Los augures eran unos sacerdotes de la Antigua Roma que se ganaban la
vida practicando el difícil arte de la adivinación. Para sus predicciones se servían desde señales del cielo como los rayos hasta la simple visión de
grandes bandadas de aves en vuelo. Había buenos y malos augurios, pero uno de
los peores siempre era el graznido de los cuervos.
Alfred Hitchcock con un cuervo. Cartel promocional de su famosa película "Los Pájaros" |
"Eres un pájaro de mal agüero" es una advertencia por la que decimos a otro que actúa como un gafe, como un inductor de desdichas. En este caso, el agüero o augurio se refiere a sucesos desfavorables. La mala suerte está al caer y parece que con ese conjuro intentamos sortear la adversidad o, al menos, prevenirla de algún modo.
Los cuervos han estado muy presentes en los mitos y leyendas tradicionales de muchas culturas. Han sido considerados como mediadores entre la vida y la muerte debido a alguno de sus rasgos como el color negro de su plumaje, el desagradable graznido o su hábito carroñero.
Cuervo (Corvus corax). Fotografía de Jesús Giraldo |
La gran familia de los Córvidos
agrupa a paseriformes de gran tamaño, constitución robusta, y patas poderosas.
Entre los 25 géneros que incluye destaca el género Corvus, con más de 40 especies repartidas por el mundo, casi todas
con plumaje totalmente negro. En Europa habitan cinco especies: la grajilla (Corvus monedula), la graja (Corvus frugilegus), la corneja negra (Corvus corone), la corneja cenicienta (Corvus cornix) y el cuervo común (Corvus corax).
Dejando a un lado las leyendas que persiguen a estos pájaros, los seres humanos siempre hemos reparado en sus extraordinarias facultades
mentales. En una conocida fábula de Esopo se narra cómo un
cuervo sediento que no puede llegar al agua del fondo de una jarra,
empieza a arrojar piedras dentro de la misma hasta que su nivel sube
lo suficiente como para poder alcanzarla.
Cuervo de Nueva Caledonia. Fotografía de James St. Clair |
En la década de 1990 empezaron a
llegar informes procedentes de Nueva Caledonia, un archipiélago situado al NE
de Australia, sobre unos cuervos endémicos que fabricaban sus propias
herramientas en la selva. Estos animales usaban ramitas a modo de ganchos para capturar las larvas de insectos que se alojan en las cortezas de los
árboles. Y lo más sorprendente es que transmitían estos conocimientos a las
siguientes generaciones, una proeza que se creía exclusiva de la cultura
humana. Esta especie de cuervo, cuyo nombre científico es Corvus moneduloides,
ha sido objeto de multitud de experimentos en laboratorio en los que se ha
demostrado que incluso fabrican "meta-herramientas", esto es,
herramientas que sirven para fabricar otras herramientas usando materiales que
son desconocidos para el cuervo en su ambiente natural.
En 2002, el ecólogo británico Alex Kacelnik realizó una serie de experimentos con una hembra de cuervo neocaledonio llamada Betty. Consiguió alcanzar una cesta con comida situada en el fondo de un tubo sirviéndose de un gancho que ella misma moldeó. Como no había ningún gancho a la vista, tomó un alambre recto y lo empujó contra los bordes de la bandeja hasta moldear un gancho con el que pudo conseguir la recompensa. En otras pruebas, se le ofrecieron ganchos doblados de diversas formas que, por su tamaño y configuración, no encajaban en el cilindro y no servían para alcanzar el objetivo. Betty entonces los modificó hasta conseguir la forma y el tamaño deseados. Esto sugería que, de algún modo, la hembra tenía una representación mental del problema y era capaz de resolverlo de varias maneras.
El empleo de meta-herramientas
implica tres retos cognitivos distintos. Primero, es preciso reconocer que una
herramienta puede emplearse para obtener objetos que no son alimentos. Este
reconocimiento puede requerir alguna clase de razonamiento por analogía, esto
es, una habilidad avanzada que permite relacionar experiencias y hechos que no
son similares entre sí. Segundo, el individuo debe inhibir inicialmente una
respuesta inmediata a la obtención de alimento (control inhibitorio), una reacción que tanto los niños como los
primates encuentran difícil de suprimir. Tercero, el individuo debe ser capaz
de realizar un comportamiento organizado jerárquicamente en pasos ordenados y
secuenciados.
En relación al segundo de los
retos, el control inhibitorio, en 2016 se publicó un interesante trabajo que concluyó que los cuervos son tan
inteligentes como los chimpancés aunque tengan un cerebro 26 veces menor. Este
hecho indicaría que la densidad neuronal y la estructura cerebral, más que el
tamaño del cerebro, cumplen una función importante en lo que respecta a la
inteligencia de las aves.
Pareja de bonobos. Fotografía de Finbarr O'Reilly / REUTERS |
Estos investigadores realizaron
la denominada “prueba del cilindro”. La comida se coloca en un tubo
transparente con aberturas a ambos lados. El reto para el animal consiste en
obtener la comida utilizando las aberturas laterales en vez de acceder a la misma
directamente, pues el tubo es transparente. Para conseguir la comida el animal
tiene que percibir la dificultad y seguir una estrategia eficaz. En palabras de
Can Kabadayi, coordinador del
estudio, la inteligencia es difícil de medir pero no ciertos aspectos de la
misma como el control inhibitorio para anular los impulsos animales y la
habilidad de elegir un comportamiento
más racional.
Los investigadores entrenaron primero
a los pájaros para conseguir el obsequio en un tubo opaco con un agujero en
cada extremo. A continuación repitieron el mismo experimento con un tubo
transparente. El impulso animal hubiera consistido en dirigirse directamente al
tubo nada más ver la comida. Sin embargo, todos los cuervos optaron por entrar
por los laterales del tubo en cada uno de los intentos. Los resultados de los
cuervos y las grajillas se acercaron mucho a los 100 %, comparables a los que
obtuvieron los bonobos y los gorilas.
Grajilla (Corvus monedula). Fotografía de Jesús Giraldo |
Respecto al tercer reto
cognitivo, la capacidad de ejecutar un comportamiento en pasos ordenados, es muy
oportuno ver el siguiente videoclip de la serie de televisión de la BBC Inside the Animal Mind. En las imágenes
grabadas, el naturalista inglés Chris
Packham nos presenta a un cuervo, apodado 007, capaz de resolver un rompecabezas que implica ocho pasos
secuenciados. Es una situación que el ave nunca encontraría en la naturaleza,
pero de todos modos impresiona. Es cierto que 007 ya había aprendido cómo funcionaban los pasos individuales,
pero resolverlos en un orden determinado representa un desafío aún mayor. Es un
indicio de que estos animales pueden planificar con anticipación hasta cierto
punto.
El mismo Kabadayi, en otro trabajo publicado en 2017, profundizó en su investigación sobre la capacidad de los cuervos para planificar el futuro mediante otra serie de experimentos. La capacidad de pensar más allá del presente es propia de procesos cognitivos complejos. Los humanos y otros primates la poseemos. Can Kabadayi quiso saber cómo se defenderían los cuervos en este campo. Previamente los animales fueron entrenados para utilizar una herramienta que abría una caja-problema. Si lo conseguían, obtenían una recompensa. Luego se les presentó la caja, pero sin la herramienta adecuada. A continuación, se retiró la caja y una hora más tarde se mostró a los cuervos la herramienta que abría la caja, junto a otros elementos que pretendían distraer su atención. Prácticamente todos los cuervos escogieron la herramienta correcta para abrir el dispositivo, y cuando después se les presentó la caja, usaron la herramienta para abrirla con una tasa de éxito del 86 %.
En una segunda parte, se les
mostró a los cuervos la herramienta correcta junto a otra de distracción y una
recompensa inmediata, aunque no tan buena como la de la caja, algo que
permitiría saber si las aves estarían dispuestas a renunciar a una recompensa menor
pero inmediata en lugar de conseguir una mejor en el futuro. Y esto es lo que precisamente
sucedió en casi el 75 % de las pruebas, renunciar y esperar una futura ocasión
que mejorara la oferta.
Es indudable que se ha avanzado en
el estudio de la inteligencia de estas aves. Pero aún quedan muchas dudas por resolver y tampoco se debn extraer más consecuencias de las razonables.
Los cuervos resuelven problemas complejos, fabrican y usan herramientas, tienen
una gran memoria, se comunican y aprenden entre sí e incluso podrían tener
culturas propias. Según algunos investigadores, su capacidad cognitiva es
parecida a la de un niño de 5 años. Se puede pensar que existen beneficios para
tales esfuerzos mentales. Mantienen la mente despierta y refuerzan las
habilidades aprendidas, ambas cosas muy útiles para sobrevivir.
Pero la cognición, entendida como la facultad para procesar la información a partir de la percepción y de la experiencia, abre puertas a otros comportamientos que no son estrictamente esenciales para la supervivencia. Los cuervos, de hecho, pueden ser como nosotros no tanto porque sean seres inteligentes, sino más bien porque a veces emplean su inteligencia por mera diversión (como lo hacemos también nosotros). Por otra parte, si bien puede ayudar a una criatura a hacer las cosas precisas para sobrevivir en su entorno, otros animales se las arreglan por otros medios. Donde un cuervo usa habilidades y herramientas mentales para acceder a alimentos difíciles de alcanzar, un camaleón simplemente estira su larga y pegajosa lengua en unas décimas de segundo, sin moverse de la rama que lo sujeta. La caja de herramientas que la evolución ha puesto al servicio de los seres vivos está muy bien surtida.
José Antonio López Isarría