04 abril 2017

La migración. 1ª Parte

La migración no es un fenómeno exclusivo de las aves. Existen desplazamientos entre residencias en varios grupos animales: plancton marino, cangrejos terrestres, langostas de tierra, ciertos lepidópteros (por ejemplo, la mariposa monarca), peces (arenques, bacalaos, salmones y anguilas), anfibios urodelos (tritones y salamandras), tortugas, ciertos ungulados (cebras, ñúes y antílopes americanos), elefantes y ciertos mamíferos marinos (ballenas y focas).



Pero, tal y como expuso Francisco Bernis, el fenómeno migratorio de las aves es singular debido a que:
  • Los individuos realizan desplazamientos de cierta envergadura y duración.
  • Es intencional o activo (en contraposición a ciertos desplazamientos pasivos comunes a muchas formas de migración en peces).
  • Es periódico, es decir, implica el retorno regular al área de origen o residencia natal.
  • Posee dimensión poblacional (afecta a poblaciones enteras).
  • Se percibe cierto antagonismo entre residencias alternativas (cría - invernada o reposo).

Salvo en latitudes ecuatoriales, son raros los habitats que permanecen idénticos todo el año. En la mayoría de los casos el entorno sufre variaciones notables con el paso de las estaciones. La estación seca en las zonas áridas o subáridas, y el invierno en las regiones templadas y frías, se convierten en períodos críticos para los animales que ocupan dichos hábitats. La reacción ante este período desfavorable es muy amplia según los animales. Las aves, vertebrados homeotérmicos, no invernan sino que aprovechan sus extraordinarias facultades de vuelo para desocupar temporalmente esos hábitats bajo la forma de una migración.

   
Simplificando la clasificación de C.J. Mead (1983) sobre patrones de migración en aves del hemisferio Norte, cabe señalar como los más importantes:

1.- Migraciones transecuatoriales: aves que crían en el hemisferio norte y que viajan al hemisferio sur para establecer sus áreas de reposo (que no de invernada, pues dada su movilidad, estas aves no conocen el invierno). Ej.: charrán ártico Sterna paradisea, un caso extremo de migrante de larga distancia, con rutas de hasta 40.000 km. por año.



2.- Migraciones norte-sur de larga distancia: características de muchas aves insectívoras de latitudes templadas que al llegar el invierno buscan una continuidad en su dieta viajando a zonas tropicales. Ej.: en nuestro país, la Curruca zarcera (Sylvia communis), un ave migrante transahariana de largo recorrido, con sus principales cuarteles de invernada al sur del Sáhara. En nuestro país resulta común durante los viajes migratorios.



3.- Migraciones desde el interior de los continentes hacia las costas. El clima oceánico de las zonas costeras, de suaves contrastes térmicos, induce desplazamientos de aves que crían en tierras del interior. Ej.: el Ostrero euroasiático (Haematopus ostralegus). Se reproduce en Islandia, norte de Noruega, Finlandia y en torno al mar Negro. Una parte de la población europea es migradora y pasa el invierno en las costas meridionales del continente (incluida la Península Ibérica) y en el norte de África. 



4.- Migración parcial. El área de cría mantiene a una parte de la población durante el invierno. La otra migra hacia latitudes más favorables. Esta migración es muy interesante desde el punto de vista de la investigación del fenómeno migratorio ya que permite estudios comparados de ambos tipos de comportamiento. En la península ibérica existen muchos ejemplos, citaremos al Mosquitero común (Phylloscopus collybita). Las poblaciones ibéricas parecen ser sedentarias y realizar únicamente movimientos de escasa entidad. Las poblaciones del centro y norte de Europa son parcialmente migradoras y poseen sus principales cuarteles de invernada en el entorno mediterráneo.


5.- Migraciones altitudinales. La tercera causa de la polaridad entre temporada favorable y desfavorable (aparte de la latitud y la continentalidad) es la altitud. Ciertas aves abandonan sus territorios de cría de alta montaña para pasar el invierno en los fondos de valle o llanuras circundantes. Ej.: el Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla). En España, cría en la mitad norte peninsular: Galicia, Cordillera Cantábrica, Sistema Ibérico, Montes Vascos, Pirineos y, Sistema Central. En período invernal, estas poblaciones ibéricas se desplazan hacia sectores más atemperados, de menor altitud. Además, la península ibérica recibe  un buen contingente de reyezuelos centroeuropeos invernantes.



6.- Irrupciones (= invasiones): aunque no son migraciones en sentido estricto, pues no respetan el criterio de la regularidad en el tiempo, son las que mejor dejan ver el motivo conductor de estos desplazamientos: el alimento. La cantidad de recursos tróficos en el área de cría puede sufrir fuertes variaciones interanuales con intervalos no periódicos. Puede suceder, además, que la existencia de una alta densidad de población coincida con un año de recursos escasos, por lo que masivamente las aves abandonan el área de cría en busca de mejores lugares. Ej.: piquituerto Loxia curvirostra. En estas aves, las irrupciones se empiezan a detectar a comienzos del verano, y están ligadas a los ciclos de productividad de los abetos rojos boreales, de modo que los años en que estas coníferas fructifican en masa, el piquituerto tiene un gran éxito reproductor, y se crea un excedente de individuos que deben abandonar sus áreas de cría, provocando un proceso irruptivo a nivel continental.




Así pues, desde el punto de vista migratorio, las aves de una región determinada pueden clasificarse dentro de las siguientes categorías fenológicas:
  • Sedentarias: se encuentran presentes todo el año. Aves no migradoras.
  • Estivales: aves migradoras que utilizan la región como territorio de cría.
  • Invernantes: aves migradoras que utilizan la región como área de invernada.
  • De paso: aves migradoras que sólo frecuentan la región durante las épocas de migración prenupcial (primaveral) o posnupcial (otoñal).

Las aves euroasiáticas tienen tres zonas de invernada importantes: la costa atlántica de Europa, la región mediterránea y, sobre todo, la región subsahariana de Africa. Se sabe que más de la tercera parte de la avifauna paleártica inverna en la franja subsahariana, concretamente en las sabanas africanas. Por razones no bien comprendidas aún, ni la pluvisilva ecuatorial ni los bosques de montaña africanos son usados como áreas de reposo por las aves paleárticas, a pesar de ser medios ecológicamente muy ricos. Quizá estén saturados de especies indígenas o quizá presenten características fisionómicas muy diferentes a las que ellas están adaptadas.

José Antonio López Isarría