Es una historia muy conocida. En 1890, un ornitólogo aficionado llamado Eugene Schieffelin liberó 60 estorninos pintos importados de Inglaterra en el Central Park de la ciudad de Nueva York. Hizo lo mismo con otros 40 ejemplares un año después. Se ha escrito que los introdujo como parte de un proyecto para traer a los Estados Unidos todas las aves mencionadas en las obras de William Shakespeare. Pero este último detalle de la historia, mencionado una y mil veces, es falso. Lo único cierto es que aquella suelta puso en marcha una de las mayores invasiones biológicas conocidas en los Estados Unidos.
Tomado de
https://www.allaboutbirds.org/news/the-secret-to-starling-success-its-in-their-genes/ |
El estornino pinto (Sturnus vulgaris) es una especie
invasora y colonizadora de gran éxito.
Nativa de Europa y Asia, se ha establecido en Norteamérica, Sudamérica (en
especial en Argentina), Nueva Zelanda, Australia, Sur de África y algunas islas
del Pacífico y del Caribe.
Durante los seis años siguientes
a la introducción en Central Park no se supo que el estornino se reprodujera
fuera de los límites del Gran Nueva York, aunque el número aumentaba
constantemente. En 1910, las aves ya se habían establecido en Filadelfia. La
frontera canadiense se cruzó en julio de 1919, cuando se observaron algunos
ejemplares cerca de Brockville, Ontario. En 1927 se reproducían localmente
en el sur de Quebec y Ontario. En 1930, cuatro décadas después de la histórica
suelta en el parque neoyorquino, los
estorninos ya ocupaban un vasto territorio que se extendía desde el centro de
Maine hasta el río Mississippi, y desde el sur de Canadá y el centro de
Michigan hasta el golfo de México. Su población ya se contaba por miles de individuos.
Las especies invasoras suelen extender
sus territorios de distribución a partir de una población fundadora siguiendo
un patrón espacial y temporal. Muchas de ellas experimentan “cuellos de botella“ genéticos como
resultado de un “efecto fundador”
inicial, pero la pérdida de diversidad genética que conlleva no limita necesariamente su
éxito futuro. Expliquemos un poco estos conceptos de genética evolutiva.
El efecto de “cuello de botella” es
un ejemplo extremo de deriva genética que sucede cuando el tamaño de una
población se reduce drásticamente. Sucesos como los desastres naturales
(terremotos, inundaciones, incendios) pueden diezmar una población y matar a la
mayoría de los individuos, dejando solo un grupo aleatorio de supervivientes.
Imagen tomada de "Genética
de poblaciones. Figura 3", de OpenStax College, Biología, CC BY 3.0 |
Imagen tomada de qz10_dominio
público |
El biólogo molecular Paul Cabe fue el primer investigador
que realizó un estudio sobre la variación genética del estornino pinto en
América del Norte. En 1998 publicó un trabajo en el que se planteaba que si todos
estos pájaros procedieran de la pequeña bandada de Schieffelin, entonces se esperaría encontrar un estrecho cuello de
botella genético en los datos. Por otro lado, si las introducciones anteriores
hubieran tenido éxito, eso debería haber aportado más diversidad en los
resultados. Sus hallazgos se ubicaron en algún punto intermedio. Si bien
la variabilidad genética observada entre las poblaciones nativas (británicas) y
de América del Norte es casi similar, una pérdida de diversidad alélica en las
poblaciones norteamericanas proporciona evidencias de que ocurrió un cuello de botella genético. Durante la
expansión del estornino, la migración estacional y la dispersión también
podrían haber influido en los patrones de variación genética pues en
Norteamérica algunas poblaciones de estorninos migran.
Bandada de estorninos ingleses en Cumbria (Inglaterra). Fotografía de AshleyCooper/CORBIS |
Pero a pesar de estos problemas de deriva genética, en algunas especies invasoras, tras colonizar con éxito un nuevo hábitat, muestran un auge demográfico gracias a que se libran de ciertos agentes que frenan el crecimiento de la población en su área de distribución nativa, como depredadores o microrganismos patógenos. Es como si en las especies que están experimentando una expansión de su área de distribución, las poblaciones recién establecidas fueran las más dispersivas.
Y este último aspecto fue lo que investigó la bióloga evolucionista Natalie Hofmeister. En un interesante trabajo publicado en 2021, sugiere que el crecimiento explosivo de la población de estorninos puede haber fomentado la dispersión a larga distancia lejos de las densas poblaciones del este de Norteamérica. Recuerda que la dispersión a larga distancia es común en estorninos introducidos en Sudáfrica y Australia, donde las tasas de dispersión pueden estar determinadas por los cambios demográficos y la calidad ambiental. En Sudáfrica, los estorninos invasores se dispersan cuando su entorno natal se satura o se vuelve inadecuado, como en el límite de expansión de su área de distribución. En general, múltiples líneas de evidencia han demostrado que las tasas y distancias de dispersión de estorninos juveniles en Norteamérica son notablemente altas. Cómo la dispersión puede influir en la adaptación local de las poblaciones de estorninos en expansión sigue siendo una cuestión abierta.
Sí sabemos que los estorninos se reproducen de forma sincrónica durante la primavera, y que cuanto mayor es la densidad de población tanto mayor es la sincronización. Es probable que este hábito reproductor proporcione beneficios grupales como la defensa colectiva frente a los depredadores. Por lo tanto, el sistema social del estornino puede facilitar el éxito de la especie, y si el éxito reproductivo está correlacionado con una alta densidad grupal, entonces cualquier estrategia que incremente la densidad local crea un circuito de retroalimentación positiva hacia una mayor abundancia.
A pesar de su éxito inicial, la población de estorninos en América del Norte ha disminuido más del 50% desde 1970. Y los mismo está ocurriendo en Europa. En Gran Bretaña se ha perdido el 50% de la población en los últimos 60 años. Los estorninos finlandeses sufrieron una espectacular disminución del 90% en su número entre 1970 y 1985, coincidente con un abandono generalizado de la ganadería en todo el país. De manera similar, un cambio hacia la cría de ganado estabulado en Dinamarca puede haber contribuido a la pérdida del 60% en la población entre 1976 y 2015.
133 años después, aquellos 100
estorninos británicos liberados en Central Park fundaron una población que hoy ha crecido hasta los 85
millones (y llegó a ser de 150 millones), convirtiéndolos en una de las especies más abundantes de América del
Norte. Los agricultores y ganaderos los considera una plaga. Alegan que
propagan enfermedades al ganado y causan daños agrícolas por valor de cientos de millones de dólares cada año.
Pareja de estorninos pintos
anidando en la cavidad de un árbol cerca del parque infantil Heckscher en
Central Park. Fotografía de Karsten Moran para The New York Times |
José Antonio López Isarría