En varias especies animales existen comportamientos individuales que tienen efectos beneficiosos en el funcionamiento del grupo social en el que viven. Son actos “prosociales” que van desde la simple cooperación entre individuos que se ayudan para obtener cierto recurso hasta relaciones más complejas que, incluso, suponen algún tipo de riesgo para alguna de las partes. Este último caso, llevado a su extremo, conduce al “altruismo biológico”.