Un estudio publicado en 2014 por la revista Ecology Letters realizado por investigadores europeos de 25 países, recopiló los datos disponibles del número de aves en Europa. El estudio concluye que casi una cuarta parte de las aves que surcaban los cielos de Europa hace 30 años ha desaparecido. La población aviaria salvaje ha pasado de algo más de 2.000 millones en 1980 a 1.600 millones en la actualidad. La mayor parte de los pájaros desaparecidos pertenece a las especies más comunes, aquellas que carecen de cualquier tipo de protección. En ciudades como Londres o Praga, el gorrión común prácticamente se ha extinguido. Además, las poblaciones de golondrina común, vencejo común, alondras y las bandadas de estorninos ya no son tan comunes como antes.
El problema se agrava en el ámbito urbano. Las aves que habitan en las ciudades afrontan numerosos problemas en su supervivencia diaria. La continua presencia del hombre, con su cultura asociada
de ruido, tráfico de vehículos y exceso de iluminación es una fuente de
continuo estrés para las aves. La expansión de núcleos urbanos y la construcción
de nuevas vías de comunicación crea barreras que provocan el fraccionamiento de
las poblaciones. La falta de espacios verdes dificulta la búsqueda de alimento. La escasa y poco natural vegetación no ofrece buenos refugios frente a los
depredadores ni resulta útil en época de cría. Y a todo lo anterior hay que añadir el problema de la contaminación atmosférica, que es una de las causas más importantes del agravamiento de muchas
patologías animales.
Golondrina común cebando a sus pollos en el nido |
Se estima que
aproximadamente 200 millones de golondrinas comunes (Hirundo rustica) vuelan cada año de Eurasia
hacia África. En su regreso primaveral a territorios europeos, una parte de este contingente ocupa una amplia zona repartida por toda la península,
Baleares, Ceuta y Melilla y la isla de Gran Canaria. Muestra una clara preferencia por los ambientes agrarios, especialmente
aquellos sometidos a pastoreo extensivo y usos tradicionales. En las
edificaciones próximas a estos ambientes construye sus
nidos de barro en granjas, cortijos, casas de campo y urbanizaciones
de la periferia.
En 2004 se estimó una población de 30 millones de golondrinas comunes en España. Los censos actuales indican una reducción en torno a 10 millones de ejemplares, es decir, un tercio de su población total. Las causas de la regresión que padece la golondrina común hay que buscarlas en un cúmulo de factores, como el despoblamiento rural, que ha ocasionado que sus lugares de cría predilectos sean abandonados o destruidos, y el uso intensivo de insecticidas en el campo. Estos agentes químicos no sólo merman su potencial reproductor sino que destruyen su principal fuente de alimentación: los insectos. También contribuyen a su declive la falta de lugares adecuados para nidificar en los edificios modernos y la escasez de materiales (barro) para construir el nido en algunas zonas urbanas.
A este respecto cabe recordar que la
destrucción de sus nidos en periodo reproductor es una infracción
administrativa, ya que se trata de una especie protegida por las leyes europeas
(Directiva Aves y Convenio de Berna), españolas (Listado de Especies Silvestres
en Régimen de Protección Especial) y autonómicas. Esta legislación ampara a los ejemplares adultos, sus nidos,
crías y huevos.
Respecto a los gorriones
comunes (Passer domesticus) podemos afirmar que son las aves que presentan la
mayor distribución geográfica mundial. Además de su amplia área de distribución
natural, han sido introducidos en numerosos países. Muy conocida es la historia
de su llegada a los EEUU de América. En 1850 centenares de gorriones europeos
fueron liberados en Filadelfia para combatir las orugas que destruían huertas y
jardines, y desde ahí se expandieron por el resto del continente americano.
Macho de gorrión común en época reproductora |
En España se encuentran por todo el territorio peninsular, Baleares, Ceuta y
Melilla, y ha colonizado recientemente Canarias, donde nidificó por primera vez
en 1998 en la isla de Gran Canaria a la que podría haber llegado transportada en
algún barco. Es una especie gregaria, que vive en colonias de 20-40 individuos. Son aves relativamente
sedentarias, rara vez avanzan más de 1 km de su colonia. Su amplia distribución ha
sido favorecida por el estrecho contacto que mantienen con el hombre, que data
desde el neolítico, coincidiendo con la aparición de la agricultura en
Mesopotamia y Egipto, donde se sitúa su área de origen. Desde entonces, esta
especie ha estado muy ligada a los ambientes antrópicos, ya sean rurales o
urbanos (su presencia en los hábitats forestales es nula o muy
escasa).
En los últimos 20 años hemos
perdido un 15% de la población española, lo que supone 25 millones menos de gorriones. Si consideramos la población europea en su conjunto, el descenso es
significativamente superior: un 63%. Varias hipótesis han sido
propuestas para explicar la disminución de la población del gorrión común en
las zonas urbanas:
1.- Falta de insectos en la temporada de cría. Aunque su dieta es básicamente
granívora también consume alimento de origen animal, en especial insectos que recoge
en el suelo o incluso al vuelo. Pero la falta creciente del principal alimento de las crías, en particular pulgones (Aphidoidea), gorgojos (Curculionidae), saltamontes (Orthoptera) y orugas (Lepidoptera) puede suponer un grave problema para las poblaciones urbanas.
2.- Estrés oxidativo. Los contaminantes del aire o una dieta poco saludable (deficitaria en vitaminas) pueden favorecer la formación de radicales libres, moléculas que aparecen como subproducto de la respiración aerobia. Se trata de moléculas o fragmentos de moléculas altamente inestables debido a que poseen electrones desapareados en su orbital externo, lo cual les confiere un carácter oxidante. Para evitar la oxidación de las biomoléculas adyacentes, inmediatamente después de su formación, los radicales libres son interceptados y neutralizados por los sistemas de defensa antioxidante del organismo. Sin embargo, un incremento en la producción de radicales o un fallo en los mecanismos de defensa conduce al desequilibrio del balance oxidante/antioxidante, una situación patológica que puede llegar a ocasionar graves daños en las estructuras celulares subyacentes (estrés oxidativo), con importantes efectos sobre la fertilidad, el desarrollo embrionario y el envejecimiento celular.
3.- La limpieza de las calles. Muy bien valorada por los habitantes humanos de ciudades y pueblos, reduce las oportunidades de encontrar comida a los gorriones e incrementa la competencia por este recurso con otras especies urbanas.
4.- Pérdida de lugares tradicionales de nidificación. Como consecuencia de los cambios en la arquitectura de los edificios modernos, se observa una drástica pérdida de lugares aptos para la construcción de nidos, en particular los aleros y los tejados de las casas.
5.- Efecto Allee. Cuando la reducción del tamaño de una colonia de gorriones cae por debajo de un valor crítico, el éxito reproductor se ve drásticamente mermado y la población decae hasta desaparecer. Este proceso se conoce en Biología como efecto Allee y ha sido comprobado en algunas especies de animales (zorros, bacalaos) y plantas (ginseng). Desde un punto de vista genético se considera como un suceso en el que primero se produce un descenso del tamaño poblacional que, a su vez, cambia la estructura genética de ésta y provoca una disminución de la eficacia biológica de los individuos.
6.- La contaminación electromagnética (microondas). Motivada por el masivo despliegue de antenas de telefonía móvil somete a las aves a continuas dosis de radiación. Antes de la década de 1990, la energía electromagnética era emitida desde unas pocas emisoras de radio y de televisión situadas en zonas remotas o altas elevaciones. Desde entonces, mástiles móviles de estaciones base se han propagado a través de los centros urbanos y han aumentado la contaminación electromagnética. Algunos estudios publicados sugieren que los gorriones tienden a evitar los lugares con altos niveles de este tipo de señales. Esta radiación podría afectar al éxito reproductivo de las aves e incrementar la mortalidad embrionaria de los pollos.
2.- Estrés oxidativo. Los contaminantes del aire o una dieta poco saludable (deficitaria en vitaminas) pueden favorecer la formación de radicales libres, moléculas que aparecen como subproducto de la respiración aerobia. Se trata de moléculas o fragmentos de moléculas altamente inestables debido a que poseen electrones desapareados en su orbital externo, lo cual les confiere un carácter oxidante. Para evitar la oxidación de las biomoléculas adyacentes, inmediatamente después de su formación, los radicales libres son interceptados y neutralizados por los sistemas de defensa antioxidante del organismo. Sin embargo, un incremento en la producción de radicales o un fallo en los mecanismos de defensa conduce al desequilibrio del balance oxidante/antioxidante, una situación patológica que puede llegar a ocasionar graves daños en las estructuras celulares subyacentes (estrés oxidativo), con importantes efectos sobre la fertilidad, el desarrollo embrionario y el envejecimiento celular.
3.- La limpieza de las calles. Muy bien valorada por los habitantes humanos de ciudades y pueblos, reduce las oportunidades de encontrar comida a los gorriones e incrementa la competencia por este recurso con otras especies urbanas.
4.- Pérdida de lugares tradicionales de nidificación. Como consecuencia de los cambios en la arquitectura de los edificios modernos, se observa una drástica pérdida de lugares aptos para la construcción de nidos, en particular los aleros y los tejados de las casas.
5.- Efecto Allee. Cuando la reducción del tamaño de una colonia de gorriones cae por debajo de un valor crítico, el éxito reproductor se ve drásticamente mermado y la población decae hasta desaparecer. Este proceso se conoce en Biología como efecto Allee y ha sido comprobado en algunas especies de animales (zorros, bacalaos) y plantas (ginseng). Desde un punto de vista genético se considera como un suceso en el que primero se produce un descenso del tamaño poblacional que, a su vez, cambia la estructura genética de ésta y provoca una disminución de la eficacia biológica de los individuos.
6.- La contaminación electromagnética (microondas). Motivada por el masivo despliegue de antenas de telefonía móvil somete a las aves a continuas dosis de radiación. Antes de la década de 1990, la energía electromagnética era emitida desde unas pocas emisoras de radio y de televisión situadas en zonas remotas o altas elevaciones. Desde entonces, mástiles móviles de estaciones base se han propagado a través de los centros urbanos y han aumentado la contaminación electromagnética. Algunos estudios publicados sugieren que los gorriones tienden a evitar los lugares con altos niveles de este tipo de señales. Esta radiación podría afectar al éxito reproductivo de las aves e incrementar la mortalidad embrionaria de los pollos.
POST
DATA (12/02/2020)
Recientemente se ha investigado el efecto de la malaria aviar, una
infección provocada por el protista Plasmodium que podría estar diezmando las poblaciones de gorriones.
Se trata de un parásito que tiene dos huéspedes en su ciclo vital: el mosquito
común (Culex pipiens) que actúa como
vector, y un pájaro de tamaño pequeño. En los
últimos 25 años esta infección parasitaria ha causado en Londres un descenso de
la población de gorriones cifrado en un 74%, según una investigación de la
Sociedad Zoológica de Londres y del British
Trust for Ornithology.
José Antonio López Isarría