El 21 de mayo de 1822, en una finca cercana a la ciudad alemana de Klütz, una cigüeña fue abatida por un disparo de escopeta. Los cazadores descubrieron, con gran sorpresa, que el animal tenía una flecha de 80 cm de largo prendida en su cuello. Analizada con detalle, la flecha resultó ser de origen centroafricano. Algún nativo la intentó capturar en tierras africanas, donde la cigüeña tiene su residencia invernal, pero la flecha no consiguió matarla y quedó alojada en su cuello. Más tarde, lograría completar su viaje migratorio hacia el norte de Europa sin desprenderse de la molesta saeta. Este espécimen fue finalmente disecado y hoy se puede contemplar en la colección zoológica de la universidad de Rostock, en la costa norte de Alemania.