23 octubre 2019

Desaforados gigantes

Los aerogeneradores son dispositivos que convierten la energía cinética del viento en energía eléctrica. Esta clase de energía procedente del viento, llamada eólica, está considerada como la más limpia entre la familia de las energías renovables. Pero las torres con aspas que producen electricidad pueden ser trampas mortales para las aves.



En comparación con la hidroeléctrica, fotovoltaica y geotérmica, la energía eólica emite una cantidad mínima de gases de efecto invernadero, con valores cercanos a 25 gramos de dióxido de carbono equivalente por kilovatio/hora. Es inagotable, barata, genera un impacto mínimo en el suelo y en los acuíferos, y es compatible con actividades tradicionales como la agricultura y la ganadería.

Vídeo explicativo de cómo funciona un aerogenerador. Grupo Acciona

Los aerogeneradores tienen tres palas situadas sobre un eje horizontal, una torre tubular y una orientación activa frente al viento (barlovento). Su vida media ronda los 20 años. Su altura ha ido aumentando con el tiempo, puesto que va asociada a un mayor diámetro del rotor para conseguir una mayor potencia. Los aerogeneradores que se instalan en la actualidad tienen una altura total de alrededor de 120 metros, con 40-60 metros de diámetro de rotor y una potencia unitaria es de entre 1500 y 2000 kW. El prototipo terrestre más potente en la actualidad alcanza una potencia de 2,5 MW. La producción de electricidad por los aerogeneradores empieza a partir de 4,5 m/s de velocidad del viento (16 km/h). Llega a la potencia nominal (producción máxima) a una velocidad de 15 m/s (54 Km/h) y se mantiene constante hasta los 25 m/s (90 Km/h). A más velocidad la máquina se para por razones de seguridad ya que pueden romperse las palas.

Grupo de ansares levantando vuelo en las proximidades de un parque eólico
La energía eólica abasteció de electricidad al 19% de España en 2018, una cifra equivalente a 12 millones de hogares. Los casi 24.000 MW eólicos producidos están repartidos en 1.123 parques eólicos. Nuestro país es el quinto del mundo por potencia eólica instalada, tras China, Estados Unidos, Alemania e India. Este sector es clave para cumplir el objetivo europeo de un 32% del consumo de energía procedente de fuentes renovables en 2030.



Pero no todo son ventajas. Recordemos que por debajo del rango de funcionamiento útil la energía no es rentable y por encima se pone en riesgo la propia estructura aerodinámica, por tanto se necesita el respaldo de otro tipo de energías para esos momentos. Además, como la densidad energética del viento es baja, se necesitan muchas unidades en funcionamiento al mismo tiempo para que el parque sea rentable. Esto provoca un innegable impacto estético en el paisaje, especialmente si consideramos que las zonas en las que se instalan están muy expuestas y son visibles desde largas distancias.

Impacto de un buitre con la pala de un aerogenerador

Y lo más negativo para el propósito de nuestro artículo es que pueden ocurrir colisiones de aves en vuelo con las aspas en movimiento, con la torre o con las infraestructuras asociadas, como las líneas eléctricas de evacuación, causando la muerte por impacto del animal (véase el video que se muestra encima de estas líneas)El riesgo de colisión de las aves depende de factores relacionados con la especie, el número, el comportamiento, las condiciones climáticas, la orografía y la propia naturaleza del parque eólico. En general las aves grandes con poca maniobrabilidad tienen mayor riesgo de colisión. En nuestro país, el buitre leonado (Gyps fulvus) es la víctima más frecuente, aunque existen registros de otras especies de rapaces, de ardeidas, aláudidos, emberícidos, fringílidos, láridos o córvidos.

Cadáveres de buitre muertos por colisión
Además del efecto de las colisiones, hay otros dos impactos importantes sobre las aves que no son menos visibles: la destrucción o alteración del hábitat y el efecto barrera. La instalación de aerogeneradores e infraestructuras asociadas conlleva la transformación o pérdida de hábitat. Si alteración afecta a áreas de reproducción provocará una reducción de las poblaciones, mientras que si ocurre en áreas de invernada pueden generarse cambios en las rutas migratorias. De otra parte, los parques eólicos suponen una barrera para la movilidad de las aves, ya que fragmentan la conexión entre las áreas de alimentación, invernada, cría y muda.

No disponemos de datos oficiales sobre la mortalidad de aves en parques eólicos. Según el propio sector, la mortalidad de animales en estos parques es baja y poco preocupante. Minimizan el impacto con cifras que señalan una baja incidencia comparada con otras causas como la caza humana, las líneas de alta tensión o los plaguicidas. Se llega a afirmar en algunos informes que los aerogeneradores causan menos del 0,0005% de las muertes de aves por causas antropogénicas.

Bando de grullas volando cerca de un molino de viento
Sin embargo, un estudio de SEO/BirdLife basado en informes de vigilancia de 136 parques eólicos de varias comunidades autónomas obtuvo una mortalidad mínima detectada media de 2 individuos/aerogenerador. En el estudio se matiza que, no obstante, la tasa de detección de cadáveres que tienen los vigilantes que elaboran esos censos no supera el 50% ya que depende de factores muy variables como la estructura de la vegetación en la que se encuentran los parques, la capacidad del observador o las condiciones ambientales a la hora de hacer los muestreos

Además, los vigilantes ambientales no muestrean toda la superficie en la que pueden caer las aves muertas por colisión. Dependiendo de si consideramos un radio entre 50 y 200 metros en el que pueden caer los cadáveres, y la metodología seguida para el muestreo (transectos lineales o en zigzag) se muestrea entre el 1,5 y el 35,5% de la superficie. Eso quiere decir que, en el mejor de los casos, hay más de un 60% de superficie que no es considerada, y por tanto no es censada.



Finalmente, no ha que olvidar la mortalidad que producen los tendidos eléctricos asociados a los parques eólicos. Los biólogos que han estudiado este impacto asociado consideran que estos tendidos tienen un promedio de 9 km por parque eólico y una mortalidad mínima detectada de 1 individuos/km. Teniendo en cuenta estos parámetros, con la cautela que supone hacer un cálculo que es estimativo pues carecemos de información oficial solvente, se estima entre 6 y 18 millones de vertebrados voladores (aves y murciélagos) muertos en los más de 17.000 aerogeneradores instalados en España.

Entre las medidas que se han apuntado por parte de los conservacionistas para reducir el riesgo de colisión citaremos:

- Aumentar la visibilidad de las hélices pintándolas con pintura distintiva o ultravioleta (recordemos que la visión de las aves es tetracromática, la mayoría tienen conos de longitud de onda larga, media y corta (similar a los humanos) pero adicionalmente poseen un tipo de fotorreceptores retinianos que les permite detectar en el rango de la luz ultravioleta.
- Priorizar los molinos que funcionan con una menor velocidad de rotación (los tipos de generador más extendidos en el ámbito marino).
- En periodos de poca visibilidad (por ambientes de niebla) es recomendable el uso de flashes de luz intermitente en lugar de luz continua.

Existen sistemas de monitorización de la avifauna cercana para reducir el riesgo de colisión con aerogeneradores terrestres o marinos. El más desarrollado y eficaz en la actualidad fue ideado en 2005 por los biólogos españoles Agustín Riopérez, Javier Díaz y Marcos Puente y recibe el nombre comercial de  DTBird. Este sistema detecta la presencia de aves de forma automática y en tiempo real. Lo hace sirviéndose del análisis de imágenes de alta resolución realizadas por cámaras HD que cubren 360° alrededor del aerogenerador, con una distancia de detección de hasta 600 m. Tras la localización de un ave en las proximidades, puede realizar 2 acciones independientes para mitigar el riesgo de colisión: la activación de un sonido de aviso o la parada del aerogenerador. En la actualidad existen 182 unidades de DTBird y DTBat (versión para murciélagos) distribuidas en 50 parques eólicos terrestres y marinos de 13 países (Austria, Alemania, España, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Suecia y Suiza).

Instalación del anillo superior de altavoces de un sistema DTBird
Una empresa sueca independiente elaboró un informe sobre la eficacia del  sistema DTBird en un parque eólico cerca de Lundsbrunn, en el sur de Suecia. Según los autores del informe el sistema ofrece una protección eficaz especialmente para las aves de mayor tamaño, al reducir el tiempo que pasan en el área de riesgo entre un 61% y un 87%. El sistema hace que las aves eviten la colisión en el 88% de los casos en los que el animal sigue una ruta de colisión con el parque eólico. En un área situada más allá de los 100 metros con respecto al molino no se observaron cambios negativos de la actividad de las aves durante el período de estudio. De media, los sonidos de advertencia del sistema se activaron 4 minutos y 45 segundos al día. Estas señales acústicas fueron capaces de disuadir la aproximación de aves tan poderosas como los pigargos europeos (Haliaeetus albicilla). 


Pigargo europeo en vuelo (Haliaeetus albicilla)
La producción de energía, incluso la que deriva de fuentes renovables, es potencialmente peligrosa para la conservación de la naturaleza, de modo que debemos equilibrar riesgos y beneficios para paliar cualquier efecto ambiental adverso. Para la avifauna, los molinos de viento actúan como los "desaforados gigantes" de don Quijote. Las colisiones, las barreras que impiden la movilidad y la destrucción del hábitat son sus efectos perversos. Iniciativas como los sistemas DTBird suponen un magnífico ejemplo del camino que ha de seguirse en la búsqueda de soluciones a este problema.

José Antonio López Isarría