Cuenta el historiador Heródoto en el libro VI de su Historia que el héroe griego Filípides fue enviado a Esparta para pedir apoyo militar en un momento en el que la guerra parecía decantarse a favor de los persas. La distancia que recorrió desde Maratón hasta el centro del Peloponeso fue de 246 kilómetros y la cubrió en menos de dos días. Fuentes posteriores, atribuidas a Plutarco, confundieron esta historia con la de otro mensajero enviado desde Maratón a Atenas para anunciar la victoria ateniense. A partir de esta segunda leyenda se creó una carrera que cubre la misma distancia que los 42 km que separan ambas ciudades griegas y es la prueba reina de las Olimpiadas modernas. En el mundo de las aves, la prueba más dura de maratón discurre por el océano Pacífico, es 300 veces más larga y la lleva a cabo una humilde ave migratoria: la Aguja colipinta.
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| Aguja colipinta (Limosa lapponica) |
El principal factor ambiental que
desencadena el viaje migratorio es el fotoperiodo,
es decir, la cantidad de tiempo al día en que un ser vivo está expuesto a la
luz. Las aves poseen receptores fotosensibles en su cerebro capaces de percibir
el aumento o la disminución del fotoperiodo. Esto activa el eje hormonal
hipotálamo-hipofisario y se liberan un conjunto de hormonas que desencadenan la
preparación migratoria. Se produce un aumento de corticosterona, que estimula la acumulación de grasa y la actividad
física, una reducción de gonadotropinas,
con el consiguiente cese de la actividad reproductora, y un aumento de glerina,
que eleva el umbral de saciedad y aumenta el apetito. Las aves entran en
un estado de hiperfagia o consumo
compulsivo de alimento. Las reservas que se obtienen por esta sobrealimentación
se acumulan en forma de grasas (triglicéridos en su mayoría) y serán el
principal combustible durante el vuelo. De modo simultáneo, se produce un
aumento de enzimas metabólicas que mejoran la conversión de grasa en energía.
El almacenamiento de grasa se hace en los tejidos conectivo y adiposo.
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| Macho de Aguja colipinta con plumaje estival |
Las aves limícolas se distribuyen
prácticamente por todo el mundo y ocupan una gran variedad de hábitats, casi
todos ligados a medios acuáticos. Presentan un gran rango de tamaños, desde los
pequeños Correlimos Comunes (Calidris
minuta) que pesan apenas 20 gr hasta los grandes Zarapitos Reales (Numenius arquata) que pueden llegar a
pesar 900 gr. Su nombre alude al tipo de ambientes que ocupan, hábitats
litorales encharcados con presencia de limos (del latín limus). Actualmente se reconocen 214 especies en todo el mundo.
Aunque fundamentalmente la imagen de un limícola se asocie con una ave de patas
y picos alargados, su morfología presenta una gran diversidad, desde el pico
corto de los Correlimos (Calidris ssp.)
hasta el alargado de las Agujas (Limosa
spp.).
Alaska es un sitio de importancia vital para las aves limícolas del mundo. Poseen una gran abundancia de ecosistemas y recursos alimenticios que constituyen lugares óptimos de reproducción y escala migratoria para estas aves. 37 especies de aves limícolas nidifican regularmente en esta parte del Planeta y la mayoría de ellas realizan espectaculares migraciones de larga distancia. Viven y se alimentan en los ambientes limosos de playas, marismas, humedales y lagunas, y dependen de redes interconectadas de ecosistemas en sitios que a menudo se encuentran a miles de kilómetros de distancia entre las zonas de cría y los cuarteles de invernada
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Transmisor satelital colocado en
un polluelo de Aguja colipinta. ©Jesse Conklin |
En 2022, dentro de un estudio llevado a cabo por científicos norteamericanos que investigaban en colaboración con el Instituto alemán Max Plank, se marcaron diversos ejemplares de agujas colipintas con pequeños transmisores satelitales 5 G alimentados por energía solar. Estos transmisores responden a las siglas PTT (Platform Transmitting Terminal) e incorporan tecnología GPS/GSM que permite la recopilación de datos de posición bastante precisos y la transmisión a través de la red de telefonía móvil cuando está disponible.
El 13 de octubre de 2022, un joven de 5 meses de edad identificado como ‘B6’ inició su primer viaje migratorio partiendo desde el área de cría en el delta del río Kuskokwim, al sur de Alaska. Sin realizar ninguna parada durante su vuelo oceánico, llegó 11 días y una hora después a Ansons Bay, en el noreste de Tasmania. Cubrió una distancia de 13.560 km, una media de 1.230 km/día y una velocidad media de vuelo de 51 km/hora.
Este registro no es en modo alguno excepcional. Ya en 2007 una hembra de esta especie completó su viaje de 11.680 km en poco más de 8 días y en 2020, un macho viajó más de 12.000 km desde Alaska hasta Nueva Zelanda en 11 días. Ambos vuelos sin escalas.
El viaje de retorno a sus áreas de cría en Alaska es más largo. En ornitología se denominan migraciones en bucle a estas rutas diferentes en ambos trayectos y no son infrecuentes en aves marinas. Además, en este viaje de regreso hacen una o más escalas de varios días en la región del Mar Amarillo. El viaje completo de ida y vuelta ronda los 29.000 km, así que es probable que una aguja colipinta típica de la raza baueri vuele más de 435.000 km durante el transcurso de su vida, estimando una longevidad media de 15 años.
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| Migración en bucle de las agujas colipintas. |
Este gráfico animado presentan los datos de seguimiento anual de la subespecie Limosa lapponica baueri, con área de nidificación en Alaska y temporada no reproductiva en Nueva Zelanda y el este de Australia (Fuente USGC; United States Geological Centre). Fuente
Existen migraciones
potencialmente más largas que la de la aguja colipinta de Alaska, como la del
Correlimos pectoral (Calidris melanotos), que cría en Siberia
Central e inverna en Sudamérica (una distancia de 16.000 km) pero esta
migración tiene al menos una escala. El Charrán ártico (Sterna
paradisaea) también realiza una impresionante migración primaveral de
24.000 km hacia el norte, desde la Antártida hasta Groenlandia, durante 40
días, pero esta ave marina se alimenta en el mar durante el trayecto. Por lo
tanto, la aguja colipinta de Alaska mantiene su posición como la principal ave
migratoria de larga distancia sin escalas.
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| Charrán ártico (Sterna paradisaea) |
Para hacer posible estos viajes sin escalas hay que gastar muy poca energía en comparación con otras aves migratorias. De hecho, apenas consumen el 0,41 % de su masa corporal durante cada hora de vuelo, según diversos estudios, en comparación con las estimaciones de entre el 0,6 y el 1,5 % para los paseriformes y las aves limícolas.
Además, deben ser capaces de llevar una carga de combustible que no se agote durante el trayecto, aun teniendo presente que la capacidad de transportarlo disminuye con el aumento del tamaño corporal. La razón es que el peso corporal aumenta más rápido que la fuerza disponible por unidad de masa muscular, de modo que cada gramo adicional de grasa tiene un coste más alto en términos de potencia necesaria para el vuelo. Esto hace que un ave pequeña puede aumentar su peso un 50–100% antes de migrar (mosquiteros, colibríes), una mediana (como las agujas) un 40–60%. En un ave grande (peso>1 kg) cargar un 30% extra ya compromete gravemente el vuelo. Para el peso que tienen las agujas colipintas, máximo 630 gr, el engorde en época premigratoria llega a suponer un 55% de su peso normal, una cifra que está en la banda alta de su categoría.
Otra interesante adaptación de
las aves a la migración es la ganancia de insomnio: ciertos paseriformes
reducen su tiempo de sueño en época migratoria (también pueden hacerlo en la no
migratoria) y ello sin pérdida de función cognitiva. Un ejemplo lo podemos
encontrar en el Gorrión de corona blanca (Zonotrichia leucophrys), capaz de
reducir drásticamente sus horas de sueño cuando se encuentra en plena migración
hacia el sur de Norteamérica. Otros muchos paseriformes de migración nocturna
sufren alteraciones moleculares en su reloj interno que hacen que se mantengan
despiertos durante la noche. Todavía se desconoce bien la base molecular que provoca
estos cambios en el ciclo sueño-vigilia.
Como observó Darwin durante su
viaje a las islas Galápagos, los rabihorcados
(Fregata minor) no suelen posarse en el agua a pesar de estar semanas o
meses volando sobre el océano. Sus largas alas y la escasa impermeabilidad de
sus plumas dificultan el despegue tras un contacto prolongado con el agua. A
esto hay que añadir que sus especiales estrategias de pesca les exigen
mantenerse alerta las 24 horas del día, los 7 días de la semana, mientras
sobrevuelan el océano.
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| Rabihorcado grande (Fregata minor) |
En cualquier viaje migratorio largo y sin escalas es crucial disponer sistemas de navegación eficaces y precisos. Cualquier desviación de la ruta correcta puede resultar mortal. Las aves usan varios mecanismos para orientarse: la posición del Sol (concretamente el acimut o ángulo sobre el horizonte entre el norte y la proyección vertical del Sol), la dirección del viento, la magnetorrecepción, las pistas olfatorias y visuales, y la posición de patrones estelares. No vamos a extendernos más en este tema pues ya ha sido tratado a fondo en artículos anteriores (Biología cuántica, GPS biológico y La brújula magnética de las aves).
Finalmente, ciertos procesos bioquímicos complementan la preparación de estos viajes tan exigentes. La alta actividad metabólica asociada a este tipo de esfuerzo continuado puede producir grandes cantidades de especies reactivas de oxígeno. Estas moléculas pequeñas y altamente reactivas incluyen iones de oxígeno, radicales libres y peróxidos, tanto inorgánicos como orgánicos. El ejercicio intenso y prolongado produce la acumulación de radicales libres en las células y causa un daño oxidativo cuyos efectos pueden resultar perjudiciales en el ADN, los lípidos y las proteínas.
Ante este riesgo serio, las aves tienen sus estrategias de respuesta. En una investigación de 2019 se
comprobó cómo una especie muy cercana a las colipintas, la Aguja café (Limosa haemastica), era capaz de reducir los niveles de especies
reactivas de oxígeno a la vez que se incrementaba el nivel de antioxidantes circulantes. Los antioxidantes son sustancias capaces de neutralizar los daños de los radicales libres. Algunos
ejemplos de estos compuestos son la vitamina E, la vitamina C, los carotenoides
y los polifenoles.
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| Aguja café (Limosa haemastica) |
José Antonio López
Isarría







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