas arboladas, y penetra en áreas menos húmedas al amparo
de sotos fluviales y umbrías.
En España se distribuye de una forma casi continua en la mitad norte, desde el
nivel del mar hasta los 1.700 m de altitud. La mayor ocupación corresponde al
interior de Galicia, cordillera Cantábrica, Pirineos y Sistema Ibérico, y la
mayor parte de la cuenca del Duero. No nidifica en Canarias ni en Baleares
Según Luis M. Carrascal, las variables que explican su distribución en
época reproductora muestran que, a pesar de su amplia valencia ecológica:
1.- Tiene marcadas
preferencias por lugares con menor insolación y áreas de bosque caducifolio y ríos.
2.- Su rango altitudinal
abarca todo el gradiente, pero es bastante escasa por debajo de los 500 m y es
relativamente abundante sobre los 2000 m.
3.- Sus hábitats preferidos
son las formaciones arbustivas, aunque también ocupa las formaciones arboladas,
tanto densas como abiertas.
Es una especie migrante
transahariana. Al igual que durante la cría, los hábitats más utilizados en
España durante la migración postnupcial son los matorrales y otros medios
arbustivos similares, especialmente aquellos que cuentan con zarzas y otros
arbustos productores de frutos carnosos como lentiscos y saúcos. En sus áreas
de invernada africana ocupa preferentemente la región del Sahel, especialmente
las formaciones arbustivas y arboladas de sabanas.
Tanto en la curruca cabecinegra, residente todo el año en su hábitat, como en las otras dos, invernantes en tierras africanas, se observan notables cambios en sus hábitos alimenticios. Las tres especies son básicamente insectívoras aunque completan la dieta con frutos y bayas siempre que éstos estén disponibles y sean de fácil acceso. Si a las aves consumen sólo alimento vegetal, pierden peso y pueden llegar a morir, pero si se les suministra una dieta sólo a base de alimento animal o mixta (animal y vegetal), muestran el ciclo de crecimiento natural. Se estima que precisan un aporte diario mínimo de tres gramos de insectos y otros animales para cubrir las carencias proteicas que les ocasiona una dieta frugívora estricta. Por lo tanto, el consumo de frutos es claramente oportunista y solo será importante cuando éstos presenten gran disponibilidad y facilidad de obtención, los recursos animales sean escasos y las demandas nutricionales sean elevadas.
La maduración de una abundante cosecha de frutos como las zarzamoras, los torviscos, los labiérnagos, los saúcos, los lentiscos y otros pequeños frutos carnosos propios del matorral mediterráneo, crea una situación de alta disponibilidad de alimento alternativo a los insectos, fácilmente accesible para los pájaros en migración. Además, no solo suplen la demanda energética de las aves sino que también son una fuente importante de agua en los secos y calurosos veranos mediterráneos, máxime si se tiene en cuenta que los largos vuelos migratorios entrañan graves riesgos de deshidratación.
José Antonio López Isarría