Las aves se comunican intercambiando señales específicas que, en principio, benefician tanto al individuo que las emite como a los receptores. En biología evolutiva exite una teoría que examina la comunicación entre individuos. Un buen ejemplo para ilustrar cómo funcionan estas señales de comunicación son los reclamos de las crías en el nido para atraer la atención de sus progenitores.
En el mundo de las aves, la eclosión de los huevos inicia una etapa crítica para los padres que los obliga a estar pendientes de la alimentación y protección de su prole frente a los depredadores o las inclemencias del clima. Según el grado de desarrollo que presentan al nacer, los pollos son nidífugos y nidícolas.
Los segundos son crías altriciales, nacen desnudos
e indefensos, con una asimetría funcional entre su sistema nervioso (casi sin
desarrollar) y el digestivo (hipertrofiado). Comparados con los anteriores, requieren un período de
incubación más corto, nacen en nidos poco accesibles y pasan un tiempo más prolongado
en el nido, durante el cual dependen por completo de la alimentación y cuidado
de los padres. Durante su estancia en el nido, estas crías experimentan una tasa de crecimiento desmedida hasta alcanzar la talla adulta y la
emancipación de sus progenitores en un tiempo récord.
La selección natural ha
favorecido la evolución de diversos tipos de cuidados parentales. Uno de los
más usuales (aunque más costoso para los padres) es la entrega regular de alimento a la
descendencia. En esta situación, es fácil imaginar que si un hijo emite sonidos
estridentes o posee una boca de colores llamativos, atraerá una mayor atención
de los padres hacia él y le facilitará la ceba de alimento. En la medida en
que los pollos más necesitados soliciten más comida que los saciados, los
padres conocerán el nivel de necesidad de su prole y evitarán que algunas crías se queden sin comida, lo que
podría suceder si el alimento se entregara de forma aleatoria.
Desde una lógica evolucionista, los padres deben invertir cuidados en su descendencia porque es una buena manera de asegurar el paso de sus genes a la siguiente generación. Los hermanos también deberían colaborar entre sí ya que están genéticamente emparentados. Sin embargo, su consanguinidad no garantiza que la selección natural premie siempre la cooperación. Si los hermanos compiten por los recursos, los beneficios obtenidos por la competición pueden superar a los obtenidos por la cooperación. Entonces se impondrá una competición entre hermanos. En las aves esto sucede cuando el alimento repartido escasea, normalmente debido a que los padres hacen una puesta que excede el número de pollos que son capaces de sacar adelante con éxito. Esta estrategia es muy frecuente en las aves. El resultado es una obligada reducción de la nidada que elimina por inanición a uno o más pollos a consecuencia de la dura competencia entre hermanos.
Muchos estudios han estudiado cómo ciertos rasgos o comportamientos de los pollos influyen en las preferencias de
los padres. Por ejemplo, los progenitores pueden tener predilección por
alimentar a los pollos más próximos a ellos o a los que solicitan antes el alimento
o a aquellos que lo piden con mayor intensidad. Este es el caso de los
conocidos gorriones (Passer domesticus),
urracas (Pica pica) o mirlos (Turdus merula).
Sin embargo, un estudio publicado por la bióloga Shana Caro puso de manifiesto que esta estrategia no siempre resulta fructífera. Para esta investigadora, los adultos de ciertas especies deciden qué polluelos alimentar en función de otros factores que nada tienen que ver con la intensidad de los reclamos o la proximidad. Comprobó que una cuarta parte de las 143 especies de aves estudiadas no atendían a las crías que demandaban comida con mayor insistencia. Es más, en algunos casos los progenitores decidían alimentar preferentemente a los polluelos más lustrosos en detrimento de los más débiles, como ocurre en la abubilla (Upupa epops). La clave de esta disparidad de comportamientos podría radicar en el acceso al alimento. Según esta investigación, cuando las aves cuentan con recursos escasos priorizan la alimentación de aquellas crías que tienen más probabilidades de sobrevivir, esto es, las más sanas. Cuando, por el contrario, abunda la comida, atienden a los reclamos de aquellos polluelos que se encuentran en peores condiciones con el objetivo de garantizar la supervivencia de toda la prole. En general, estos resultados muestran cómo la variación ecológica puede llevar a que diferentes sistemas de señalización sean evolutivamente estables en distintas especies.
Los polluelos, además de sus estridentes reclamos y sus posturas suplicantes usan otras señales para obtener el premio de la comida. Y una de las más sorprendentes es la exhibición de patrones de color en el contorno de la boca. Tal es el caso de las crías de diamante de Gould (Erythrura gouldiae) y sus elaborados ornamentos bucales. Hay que recordar que una nidada de pollos nidícolas recién eclosionada no es más que un puñado de insaciables tubos digestivos que demandan comida de forma continua. Estas crías usan sus boqueras como un curioso canal de comunicación con sus padres. Las boqueras son ensanchamientos del tegumento que bordea la base del pico y que incrementan la superficie visible de la boca abierta cuando los pollos solicitan alimento.
Los pollos del diamante de Gould presentan marcas blancas y negras en el paladar, acompañadas por unas prominencias amarillas y azules en las boqueras, con un brillo que recuerda a luces de tipo led. Y esta similitud no es casual pues su función es muy parecida. Las especies del género Erythrura suelen criar en orificios naturales, a veces bastante profundos, por lo que deben cebar a sus pollos casi en oscuridad. Además, la región donde habita el diamante de Gould (las zonas semiáridas del norte de Australia), se caracteriza por una fuerte insolación, por lo que al llegar al nido y encontrar la repentina oscuridad, el progenitor que viene a cebar se encuentra deslumbrado, y precisa de unos segundos para adaptar la vista. De algún modo, estas brillantes marcas señalizan las bocas de sus pollos de una forma parecida a las balizas luminosas de las pistas de aterrizaje de los aeropuertos durante la noche.
El diamante de Gould pertenece a la a familia Estrildidae, que comprende unas 140 especies repartidas por África, Asia y Australia. Salvo alguna excepción, los pollos de estas especies tienen algún tipo de diseño distintivo en el paladar, lengua y boqueras. Estos diseños van desde puntos de tonalidad básica negra o blanca, hasta prominencias reflectantes de diferentes colores. Además, estos señuelos suelen acompañarse de movimientos de la cabeza o la lengua, lo que incrementa la vistosidad de la puesta en escena.
Filogenia de la familia Estrildidae.Tomado de https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1055790320300294 |
Ahora bien, si todos los pollos de los estríldidos disponen de la misma configuración de señales, no parece probable que sirvan para informar sobre su estado nutricional. Además, el hecho de que las marcas sean tan variadas y distintivas de cada especie sugiere que pudieran estar relacionadas con otro problema. De hecho, se cree que su función adaptativa primaria puede ser evitar a los parásitos de cría.
Pollo de cuco alimentado por un petirrojo |
En la mayoría de los casos,
es el color y forma de la cáscara del huevo lo que el hospedador debe reconocer
para evitar intrusos y el parásito tiende a imitar para evitar ser descubierto.
Tal es el caso de especies parasitadas por el cuco como carriceros, petirrojos o
pinzones, que han desarrollado una cierta capacidad para distinguir los huevos
del parásito de los propios y expulsarlos del nido antes de incubarlos.
Siguiendo una lógica adaptacionista, los estríldidos habrían desarrollado una estrategia distinta. En lugar de examinar los huevos, fijan su atención en los pollos, más concretamente en las estructuras que decoran la boca y donde el progenitor deposita la ceba. De alguna forma, la selección natural habría desarrollado en cada especie un patrón de marcas distintivo en las boqueras que habría originado este sorprendente abanico de diseños. Una elegante solución a un problema (parasitismo) que sirvió también para facilitar la solución de otro (la cría de los pollos altriciales).
José Antonio López Isarría